02. Se acabó

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Narra Alba ;

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Narra Alba ;

Salgo del césped del entrenamiento y voy hasta los vestuarios a esperar a Juan.

¿En que momento los entrenamientos del Betis duran 2 horas ya, joder? Estoy reventada.

En lo que Juan sale, apago la cámara y me la cuelgo en el cuello.

Juan es el último en salir, que oportuno.

— ¿Podrías tardar menos? — me queje.

— Que.

— ¡Que tardes menos, coño! Que estoy reventada.

— ¿Tú cansada? — el ríe sarcástico. — Tú solo haces fotos. Imagínate yo siendo el jugador.

— ¿¡Que solo hago fotos?!

— Sí. Le das a un botoncito y grabas tranquilamente.

— Genial. Ósea, edito las fotos, las subo, las hago, os paso a cada uno de vosotros las vuestras, cuido de dos niñas pequeñas sola porque tú estás más concentrado en el fútbol que en ellas, las cuido, las duermo, juego con ellas. ¿Eso es "solo darle a un botoncito"? Eso es estar reventada con 25 años, Miranda.

¡Soy futbolista! ¡En que coño quieres que esté concentrado Alba, joder!

— En tu puta familia. Llevas sin hablar con tus hermanas 1 mes. ¿Y tus hijas? Ja, a esas ni las ves, porque cuando llegan están dormidas. Si no las hubieras querido tener, haberte ido a la mierda como hiciste la primera vez que me quede embarazada.

Y cuando todo parecía ir bien, volvíamos a discutir.

— Esto es surrealista. Te enfadas por todo.

— ¡Eres un niñato! ¡Que en vez de tener 27 años pareces de 10! — digo arrancando el coche.

— Sabes perfectamente que soy el que os mantengo — dice él y freno el coche. — ¿Que haces?

— Bájate del coche. ¡Ya! — le ordeno. — Es mi coche, ¿o también me lo has comprado tú?

— No me voy a bajar, Alba.

— Eres increíble, de verdad. Acabas de decide que nos mantienes. ¡A tus propias hijas!

— Llevó razón.

— ¡No! ¡Las mantenemos los dos! ¡Los dos! ¡Llevo 4 putos años pasando casi todos los días de mí vida delante de una cámara! Y te he dicho que te bajes del coche.

— Y yo te he dicho que no me voy a bajar.

— Genial, no te bajes.

Arranque el coche de nuevo.

— Eres insoportable — me dice.

— ¿Me lo dices tú, no? Que tengo más cuernos que un reno, seguro.

— No te he puesto los cuernos.

Ruedo los ojos.

— Poco te ha faltado... —murmuro.

— No me ha faltado nada, pero que yo haré con mi vida lo que me da la gana.

Apreté la mano en el volante y cambié la marcha

— Te odio.

— Yo también.

— Te odio, te odio. Es que no te quiero volver a ver más en mi vida — lo miro.

El me devuelve la mirada y ambos sabemos que lo que estamos diciendo en mentira. Pero joder, no quiero ni verlo.

— ¿Podrías dejar de insultarme? — pregunta.

— Dejare de insultarte cuando me hagas a mí y a tus hijas en algún momento tal vez.

— Yo flipo contigo Alba de verdad. ¡Soy futbolista! ¿¡En que coño quieres que me centre si no es eso?!

— ¡Otra vez con esa puta excusa! Ojalá nunca te hubiera conocido, ¿sabes?

— ¿Enserio me estás diciendo esto? ¡Ahora después de 4 años juntos y con dos hijas!

— Dos hijas de las cuales ni te acordarás de su nombre.

— ¿Estás bien de la cabeza? Claro que me los sé.

— Tranquilo, estoy genial, ¿y tú?

— De verdad, es que discutimos por todo.

Aprieto los dientes porque se que voy a llorar, estoy al borde de que se me salte la primera lagrima. Odio pelearme con alguien y menos con él.

— Déjame ya — le pido.

— ¡Pero si eres tú, Alba, joder!

— ¡Que me dejes! ¡¿No lo entiendes?! — digo soltando una lagrima.

— Ahora de víctima... — murmura pero yo le oigo.

— Estoy cansada de ti, de vivir, de llevarlo todo yo sola, de no tener a nadie en quién poder hablar, de todo.

— ¿Y tienes que llorar por eso?

— Se acabó.

— ¿El qué?

— Nuestra relación.

Me bajo del coche y él viene detrás de mí.

— ¿Que acabas de decir?

𝐓𝐞 𝐛𝐮𝐬𝐜𝐨 𝐞𝐧 𝐬𝐮 𝐦𝐢𝐫𝐚𝐝𝐚 || 𝐉𝐮𝐚𝐧 𝐌𝐢𝐫𝐚𝐧𝐝𝐚²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora