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En la mesa durante el desayuno, me abordan todos mis familiares con un intenso abrazo de oso y me siento verdaderamente felíz en mucho tiempo. Les cuento mis pasantías y mi reciente problema, ellos escuchan con atención y al terminar, me ofrecen quedarme todo el tiempo que desee y es así, que viva allí para siempre. Que no les molestaría, al contrario,era una agradable sorpresa.

—¿¡Qué intentaste pegarle con un martillo!?.–pregunta Luther alarmado.

—Estaba pensando hacerlo, cuando de la nada me sujeto del tobillo infraganti–, cuento—Cuando desperté ya estaba en aquel lugar.

Les cuento con lujo de detalles también y respondo a algunas de sus preguntas. La abuela luce tranquila y asiente cada vez que algo estuvo bien de mi parte. Me ofrece pastel de calabaza y una taza de té caliente. Soplo para luego dar un largo trago.

—No estaría nada mal–, responde mi padre entrando por la puerta principal, al comedor, dónde todo el mundo estaba reunido.

Lo observo y él me analiza atentamente. Levanta una ceja, y me siento algo incómodo.

—¿Qué te has hecho en el pelo?–, pregunta ronco.

—Un tinte, no será permanente pero temo que no volverá a ser casi blanco como el de ustedes–, digo un poco decepcionado en el fondo, no sé muy bien de que sentimiento se trataba pero, era sin duda triste.

—¡Destacas de todos nosotros!, es algo gracioso.–murmura, riéndose y señalando mi cabeza con el dedo índice.

—Oh si, ¡Pueden hacerme todas las bromas que quieran–, digo—Desde apodos como cabeza de mango, naranja con extremidades, sol de verano o raro y anormal.

Me encojo de hombros porque no me importaría en lo más mínimo.

—De acuerdo, suena bien "cabeza de mango". ¿Te parece?.– dice para luego dar unas zancadas y alcanzarme, posando ambas manos en mis estrechos hombros.

Asiento y digo:
—Me parece.

Todos se dispersan y él se sienta a mi lado para mirarme fijo. Se le dibuja una media sonrisa ensanchando un hoyuelo que no me acordaba que tenía. Tiene un aire socarrón, extraño.

—¿Y que has estado haciendo? pregunta–, ¿Alguna aventura?.

Me quedo pensando, debería de haber estado escuchando afuera apoyado en el marco de la puerta con aire distraído pero finge no saber nada.

—Que me secuestró un tipo de galera.

Se hecha a reír y me enfado al instante. ¿Que es lo gracioso?, me siento algo estúpido pero no le doy importancia. Lo miro esperando una explicación, o al menos, una respuesta.
Se queda callado al fin. Y me mira.

—Con las características que has mencionando de aquel tipo..–añade expectante y tranquilo—Diría que lo conozco.

Aquello me golpea de imprevisto, y si que lo ah hecho. Oh, padre. Eres un cofre de sorpresas.

—Imposible– musito.
A lo que me doy una cachetada mental. Me acomodo la garganta y pregunto:
—¿Cómo es que lo conoces?.

Toma aire, y a su vez mi taza de té y se lo bebe de un trago. Abro mi boca para protestar pero hace una ademán de que me calle con la mano y escuche atentamente.

—Que niño tan ingenuo eh criado. Ese tipo se llama Fenrir Longbottom,y si, está chiflado. Pero porque le han pasado un sinfín de numeritos cuando aún era un crío, lo cual compadezco enormemente. Además de eso me tiene cierto rencor por haberle robado a la mujer que tanto amaba y que fue mi esposa por tanto tiempo hasta tenerte a ti, por supuesto, hablo de tu madre. Fenrirland estaba loco por ella, tanto que entró en catarsis cuando supo que ya había escogido entre los dos y me había escogido a mi.

Se siente orgulloso, pero esa historia jamás había salido de boca de mi padre y menos de mi madre. Entonces no logro entender del todo que es lo que está pasando y todo me resulta aún más confuso y perturbador. Que lo que pasó tiene un porque y una historia detrás me pone a pensar.  Conjeturas y teorías un poco destartaladas.

—Intentó muchas artimañas por tenerla, pero lo obvio resultaba obvio. Y fue un golpe duro para él, porque creí todo el tiempo que se había quitado la vida pero resulta que sigue en este mundo. Que curioso. Lo siento mucho por el sujeto pero debo protegerte y no sé cómo rayos pasó aquello, y que casi podrías haber muerto. Jamás pensé ni me imaginé. No te has hecho un hombre para nada, eres muy diferente a mi, eres como un pollo en un nido. Todavía te falta crecer, en todos los sentidos.

Sus palabras me dan hondo, no esperaba para nada encontrarme con algo así. Ante todo, recibí su apretón de manos con creces.

—Lo siento por no haber estado ahí- alega, ablandandose.

—¡Eso no importa ahora!–digo bruscamente, levantándome.

ArchieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora