Capítulo 2

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Barry miró su teléfono con el nombre de Oliver brillando en su pantalla

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Barry miró su teléfono con el nombre de Oliver brillando en su pantalla. No sabía cómo sentirse al respecto de que le tocaría darle un regalo.

Al principio pensó que había leído mal, pero ahora, en la tranquilidad de su habitación, veía el nombre en rojo que decía con claridad el nombre de Oliver.

Pensaría que gente inteligente como Cisco y Felicity habrían incluido una lista de regalos de cada participante, sobre todo considerando que hay gente que apenas se han visto entre sí. Pero no hay lista, por lo que Barry ahora se encuentra pensando en un regalo para Oliver Queen.

El millonario Oliver Queeen. Esta bien, tal vez ya no es tan millonario, pero sigue teniendo su fuente de ingresos, y definitivamente tiene dinero y, por sobretodo, lo tiene todo. Al menos, materialmente hablando.

Se estruja la cabeza pensando en un posible regalo, pero como sucede a menudo que Barry tiene un problema, decide ignorar esto.
Estaba divido en querer comprarle algo tipo broma, pero al mismo tiempo quería que sea un buen regalo, porque Oliver se merecía un detalle para navidad.

Odiaba estar enamorado.

Porque esa era la realidad, Barry amaba a Oliver tanto que le dolía el pecho, y admitirlo fue lo más difícil de todo, una vez que lo acepto se encontró evitando pasar tiempo con el arquero porque sentía que diría algo estúpido como "te amo". Arruinar su amistad con Oliver seria que nunca se perdonaría, por eso sus sentimientos estaban bien encerrados en lo profundo de su corazón.

Evito pensar en el regalo, evito pensar en sus sentimientos, evito pensar en todo aunque era una gran mentira. En realidad había recorrido todos las posibles tiendas de Ciudad Central en busca del regalo perfecto pero no había nada que lo convenciera. No tenía ni una sola idea de que regalarle a Oliver y eso lo estaba frustrando

Después de un día largo de trabajo, porque los csi no tenían vacaciones en épocas festivas, Barry se dirigió a casa de Joe. No había nadie allí por lo que subió las escaleras a su antigua habitación, dispuesto a descansar un poco antes de que Cisco lo llamara en busca de algún metahumano causando problemas.

—¿Cansado? —Iris pregunta desde el marco de la puerta, dándole una mirada divertida.

—No te das una idea.

—Bueno, yo estoy por ir a hacer compras para la persona que me toca darle el regalo. ¿Quieres venir?

Barry gimió y negó con la cabeza.

—No quiero saber nada del Santa Secreto. —Iris soltó una risa.

—¿Tan malo?

—No tengo ni idea de que regalarle a esa persona, recorrí todos los centros comerciales y tiendas posibles. ¿Tú ya sabes que regalo le vas a dar?

—Absolutamente. Creo que le va a encantar.

—Que bueno. —No pudo evitar el tono amargado, ¿Cómo puede ser que Iris ya tenga un regalo y él no tenga nada de nada?

—Vamos, Bear. No sobrevienen tanto, ya se te ocurrirá algo. —Barry suspiró.

—Eso espero.

—Bueno, yo me tengo que ir. —Se estaba dar la vuelta para irse de su habitación cuando pareció acordarse de algo. —Casi me olvido, papá dijo que ayudaras con el cobertizo. Hay un exceso de cosas que probablemente son para tirar.

Y con eso, Iris se fue. Sabiendo que estar tirado en la cama lo único que iba a lograr es que sus pensamientos viajen otra vez a Oliver, decidió despegarse su habitación para ir al cobertizo.

Joe tenía razón, había mucha basura en este lugar.

Pero fue tan sólo que había terminado de revisar una de las cajas que vio otra, más pequeña que las demás y de madera. Tallado tenía una pequeña rosa tallada. A Barry le parecía muy familiar que no pudo evitar agarrarla. Al abrirla supo porque está pequeña caja de madera le era familiar.

Pertenecía a sus padres.

Al abrirla su vista fue recibida por una pequeña foto de ellos dos, abrazados, su padre le daba un beso en la mejilla a su madre mientras reía. Era la foto más bella que representaba lo que habían sido ellos, dos personas alegres que se amaban mucho.
Sentía que sus ojos se nublaban con ganas de llorar. La muerte de Henry todavía era reciente y le causaba dolor en el corazón, más en esta época del año.

Al sacar la pequeña foto de su lugar, en el fondo de la  caja había un montón de papeles, algunos doblados, otros en sobres. Sin embargo, sabia que era la letra de su madre.

Henry:

Feliz navidad.

Así arrancaba la carta.

Llevamos dos años juntos, los mejores dos años de mi vida. Te amo tanto, eres el novio más perfecto que pude haber pedido.

Era tan... juvenil. La manera en la que su madre profesaba su amor. Miró la fecha y no le sorprendió encontrar que había sido mucho antes de que él naciera.

Abrió otra carta, desesperado de saber más. Nora relataba las cosas con una gracia y amor, desde los problemas, hasta el sentimentalismo de un amor puro. Su padre había guardado estas cartas, Barry lo recordó porque antes de que el muriera él le había dicho que solía recurrir a las cartas cuando sus demonios lo atacaban, cuando se sentía menos amado, infeliz. Recuerda el sentimiento de opresión al pensar en su padre sintiéndose menos amado y sin embargo, entendía. Entendía la necesidad de querer tener algo seguro a lo que recurrir. La vida en prisión no debe haber sido fácil, y después de salir tuvo que haber sido complicado adaptarse a la vida.

Estas cartas habían sido una prueba clara para Henry de que siempre hubo alguien que lo amaba sin importar que.

Ni siquiera se dio cuenta de que estaba llorando hasta que oyó la puerta del cobertizo.

—Barry, gracias por... —Joe se interrumpió lo que iba a decir en cuanto vio el estado en el estaba. Se limpió las lágrimas y sostuvo la carta que había estado leyendo entre sus manos.

—Esto es, hermoso. —Dijo, porque no sabía que más decir.

—Tus padres realmente se amaban. —Joe se acercó y le pasó un brazo por los hombros. —Encontré la caja, entre las cosas de Henry. Puedes llevártela.

—Gracias.

—Creo que tener esto ayudó mucho a Henry en sus momentos difíciles no hablaba de eso pero estoy seguro que no debe haber sido fácil salir al mundo después de años preso por algo que no cometió.

—Lo sé. Tener esto, la prueba de que ella se sentía orgullosa de él debe haberlo ayudado. —Barry se limpió las lágrimas con el borde su camisa, y respiró hondo tratando de recomponerse.

—Vamos, te ayudare a limpias y después podemos tomar algo.

Eso hicieron y no fue hasta que la noche había caído, en la soledad de su departamento con su cena a medio comer y la cajita de madera sobre la mesa que Barry lo tenían tenia el regalo para Oliver.

Santa secreto | olivarry ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora