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NUVAS SENSACIONES: DESBLOQUEADAS

Bajé como pude del auto, aun llevaba el pulso acelerado y la cabeza hecha un lio. No me había molestado en darle una explicación a Daniel y él no se había molestado en pedirla, eso facilitó mucho mi salida de la empresa. Estaba tan furioso que ingresé a toda velocidad en el cine y me colé directo a la parte de bodega.

Era el único lugar en el que podría encontrar a Iacler.

Al llegar, al fondo de la misma, lo vi. Estaba sentado en una esquina, con una tranquilidad tan notoria que resultaba falsa, concentrado en su teléfono, sin mirarme, quería fingir que no me había visto llegar. Con la respiración agitada di pasos rápidos hacia él y no me detuve hasta tenerlo de frente.

—Habla —Exigí.

Su mirada por fin se posó en mí, pestañeó incrédulo y sonrió tanto que se vio demasiado forzado.

—Oh, hola Aslan, me alegra verte aquí, dame un segundo, estoy...

No lo dejé terminar, no tenía tiempo para estas cosas. Los secretos me ponían de mal humor y estar vestido de esta forma lo multiplicaba. Sin dudarlo, le arrebaté el celular para que dejara de darle vueltas al asunto.

—O me dices, o lo lanzo a la trituradora —Amenacé.

En su rostro se dibujó una mueca de sorpresa, pero fue reemplazada rápidamente por una sonrisilla con suficiencia.

—Hazlo, pero me tendrás que comprar uno nuevo.

Asentí decidido.

Caminé en dirección a la trituradora de papel, pero antes de llegar, Iacler tomó mi mano impidiéndome avanzar más.

—¿Estás loco? Toda mi información está ahí.

Parecía alterado.

Vaya, su fachada de relajado se había caído tan rápido.

—Pero no te importa —agregué con sarcasmo.

Cayó en cuenta de su reacción alterada, carraspeó y se sacudió la camiseta para verse menos preocupado.

Fracasó.

—En lo absoluto, solo que no quiero verte en deuda conmigo.

Giré los ojos.

—¿Me dirás sí o no?

—No puedo hacerlo, Aslan. Yo...

En un movimiento rápido apunté en dirección a la trituradora con intenciones de lanzarlo, pero un grito de su parte me impidió continuar mi acción.

—¡NO! Para, por favor no lo hagas.

Dejé salir aire por la nariz.

Bajé el brazo, me planté firme y lo miré fijamente.

Cómo picaba este traje, deseaba irme a casa ya, maldita sea.

—Dilo ya, no tengo tiempo para esto.

Iacler se frotó el rostro indignado, luego levantó la cabeza y dejó salir el aire que estaba conteniendo.

—Si no lo hago destruirás mi celular, luego irás con Samantha y ella te dirá todo porque siempre cede ante ti y mis intentos por no hacerlo serán un trabajo desperdiciado, entonces. No sacrificaré mis datos por nada.

Empecé a sentir un poco de compasión por él, de verdad se lo veía afligido.

—Misa está aquí —Continuó de golpe, dejando salir la información como si esta le estuviese consumiendo el alma—, ha venido con algunos amigos a ver el estreno de la nueva película de los Vengadores.

Los abrazos que  no nos dimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora