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«¿Cómo le hace para ser naturalmente tan bella?
Y es que, que preciosa era.
Jamás podría cansarme de mirarla, de escucharla, de quererla, de amarla...
Amarla... Por Dios, la amo...
La he amado desde que la conozco y no me había dado cuenta.»
—Diana Barry.

Punto de vista de narrador.

Finalmente había llegado el día.

...El día más esperado para todos, no solo para Anne y Diana.

Marilla estaba detrás de Anne, apretando su primer corsé, ambas frente al espejo.

Anne suspiró al sentir la presión, sin embargo, la alegría que sentía en ese momento, no podría ser suavizada con nada; nada sería de impedimento para que aquél fuese el mejor día de su vida, junto a su persona más especial. Sonrió mirándose en el espejo y se encontró con los profundos ojos de Marilla, viéndola fijamente con una sonrisa, pudo jurar que Marilla tenía pequeñas lágrimas en sus ojos.

—Has crecido mi pequeña y traviesa, Anne... —Marilla limpió rápidamente sus lágrimas—...Te ves hermosa. No lo digo para que alimentes tu vanidad, pero eres toda una hermosa dama, y estoy orgullosa de ti.

Las palabras de su madre adoptiva, hicieron que los ojos de Anne se llenasen de lágrimas de inmediato.

—Gracias, Marilla... —le respondió su hija, sin molestarse por limpiar sus lágrimas, al contrario, mostraba sus sentimientos y emociones con orgullo. Su madre le ayudó a ponerse el vestido azul que había confeccionado justo para la ocasión y poco a poco Anne, con su ayuda, se lo colocó.

Al terminar de arreglarse el vestido, la hija de los Cuthbert se vio en el espejo, la impresión fue tanta, que sus labios formaron una perfecta 'o'.

Se veía como toda una mujer.

Una Marilla a sus espaldas sonreía con emoción y pestañeaba repetidas veces, intentando desaparecer sus lágrimas picantes.

Estoy... Estoy... —Anne no se podía creer lo que veía en el espejo, estaba hipnotizada, es como si sus súplicas y ruegos hacia Dios, de querer ser bella y hermosa, finalmente hubiesen sido escuchados.

Hermosa. —acompletó Matthew Cuthbert, asomándose por la puerta, sonriendo hacia su hija, quien parecía una princesa de cuento.

Anne asintió emocionada, para luego sentarse frente a su tocador, con Marilla detrás suyo, ayudándola a terminar su peinado.

Matthew se sentó en la cama de Anne, observándola pacientemente y es que, aún no podía creer que su pequeña hija había florecido en una hermosa dama.

Cuando estuvo lista, escucharon abajo algunos ruidos. Matthew observó por la ventana el carruaje de los Barry acercándose a su casa, en busca de su Anne.

—Es hora... —susurró el hermano menor de los Cuthbert con una pequeña sonrisa. Los rayos del sol comenzaron en amenazar con esfumarse, al momento que Marilla abrazó una última vez a Anne, para posteriormente bajar.

Al mismo tiempo, Diana Barry respiraba profundamente sintiendo su corazón acelerarse. Cuando sintió que el carruaje se detuvo, tragó saliva pesadamente y salió del mismo, para acercarse a la puerta de los Cuthbert, tocó un par de veces, para luego darse la vuelta y perder su vista en el hermoso atardecer que les ofrecía el planeta aquél día.

Una voz y unos ruidos que provenían de adentro de la casa, la sacaron de sus pensamientos, para girarse y encontrarse allí parada y en frente suyo, a Anne Shirley vestida con un hermoso vestido azul, con detalles en blanco y dorado, detrás suyo vio venir a Matthew y a Marilla, quienes las miraban a ambas con una hermosa sonrisa.

𝗟𝗮𝘀 𝗖𝗼𝘀𝗮𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗝𝗮𝗺𝗮́𝘀 𝘁𝗲 𝗵𝗲 𝗗𝗶𝗰𝗵𝗼 [𝘋𝘪𝘢𝘯𝘯𝘦]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora