⚜️IV⚜️

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"En aquel cuarto con pisos de mármol y paredes bien pulcras y blancas como el hueso, con ventanas cubiertas por cortinas de seda perladas y lazos que las amarraban de un rosado pálido y hermoso; un joven príncipe se removía en las sábanas de su cama, buscando despertarse de aquel sueño.

Su cabello, oscuro como la noche, dejó de revolverse en las almohadas cuando sus ojos color miel se abrieron e hizo que su mente conectara con la realidad.

—¿Qué?— fue lo primero que dijo el príncipe al despertar y visualizar todo a su alrededor.

La habitación estaba limpia de punta a punta y tenía adornos finos y elegantes que le dejaron mucho que pensar. No obstante, lo importante de aquel lugar era el gran espejo que había a un lado de la cama. Aquello, pensó, le ayudaría a saber si estaba en su cuerpo o no.

Levantándose de inmediato de la gran cama, el Príncipe Carlo se miró en aquel espejo con bordes dorados y esculpidos en diferentes formas. En una esquina podía haber un cupido o unas alas y en el resto podría haber un remolino muy bien tallado.

Cuando sus ojos conectaron con el reflejo del cristal, no supo si se encontraba dormido aún o si ese era él en realidad. Su cuerpo se encontraba cubierto por una fina pijama de seda y de color rose gold. En sus pies llevaba medias blancas y, aunque su cabello estuviera despeinado, en él podía observar reflejos más claros que su tono. Eran negros, pero brillaban más que los demás. Al igual que sus ojos. Conociéndose, el había nacido con los ojos de color marrón, no de color miel; tampoco de un miel brillante y que te dejaba hipnotizado seguramente.

Pero, no le tomó mucho el analizarse, pues su puerta fue tocada y la voz de una mujer se hizo escuchar.

—¿Príncipe Carlo?— decía. —Príncipe Carlo, su majestad; sus padres, el rey y la reina, le están esperando para desayunar. Se preguntan el porqué tarda demasiado.— volvió a tocar. —¿Príncipe Carlo?

Su mente no supo cómo analizar aquella información, pues estaba entendido que él era un adolescente común y corriente que estaba a punto de terminar la escuela, tomar un examen y quizá vivir una vida de ensueño con su pareja, pero no que era un príncipe.

Uno muy bonito para ser exactos.

Pero, un príncipe al final.

—¿Soy un...un...príncipe?— musitó para sí mismo y, luego, vio como la mujer entraba en su cuarto después de haber pedido permiso.

—Oh, por Dios, su majestad.— se tapó la boca con ambas manos. —¿Qué hace aún en pijama? El rey y la reina lo esperan. Vamos, le prepararé un baño rápido y le buscaré su más hermoso atuendo.— la mujer, quien tenía una vestimenta de sirvienta, se acercó a él y le tomó de la mano. Fue guiado hasta una puerta blanca que supuso era el baño, pero, en realidad, solo era una puerta que lo llevaba a otra habitación. Más específicamente, a su clóset.

Era un closet gigante que contenía miles de trajes de las más finas telas y de los más hermosos diseños. Con gemas guardadas en cajones y con zapatos recién pulidos y relucientes; el Príncipe Carlo no supo cómo reaccionar.

—¿Todo esto es mío?— preguntó al aire, pero la mucama respondió en seguida.

—¿Qué cosas dice, su majestad? Claro que todo esto es suyo.— río. —El rey quiso que tuviera todos sus caprichos de la moda en una sola habitación. Debería agradecerle, ¿no cree?— se acercó con una muda de ropa en sus brazos y luego volvió a tomar a Carlo del brazo. Llevándolo, esta vez, a otra puerta.

—¿Mi padre?— susurró. Lo último que recordaba era que su padre y su madre se encontraban en proceso de divorcio y que no querían saber del uno ni del otro. Entonces, ¿qué era esto?

Tales of Magic: A Journey to FreedomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora