México no pudo dormir en toda la noche, miles de preguntas invadían su cabeza, parecía como si su propio cerebro intentara acabar con él. ¿Estados Unidos lo estaría buscando? ¿sus hermanos ya se habían enterado de su desaparición?
¿Qué le pasaría si regresaba con las manos vacías? ¿Su gente estaría bien? Ni siquiera avisó a su gobierno que se iría por unos días. Se sentía un idiota.No podía más con esa angustia, sólo se limitaba a rodar sobre las sábanas y a esperar a que el sol saliera, el cuál no tardó mucho en aparecer. Se levantó de la cama dispuesto a dar una breve caminata a un lugar donde sus pensamientos no lo atacaran de nuevo.
Tomó su abrigo y salió de la habitación rumbo al jardín, hacía demasiado frío, su cuerpo tardó en acostumbrarse al cambio de temperatura tan repentino, pero al menos eso lo distraía. Se entretenía siguiendo los caminitos de piedra que no llevaban a ningún lado, de vez en cuando quitaba la nieve de las flores que poco a poco se marchitaban y perdían su color. El jardín era enorme y estaba hecho como una especie de laberinto, si seguía adelante probablemente se perdería.
Tiempo después escuchó a un helicóptero acercándose al palacio con intenciones de aterrizar, divisó a Rusia saliendo con prisa del castillo hacia la aeronave, no había notado siquiera su presencia.
Sin darse cuenta, un horrible estruendo resonó por toda la capital, varios misiles habían impactado contra el escudo que protegía a la ciudad. Las ondas rojas de energía no tardaron en aparecer y el humo y el fuego rodearon el domo oscureciendo todo a su paso.
Rusia se agachó casi cayendo al suelo tras sentir un espantoso dolor en la parte baja de su abdomen, frunció el ceño y aguantó los quejidos de dolor que amenzaban con salir de sus labios. Un líquido negro comenzó a expandirse por su ropa y a caer gota por gota al suelo, puso su mano enguantada en la herida para tratar de detener la salida de aquel pigmento.
El mexicano al ver esto se levantó y corrió en su dirección para auxiliarlo.
– ¡Rusia!– gritó preocupado. Cuando llegó a él, sujetó el brazo del ruso y lo pasó por detrás de su cuello para darle soporte y aferrarse a él, el eslavo no objetó ante los intentos de ayuda por parte del latino. Los soldados venían corriendo en su dirección para brindar su ayuda y apoyo.
Lo llevaron devuelta al palacio, Ucrania con preocupación bajó corriendo las escaleras.
– ¡Rusia! ¿Estás bien? ¿Qué sucedió?– dijo mientras se unía a ellos para ayudarlo a subir la escalinata y llevarlo a su habitación, pero antes de eso, Rusia ordenó que no atacaran devuelta. Que sólo enviaran más refuerzos de aeronaves hacia los frentes de combate del océano atlántico, donde los rusos y los chinos se enfrentaban con los estadounidenses e ingleses. Era una masacre, el océano se había convertido en un cementerio de aeronaves y pilotos caídos. Al menos eso le daría tiempo para idear un plan de contraataque.
Le parecía curioso que ni sus satélites ni sus radares detectaran los proyectiles, fueron astutos para poder burlar aquella tecnología. Probablemente era la magia oscura que utilizaba Estados Unidos, y eso dejaba en gran desventaja a Rusia y a sus aliados, pero no podía sacar conclusiones tan precipitadas. Por suerte, todavía no llegaban al uso de material nuclear. Aún.
Llegaron rápidamente a su dormitorio y lo recostaron con cuidado. La respiración del eslavo era agitada y sudaba frío, estaba apunto de caer en el desmayo.
Ucrania le pidió a los oficiales que salieran y los dejaran solos. Con unas tijeras cortó la prenda que cubría su abdomen, dejando al descubierto una grieta totalmente negra y profunda por la cual salía aquel líquido. De inmediato, los malos recuerdos del sufrimiento de su padre regresaron a su mente y la incertidumbre comenzó a invadir su cuerpo.
