Capítulo 7.- El nuevo Cristo

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Disclaimer: Los personajes de Good Omens no me pertenecen, sino a Neil Gaiman y Terry Pratchett, a la BBC y Amazon. Este fanfic lo hice solo y únicamente como diversión.

Personajes: Crowley/Aziraphale, Crowley/OC

Aclaraciones y advertencia: Angustia, intento de suicidio, romance, depresión y lo que se me ocurra con la marcha

Beta Reader:

Resumen: Aziraphale se fue, ¿queda para Crowley?

—f

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Y si te digo adiós...

Capítulo 7.- El nuevo Cristo

Aziraphale se mordió el labio inferior. Estaba frente a la puerta con el número 8 de ese edificio en South East. Arrugó la nariz. Esa zona no era una en la que Crowley se sentiría cómodo, de hecho, un lugar como ese era todo lo contrario a su demonio.

Dio un largo suspiro antes de armarse de valor y tocar, aunque la persona que le abrió no era Crowley, ni ese humano entrometido, si no una mujer de la tercera edad que le miraba confundida.

—Oh, Hola mi querida señora —dijo Aziraphale con una sonrisa, pero visiblemente nervioso —Temo que creo haberme equivocado de domicilio, vera, busco a Anthony Crowley.

La mujer pasó de la confusión al recelo.

—¿Sí?, ¿Quién le busca? —cuestionó ella. El arcángel sonrió, por alguna razón se sentía nervioso frente a esa dama cuyos ojos parecían ser capaces de desvelar hasta el más íntimo de sus secretos.

—Mis disculpas. Soy el Sr. Fell, estoy buscando a Crowley, tenía entendido que vivía en este domicilio. Somos compañeros de trabajo —el gesto de la mujer se suavizó, aunque sus ojos aún tenían ese brillo de desconfianza que, por alguna razón ponían tan nervioso a Aziraphale.

—No se encuentra —quiso cerrar la puerta, pero él se lo impidió.

—Me gustaría poder esperarlo dentro —chasqueo los dedos y la mujer asintió, su expresión, vacía, sus movimientos eran casi robóticos.

—¿Desea tomar algo? —preguntó con voz ausente. Aziraphale sonrió.

—Té está bien, mi querida señora —ella asintió con la cabeza antes de dirigirse a la cocina a preparar la bebida y unos bocadillos.

Mientras esperaba, Aziraphale aprovechó para husmear por el lugar.

Arrugó la nariz.

La decoración y muebles eran... simples, nada ahí parecía indicar que Crowley viviera en ese lugar, nada, solo la delicada esencia demoníaca delataba ese lugar como la morada de su demonio.

Sus ojos se centraron en los portarretratos que había en el librero.

Frunció el ceño. Fotos de diferentes momentos, todos felices. Crowley y ese humano molesto aparecían en todas, algunas solos, otras con la mujer que le abrió la puerta y algunas más con niños y adultos desconocidos.

Una amarga sonrisa se formó en sus labios. Crowley se veía tan feliz en la en todas ellas.

—¿Qué, en el nombre de Ssatán hacess aquí? —Aziraphale se sobresaltó, tan absorto estaba en contemplar los retratos que no se percató cuando el demonio regresó a su casa.

—¡Crowley!, yo, no me di cuenta cuando llegaste.

—Te hice una pregunta, ¿Qué hacesss en mi casssa? —Aziraphale apretó los labios. No le gustaba la idea de que su demonio se sintiera tan cómodo en la casa de un humano.

Y si te digo adiós...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora