⚜︎VIII⚜︎

38 4 0
                                    

Su proceso de recuperación no fue rápido pero sí eficiente, la magia de Ucrania lo ayudó mucho, ya podía levantarse de la cama y caminar sin que las piernas le dolieran tanto.

– ¿Estás listo para recorrer el lugar?– preguntó Ucrania emocionada.– me aseguré de que nadie estuviera en el castillo hoy.

– A huevo que sí – el latino se encaminó hacia el clóset para agarrar un abrigo, hacía un exorbitante frío afuera y no ayudaba que él estuviera acostumbrado al calor de sus tierras. Su humor mejoró y su carisma había regresado.

Ambos salieron por un pasillo largo y profundo pero bien alumbrado, contenía varios cuartos distintos. El techo estaba adornado con figuras pequeñas de mármol con forma de querubines.

Inmediatamente, México quedó maravillado por la impresionante arquitectura, era enorme y estaba lleno de vitrales hermosos que reflejaban la luz dando como resultado unas gamas de colores preciosos, cada uno representaba un suceso distinto en las tierras rusas, el intento de napoleón por conquistar Rusia, la época de los zares y la revolución, los años en que las estrellas rojas brillaban en lo más alto del cielo, etc. Si uno miraba con detenimiento, podía ver como incluso se movían de manera sutil. Era el mismo caso con las pinturas en el techo y los cuadros esparcidos por doquier.

El castillo tenía una pinta gótica, medieval y lúgubre, daba la impresión de haberse quedado atrapado en el siglo XVIII. Parecía antiguo pero moderno, válgame la contradicción.

Ambos bajaron a la planta principal, había una chimenea, y candelabros con tamaños descomunales.

– Mierda, este lugar es enorme.– comentó emocionado.

Ucrania carcajeo ante el comentario.

– Lo sé,  y eso que no hemos visto la parte de arriba.– dijo compartiendo la misma emoción.– es mucho más grande que el palacio del Kremlin.

Trotaban por los pasillos pues México no estaba completamente sano y no podía correr como tal. Una puerta al fondo de un pasillo llamó su atención, estaba menos alumbrado que los otros y una extraña brisa pasaba sobre él sin que hubiera puertas o ventanas abiertas. El ambiente se sentía pesado y una sensación de curiosidad y miedo invadió al mexicano. La puerta tenía un aura oscura alrededor, si su vista de águila no le fallaba, podía ver como se abría lentamente, invitándole a entrar.

– No... deberíamos ir allí.– dijo la ucraniana en un tono serio.– ni siquiera yo puedo entrar, será mejor que la ignores si no quieres problemas.

La puerta se cerró de golpe, asustándolos a ambos.

– Ven, todavía falta ver el jardín desde los balcones.– tomó la mano del hispano y se dirigieron a su próximo destino, todavía con algo de confusión.

– Wow, la luna se ve preciosa desde aquí.– rara vez se podía observar bien a la luna, normalmente el humo y las cenizas la cubrían. Eran épocas de invierno, por lo que las flores del jardín estaban tapadas por una capa fina de nieve.
México notó un pequeño destello de color rojo en el cielo.

– ¿Qué es eso?

– Ah, eso, te enseño, mira.– Ucrania recogió una pequeña piedra que se encontraba por ahí y la lanzó con fuerza hacia dónde estaban esas luces de energía, la piedra impactó y se reveló como un escudo. Es como cuando lanzas una roca al agua y en esta se hacen ondas, bueno, era algo así. Se hicieron ondas de color rojizo que cubrieron todo el cielo hasta donde el mexicano podía alcanzar a ver, esperaron a que las ondas desaparecieran y estas se hicieran invisibles.– es un escudo contra misiles y conjuros, Rusia así protege a su gente, incluso a nosotros, la verdad es que me preocupa que desgaste tanta energía. Mis hermanos y yo sabemos cómo cuidarnos pero no tenemos la fortaleza suficiente para protegernos de fuerzas como lo son Estados Unidos e Inglaterra.

México suspiró y no dijo nada más al respecto.

Un rato después, regresaron adentro para recuperar su calor corporal y no morir congelados.

Para su sorpresa, escucharon las puertas del castillo abrirse.