Su mirada perdida alertó al mexicano.
– Ucrania, ¿qué pasa?– preguntó con preocupación, sin embargo, no obtuvo respuesta.
La ucraniana estaba perdida en su mundo, recuerdos sobre la caída de la economía, la escasez, la hambruna y la violencia que sufrieron por la falta de producción y libertad, el ver a su padre escupir sangre y su cuerpo lleno de grietas todos los días era algo difícil de olvidar. Estuvo apunto de colapsar de no haber sido por los constantes llamados de México.
– ¡Ucrania!
– Ah...¿Qué?- reaccionó– Oh, claro... lo siento.
México suspiró de alivio.
– ¿Qué es eso?– preguntó una vez que la eslava regresó a la realidad.
– No es nada.– trató de desviar la pregunta.
Evidentemente, no le creyó, pero prefirió no preguntar más al respecto.
– Sólo tengo que...– le temblaban las manos y no pensaba con claridad.- tengo que aliviar eso.
El latino puso su mano sobre el hombro contrario, intentando tranquilizar a la asustada ucraniana.
– Déjame intentarlo, puede que funcione.– Ucrania lo miró expectante y aceptó su propuesta.
México se acercó al cuerpo en reposo del país más grande, colocó su mano sobre la grieta, una luz dorada y brillante apareció por debajo de su palma, y comenzó a recitar unas plegarias.
– Tonatiuh, sé que me escuchas. Te pido ayuda para aliviar este dolor que pudre el cuerpo y el alma, ayúdale a sentir tranquilidad en el profundo sueño en el que se encuentra ahora, Oh, altísimo señor del sol, Dios grande y fuerte, Oh, Dios omnipotente y sempiterno, te ruego que le concedas a tu humilde siervo esta plegaria, que lo liberes de cualquier hechizo y mal que le aceche. ¡Tlecaxitl!
La luz brilló aún más fuerte, Ucrania miraba asombrada la escena, sin duda eso tenía que ayudarlo de algún modo.
Si bien la ley natural decía que no podían invocar a fuerzas oscuras, no estaba prohibido que le rezaran a sus dioses, quienes muchas veces respondían ante sus súplicas. Lamentablemente, tras el estallido de la guerra, los dioses se hicieron los de oídos sordos, eran crueles a su manera y tal vez los harían sufrir un rato para que reflexionaran sobre su comportamiento tan primitivo.
La luz desapareció, México retiró su mano y la grieta se había hecho más pequeña y menos profunda, la respiración de Rusia se volvió más estable y tranquila.
– Funcionó, en serio funcionó.– comentó la ucraniana con entusiasmo.
– Sí, pero, no para siempre.– dijo con seriedad.- no te preocupes, durará lo suficiente.
Ucrania le brindó una sonrisa dulce y con lágrimas en sus ojos.
– Gracias, Mex.
México correspondió la sonrisa, ambos se tranquilizaron y pudieron pensar de mejor manera.
– Tengo que avisar a los otros sobre la situación, tienen que estar al tanto de todo lo que pase mientras Rusia esté ausente.– dijo más tranquila la eslava.
– Claro, yo me encargaré de él.
– No, no es necesario, ni siquiera estás del todo sano todavía.– trató de convencerlo sin éxito.
– Está bien, es lo menos que puedo hacer.
Ucrania suspiró y terminó cediendo ante su insistencia.
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⚜︎𝒀𝒆𝒂𝒓𝒔 𝒐𝒇 𝑺𝒊𝒍𝒆𝒏𝒄𝒆⚜︎ [𝑅𝑢𝑠𝑚𝑒𝑥]
Fanfic─────────ೋღ 🌺 ღೋ───────── ↻ ◁ II ▷ ↺ - ¿Seguro que no quieres irte?- preguntó Rusia con angustia en su voz. No permitiría que nadie más muriera a manos del estadounidense, y mucho menos la persona que más amaba. - No, me quedaré contigo hasta el fi...