Capítulo 8: •Conversaciones ajenas•

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Luna Hughes:

El resplandor del sol pegó directamente en mi cara, lo que hizo que frunciera el ceño inmediatamente. Abrí un poco los ojos, ya que la luz me molestaba mucho, y pude ver a Nadia abriendo las cortinas de la ventana de nuestra habitación.

—¡Buenos días princesas! —Dijo con entusiasmo. —¡A despertar!

Las chicas se movieron en sus camas con molestia. Alai cubrió su cabeza con el cobertor que tenía encima y Cassi tomó sus gafas de la mesa de noche para luego ponérselas.

Me reacomode en la cama sentándome un poco, de mi boca salió un pequeño bostezo que me hizo que estirar un poco mi cuerpo.

—¿A qué se debe este despertar Nadia?
—Pregunté confundida.

—Oh cariño, al parecer hay algunos estudiantes muy flojillos últimamente y están faltando mucho a clases, así que de ahora en más, nosotros nos encargaremos de que se levanten para ir a clases —Dijo sonriente.

Algo que realmente me gustaba de la mamá de Cassidy, era su entusiasmo y buena actitud siempre. Esa mujer nunca se le veía triste o amargada, siempre lucía una hermosa sonrisa.

—Así que pónganse más hermosas de lo que ya son, y quiero verlas en veinte minutos en el salón —Acotó para luego acercarse a la cama de Alai y moverla un poco —Sé que me estás escuchando Alai —Le dijo. Ella era un poco dormilona, siempre llegaba minutos tarde a clases por quedarse dormida. Luego se acercó a Cassi (su hija) y le dió un beso —Buen día cariño —Le dijo para luego regalarnos una última sonrisa a mí y a Emily (La hermana de la profesora de música con la cual también compartíamos habitación) y finalmente salió de la habitación.

Emily y Cassidy se metieron al baño primero. Cada habitación tenía su baño compartido, el nuestro constaba de dos duchas, un inodoro, unas encimeras con un lavamanos y un espejo grande, así que dos personas podían bañarse al mismo tiempo sin problema alguno.

Me quedé en la cama esperando mi turno y el de Alai. La regla era no tardar más de cinco o diez minutos, así que seguramente no esperaría mucho, excepto Alai que tardaba como mil horas arreglándose.

Se me vinieron a la mente los recuerdos de lo que había vivido la noche anterior y de pronto me vi enojada. No se por qué se me ocurrió preocuparme por ese tonto chico, si se quería escapar, eso no me importaba y no tenía por qué importarme ¿o si? Lo que él hiciera o no, no era mi problema.

En negación total recordando lo que él me había dicho, se me vino a la mente el recuerdo de su cara cerca de la mía. No podía negar que era muy guapo, tenía que aceptarlo. Cuando lo tuve cerca me puse muy nerviosa y es que le detallé cada facción de su rostro. Esos ojos de un color miel que conectaron con los míos en ese momento, sus pequeñas pecas regadas por su nariz y mejillas y esos labios tan rosados y...

Un momento.

Basta Luna.

Sacudí la cabeza intentando dejar de pensar estupideces.

Desde que estaba aquí, nunca me había interesado ningún chico y la verdad es que habían muchos chicos guapos, como por ejemplo Paul, otros cuantos de mi clase, el profesor de educación física e incluso el raro de Caleb Sanders, pero la verdad ninguno me interesaba, ni llamaba mi atención.

—¿En que piensas? —Me habló Alai sacándome de mis pensamientos, lo que me hizo voltear a verla.

—Nada —Negué con la cabeza —Estupideces.
—Me encogí de hombros.

Alai me miró con su mirada sospechosa, ella sabía cuando me pasaba algo. Por suerte salieron las chicas del baño y pude entrar rápidamente y evadir las preguntas que sé que me haría.

LOS SEISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora