Debería decir que me había gustado comer esas 4 manzanas con caramelo o haber probado el refresco cola, por no mencionar las vueltas en los caballos coloridos del carrusel.
A fin de cuentas ese loco no estaba tan loco, tenía corazón o alma, un alma bien oculta en un cofre de hierro.
No me sentía un niño hace muchísimo tiempo, así que bajar la guardia no estuvo mal. Fue un día que recordaré a no ser porque debía escapar, cuánto antes. Decía que me quería y quería que fuera suyo, como una especie de amigo, me compraba lo que quisiese, se mofaba de mis actitudes poco amistosas y juraba ser bueno mientras lo obedeciese.
Mi pierna adquirió un tono morado, estuve internado en aquella habitación una semana mientras el sujeto me cambiaba las vendas y me rociaba con una especie de pócima con alcohol. Debería sonreír y darle las gracias pero un sentimiento desagradable me oprimía cada vez más, parecía ser una marioneta y el que me ejecutaba en una función, era él.
Me mostraba sus afilados dientes en una sonrisa indescriptible. Aunque en ninguna ocasión me dejó sin comer ni beber de agua o lo que se me antojase una necesidad, mi imagen sobre aquel siniestro secuestrador jamás cambiaría.
En una ocasión al ir al baño en puntillas, diviise la puerta entreabierta de su cuarto, y en una mesa, mi martillo. Hace días me preguntaba en dónde estaría, y eh estado pensando como hacerme de él nuevamente.
No eh tenido un momento exacto como para ejecutar un plan. Por lo que sé es que la casa tiene 3 habitaciones: la principal, la de huéspedes y la de invitados especiales. No sé muy bien en que va eso, y me parece una grandiosa estupidez.
Está dividida en 4 secciones: cuarto de baño, cocina, sala y recibidor. También hay un patio con un par de árboles completamente faltos de hojas. Hay un muro de rejas y un enorme portón, que diría que mide 4-5 metros. Por lo demás, no camino mucho ni salgo del perímetro de habitación para huéspedes-recibidor hacia afuera, y lo que ví del exterior fue por un ventanal.
Sé que me llamo Archie y tengo 17 años. Por lo demás, sé que tengo un único enemigo y es ese tipo de la galera. Parece que le gusta tomar vino en tambos, en lugares remotos, fuma pipa, toca el piano y se levanta tarde. También sé que se llama Fenrir Longbottom, y que tiene la apariencia de un señor de 30 y pocos años. Lo sé porque un día, una niña bastante agobiante le golpeó la puerta para venderle galletas.
Me sorprendió la amabilidad con que la atendió, era como si habitarán dos personas al mismo tiempo en el cuerpo del sujeto.
Y al entrar, me mostró una de esas tantas sonrisas torcidas características suyas, y me ofreció la caja con las supuestas galletas. Mencionó algo de unas partituras de piano y Bach, para después perderse por el corredor.
No me fijé en nada más que hiciera porque revisé la caja en busca de los ingredientes, y empecé a comer. Eran de vainilla y chispas.
Con respecto a la famosa herramienta: martillo, me hice con él para desclavar las tablas de la ventana, el sujeto ni se dió por enterado porque estaba sentado en un mullido sillón de la sala, escuchando el tocadiscos. Desde ese aparato salían murmullos y gritos ahogados, aparentemente andaba algo mal, no sé si era el tocadiscos o la música que emitía. Sin embargo ni experimenté miedo, sino un sentimiento de risa reprimida. Quería estallar de la risa, reírme en su cara por lo estúpido que era.
Ya iba por la antepenúltima
tabla cuando, al hacer un movimiento hacia atrás con todas mis fuerzas, el martillo salió disparado hacía adelante y rompió la ventana, atravesandola literalmente y provocando un estallido de cristales y un grave estruendo. La risa reprimida se convirtió en horror, y vi como el martillo aterrizó en el pasto. Entonces aproveché a pasar una pierna, luego las dos y la parte inferior, hasta quedar mi cabeza y el cuello dentro de la casa, junto con mis brazos agarrándose al marco.Cuando oigo la puerta golpearse de forma brusca y en el momento me dejo caer, y aterrizo en un montón de arbusto, que al instante me abrazan con sus diminutas ramas. El impacto me hace cosquillear los pies, y una notable electricidad sube desde ahí hasta mis hombros. Al ver hacía arriba, el tipo loco asoma su cabeza por la ventana y masculla un montón de juramentos.
No pienso dos veces cuando ya estoy corriendo con el martillo en mano rumbo a dónde quieran que me lleven mis pies.
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Archie
FantasyUna aventura que llevará al protagonista al filo de una situación algo peligrosa, en dónde conocerá a un villano, estando a punto de cambiarle la vida por completo.