– Creí que no habría nadie hoy.– dijo asustado el de sangre azteca.

– No debería. Bajaré a ver quién es, no te preocupes,  quédate aquí. – y así fue, bajó las escaleras en completo silencio hasta llegar a la entrada.

Se sorprendió al ver a su hermano ahí, traía puesto un traje militar manchado por sangre y sobre él un pesado abrigo, y cómo no, también su típica ushanka. Su respiración era agitada y su rostro estaba sucio por la tierra y el polvo.

– Rusia ¿estás bien?– cuestionó la eslava con notable preocupación al ver la sangre en su ropa.

– Estoy bien. – dijo de forma indiferente pero tranquila, no quería alertarla más de lo que ya estaba.– y veo que México también.

– ¿Eh?– Ucrania miró hacia atrás, divisó al mexicano nervioso en uno de los escalones de la enorme escalinata. Suspiró con pesar.

Mientras ambas naciones hermanas hablaban, México no podía dejar de sobrepensar sobre qué hacer, de una forma u otra terminaría por encontrarse con el ruso, así que decidió no darle más vueltas al asunto. Y velo ahí, a unos metros del país más grande que sin duda le causaba escalofríos.

El lugar se sumergió en un silencio incómodo que se sintió eterno.

– Ucrania, ¿podrías ir a echarle un vistazo a Lituania?– rompió el silencio la potencia.

La mencionada asintió y procedió a retirarse en dirección al cuarto donde se encontraba su pobre hermana, estaba consciente de que le dijo a México que no se hallaba nadie en el palacio y a pesar de que su hermana se encontraba presente, no la contó como alguien que pudiera delatarlos. Se lo explicaría después.

Subió las escaleras pasando a lado del hispano, y antes de irse le brindó una sonrisa, casi diciendo "todo estará bien". Finalmente, los dejó solos.

Ese maldito silencio reinó nuevamente el lugar, México esperaba las peores palabras e insultos, tenía miedo de cometer un error o decir algo incorrecto y que lo mataran en ese instante.

– ¿Te sientes mejor?– preguntó el euroasiático mientras se quitaba el abrigo. Su voz era áspera y profunda, digna para intimidar a alguien.

¿Había escuchado mal o sólo era su imaginación? De todas las preguntas que se formulaban en su cabeza esa no estaba incluida.

– ¿Qué?– rápidamente reaccionó– Oh, sí, gracias.– bajó por completo las escaleras, obviamente guardando su distancia. No sabía si abrir la boca o quedarse callado y esperar por la próxima pregunta. Escogió la primera opción.– pronto estaré listo para el interrogatorio, no debes preocuparte, no intentaré nada.

Rusia tardó un rato en responder y eso sólo llenaba de más nervios a la nación más pequeña.

– Bien, mis hombres irán a buscarte cuando sea la ocasión.– estaba cansado y su cuerpo pedía a gritos recostarse unos minutos.– ya es tarde, debes descansar.

Al ver la cara de confusión del latino supo qué tendría que hacer a continuación.

– Claro...

Ambos caminaron en dirección al cuarto donde se hospedaba México, Rusia mostraba una increíble tranquilidad cosa que llamó la atención del hispano, no percibía un aura de hostilidad o enojo, estaba completamente tranquilo como el mar después de la tormenta. De igual forma, estaba molesto consigo mismo por no recordar dónde se encontraba su habitación temporal.

– llegamos.– el norteamericano se hallaba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando llegaron.

El eslavo emprendió su marcha de regreso, no obstante, la voz del mexicano lo detuvo.

– Rusia...yo...– no sabía cómo continuar, sentía un nudo en su garganta.– Gracias por no delatarme con las otras naciones, no sé cómo pagártelo.

– No tienes que hacerlo.– advirtió.– con la información es suficiente.

Reanudó su ida de regreso dejando al mexicano solo y confundido. Tal vez, no era tan malo como pensaba.

⚜︎𝒀𝒆𝒂𝒓𝒔 𝒐𝒇 𝑺𝒊𝒍𝒆𝒏𝒄𝒆⚜︎ [𝑅𝑢𝑠𝑚𝑒𝑥]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora