[Capítulo 2]

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La noche anterior había sido un respiro a su melancolía. Realmente le agradece a su amigo por pasar tiempo con ella, incluso quedaron con hacer una 'pijamada', no obstante, en cuánto se recostaron, cada uno se quedó dormido. Si, estaban demasiado -viejos- como para desvelarse.
Hablaron sobre trivialidades, Sanemi quejándose de lo débiles que eran los cazadores de menor rango, que el otro día tuvo que ir a una misión con Uzui quien no dejaba de presumir a sus tres esposas, o incluso que le habían llegado montones de regalos de parte de la hija de un clan reconocido luego de rescatarla de una "temible bestia". Aquello le sacó una sonrisa a la Hanabira, quien se pasó toda la noche molestándolo con que tal vez encontró al amor de su vida y él solo la ignoraba.

Al día siguiente se despertaron a la par, seguido de grandes carcajadas de parte del Shinazugawa al ver los cabellos alborotados de ____, la cual no se quedó atrás y le lanzó una almohada.
Luego fueron a desayunar, para finalmente el peliblanco despedirse de un abrazo y decirle que deje de lamentarse y disfrute su vida lo más que pueda. ____ Sonrió y volvió a ingresar a su hogar una vez que ya no vio más al opuesto.

—Fuyuki, Kiyomi —En cuanto las llamó, las muchachas aparecieron —Han hecho mucho por mi. Por favor, acepten tomarse un descanso para visitar a sus familiares.

—¡Pero Señora! —Atinó a decir Kiyomi 

—Nada de peros, quiero que se tomen un respiro. No se preocupen por mí, ¿Si? Ustedes también tienen sus vidas.

—¡¡Waaaah!! ¡¡Nuestra señora es tan amable!! —Sollozó Fuyuki, sin dudar en abrazar a su ama —Pero… ¿Está segura de esto?

La Hanabira asintió, acariciando la cabeza de la joven.
Las dos sirvientas no pusieron más obstáculos y aceptaron lo dicho por parte de ____, las cuales se fueron al día siguiente.

Por fin la albina había quedado a solas.
Su sonrisa se borró y de nuevo la oscuridad la consumió; ¿Por qué nadie entendía su dolor? Es como si minimizaran los hechos.

La noche, al ser el único momento del día donde podía salir sin preocuparse por su estúpida piel, decidió salir a dar un corto paseo alrededor de la laguna que no estaba tan lejos

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La noche, al ser el único momento del día donde podía salir sin preocuparse por su estúpida piel, decidió salir a dar un corto paseo alrededor de la laguna que no estaba tan lejos. Quizá, sabiendo de la existencia de los demonios, era peligroso, aún así, ¿Qué más podía perder?
Cada cierto tiempo, limpiaba sus ojos azulados llenos de tristeza y regresaba a la realidad, para volver a zambullirse en el sufrimiento que su corazón tenía. Una vez arribó a las orillas de la laguna, se sentó en un pequeño tronco y respiró el aire gélido de la madrugada.

El silencio, el agua deslizarse a causa del viento y la luna reflejada en el agua le daban una paz inexplicable. Gracias a eso, el crujir de algunas ramas y hojas fueron lo suficientemente audible como para espantarla. Por más que no le importara morir, su cuerpo tenía miedo y por ello se puso de pie,  tratando de distinguir la figura que estaba a tan solo unos metros de ella. Entrecerró sus ojos, buscando más visión, pero sin éxito. Al parecer, su necesidad de ver de quien se trataba se hizo realidad, ya que eso se acercó lentamente, imitando un gruñido.

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