[Capítulo 12]

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Kyojuro había estado como loco los últimos días, no obstante, llegó a un punto de tanta soledad que ni siquiera le dirigía palabra alguna a su hermanito

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Kyojuro había estado como loco los últimos días, no obstante, llegó a un punto de tanta soledad que ni siquiera le dirigía palabra alguna a su hermanito.

Senjuro, por supuesto, estaba muy preocupado. No sabía bien qué hacer, si darle esa carta o no, pero no fue hasta que apareció el cuervo del Líder de los Cazadores de Demonios que se animó a darle la carta.

No quería causarle más estrés a su hermano, ni hablar de su padre. Entonces pensó que darle esa carta al cuervo kasugai del Patrón, era la mejor idea.

Aunque los nervios lo estaban matando, ¿Y si lo retaban? No quería enfurecer a su padre.

Su alivio llegó cuando recibió una respuesta del Ubuyashiki, diciéndole que lo deje como un secreto entre los dos y que, por nada en el mundo, se lo comenté Kyojuro para así evitar una reacción impulsiva.

Por otro lado, Kagaya Ubuyashiki tenía otro planes. Como mantenía cierta comunicación con Tamayo, supuso que se trataba de ella quien resguardaba a la mujer del Rengoku. Su suposición fue acertada y, por ende, pidió un informe al respecto.

Tamayo relató en sus pocas cartas que; ____ no recordaba a Kyojuro y estaba en un terrible estado de salud, y lo más importante, que había una luna superior involucrada.

Es por ello que luego de una larga reflexión, creyó que la mejor opción era usar a Akaza como una pieza importante para estar cada vez más cerca de Muzan. Este ya no tenía el control en el demonio, y este mismo parecía dudar de su antigua vida como devora hombres. Era algo arriesgado, sin embargo, era una gran oportunidad para experimentar al respecto y dejar de estar estancados en un mismo lugar como lo habían estado por varios años.

Frente a él, había una Luna Superior.

A diferencia de los pilares, quienes rodeaban al demonio y mantenían sus espadas descubiertas completamente concentrados y ansioso en cualquier mínimo movimiento, el patrón yacía relajado, con una alta confianza en Akaza. Lo aborrecía, de eso no cabía duda, pero menospreciarlo cuando podía jugar un papel importante, no le convenía en lo absoluto.

-Es sorprendente ver otro caso como el de Nezuko Kamado -Murmuró con un tono suave, ajeno a la preocupación de los espadachines.

Akaza clavó sus ojos dorados en los del hombre ciego. Un sentimiento de incomodidad lo invadía y su instinto le reventaba la cabeza de peligro, rodeado de pilares fuertes que mostraban espíritus de lucha inmensos. Por una parte estaba completamente entusiasmado y amaría enfrentarlos, pero ahora mismo se encontraba ensimismado en dudas y conmoción.

Trató de no moverse incluso amarrado con sogas, su brazos detrás de su espalda y su cabeza pegada al suelo, con dos espadas rozando su cuello.

Le parecía un poco exagerado.

- Quizá te parezca innecesaria tanta protección ¿No? -musitó -Estoy seguro que no tienes intenciones de pelear.

Las tenía, pero no contra alguien tan débil como él.

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