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Yanara vino con una gran bandeja y comenzó a dejar la comida una por una, lo último que dejó fue el aderezo para el batido de Alluka y una sonrisa.

—¡Disfrútenlo! — exclamó para luego retirarse y seguir atendiendo, ya que el lugar se encontraba completamente lleno.

El grupo siguió con la mirada a la joven adulta y vieron como rechazaba amablemente a una persona recién llegada debido a la falta de espacio para la espera de un asiento.

—Bueno, habrá que probar para saber que es tan bueno de este lugar — dijo Killua encogido de hombros, usando la cuchara de pollito para cortar un pedazo de su torta y darle una probada.

. . .

—¿Y? — preguntaron Leorio y Alluka expectantes.

La mirada del adolescente se oscureció debido a su flequillo, su puño se estrelló contra la mesa fuertemente y comenzó a temblar.

—¿K-Killua? — balbuceó asustado el azabache.

—¿Si? — con una sonrisa encantadora y los ojos brillosos, Killua parecía haber visto el cielo para luego volver a la tierra.

—Me da más miedo que cuando mata gente... — dijo con escalofríos Leorio.

—¡Está delicioso! — exclamó Alluka ignorando al azabache.

—Tenemos que contratar al chef — concluyó el adolescente, que ya se había zampado toda la torta.

—Ey, miren — señalo el mayor señalando a la entrada, causando que los dos menores mirarán hacia donde se encontraba Yanara y Kurapika.

El rubio parecía tranquilo ante la noticia de la falta de lugar, pero su amiga insistió que esperara a que le buscara de su propio departamento una silla en la que se siente a esperar. Al parecer fue derrotado por la empleada que sonrió triunfante a la par que corría a toda velocidad por el local hasta la cocina y desaparecía de la vista de todos los clientes.

Kurapika se rió levemente ante el apuro de la pelirroja, pero su expresión cambió inmediatamente cuando noto la mirada del grupo. Como había tenido durante los últimos 5 años, se acercó con una expresión fría y amenazante— ¿Que hacen aquí? — preguntó mirándolos desde arriba.

—¡K-Kurapika, amigo mío! — balbuceó Leorio nervioso— Que coincidencia encontrarte por aquí, el mundo es un pañuelo.

—¿Creen que soy tonto? — espetó secamente— Se los ve a kilómetros, no sirven para el espionaje. ¿Qué quieren lograr con esto?

—Solo estábamos curiosos de a dónde ibas, normalmente te quedas en el departamento trabajando cuando no vas al trabajo directamente.— contestó Killua mientras tomaba su malteada.

—¿Y? — cuestionó el rubio.

—B-Bueno, últimamente cuando íbamos a molestarte no estabas — aportó Alluka nerviosa.

—¿Se supone que eso just-

—¡Kurapika! — llamó una voz fácilmente reconocible que provenía de Yanara con la silla en su mano— ¿Conoces a los clientes?

—Ah, n-

—Somos sus amigos — contestó Leorio con una sonrisa astuta.

—¡¿Enserio?! — exclamó sorprendida la pelirroja a la par que dejaba la silla rosa en frente de la mesa— Pensé que era un lobo solitario. Me alegra mucho que los trajera aquí.

Tanto Leorio como Killua estallaron en risas ante el comentario, causando que el chico rubio se agarrara la cabeza molesto.

—¡Lobo solitario! — exclamó el azabache mientras se agarraba la panza.

—Tiene sentido, Kurapika siempre fue muy emo... — pensó en voz alta Alluka.

Killua, que ya se estaba riendo comenzó a palmear la espalda de Leorio mientras se carcajeaba a la par con él, imaginando a su aterrador amigo como un adolescente prepotente. Básicamente lo que era cuando se conocieron.

— Muy gracioso, chicos — dijo él con una sonrisa aterradora mientras se sentaba, causando que sus amigos dejaran de reír— No, por favor, sigan— insistió con una amabilidad falsa.

—¡Q-Que rico el café, ¿no?!— exclamó nervioso Leorio.

Yanara se rió con la misma gracia delicada de siempre ante la desesperación del azabache y decidió cambiar de tema— Lo hago con granos de los árboles del bosque de las Nefas.

—¡Vaya! Debe estar carisimo — siguió la corriente agradecido.

—Mmm, pues está bastante cerca — dijo ella antes de escuchar uno de sus tantos apodos siendo usado por una niña que pedía su atención— Vuelvo dentro de un rato para tomar tu pedido, Kurapika.

El asintió y vio como la pelirroja se alejaba con una sonrisa amigable, paraba al lado de la niña, se agachaba y comenzaba a escucharla atentamente. Ponía caras sorprendidas, se agarraba el pelo dramáticamente y luego comenzaba a alentarla.

—Te estas riendo — comentó Killua.

—¿Ah? — Kurapika miró confundido al albino— ¿Por qué lo dices como si fuera algo raro?

—Es raro — dijo Leorio.

—¿Qué? — preguntó el rubio.

—Últimamente trabajas demasiado y estás cansado todo el tiempo — contestó el azabache y Alluka se le unió asintiendo.

—¡Ya casi ni nos juntamos todos!— refunfuño la menor con un puchero— La ultima vez fue hace dos meses.

—Yo... no me había dado cuenta— murmuró con voz tranquila mientras miraba a la mesa, tratando de evitar las miradas de sus amigos.

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—Que lastima que se hayan ido tan pronto — dijo Yanara mientras dejaba el flan con crema al lado de Kurapika.

—Mejor así. — contestó irritado el rubio, recordando cómo se burlaban de él por chistes sin gracia.

— Son buenos amigos, ¿no? — preguntó ella con una sonrisa grande.

—...Si — respondió él con una sonrisa leve.

"Pan'emore" HxHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora