07:03 suena el despertador.
Odio las horas exactas, y para despertarme no iba a ser menos. Cualquier cosa menos que los minutos acaben en cero. No preguntéis, manías mías.
Bajo a desayunar, lo hago rápido y subo otra vez a mi cuarto ante la atenta mirada de mi madre que bebe su café, sorbo a sorbo.
Me ducho, me visto, me aseo, me pinto y bajo a por mi mochila. Saco un folio con la solución de algunos problemas de mates, hoy es el examen y voy a por el diez.
Por el camino repaso una y otra vez los ejercicios que hice con los Oviedo.
Ug, Ellie, no te alteres. Ya se te a pasado. Pero por mucho que lo intente se que no se me ha pasado, soy demasiado terca, necesito un perdón, con eso todo se me pasa. Aun que hayas intentado matarme con un perdón, todo arreglado. Pero se que ese perdón no va ha llegar, Jesús no sabe que estoy picada y tampoco creo que le importe.
Decido vaciar mi mente de cualquier pensamiento y me centro en los números agrupados estratégicamente que tengo delante.
Llego al instituto y me siento en el pupitre, en la quinta fila, desde donde noto que alguien me mira. ¿Esto va ha ser así siempre a partir de ahora? ¿O qué?
Levanto la mirada del mis ejercicios y para mi sorpresa el que me mira es el mismo que lo hacía ayer.
- ¿Qué?- Digo en voz baja y gesticulando de manera que cualquiera diría que perdí la educación de camino a clase.
Jesús se encoge de hombros y sigue mirándome.
- ¿Qué a partir de ahora mirarme es tu nuevo hobbie?- Le digo.
Este sonríe, pero la cara de asco que le devuelvo hace que la borre al segundo.
Se levanta y viene hacia mí.
- Oye.- Dice cuando llega mi lado.- No sé que te he hecho, pero... ¿lo siento?
- ¿Qué lo sientes?- Digo subiendo un poco el tono de voz.
- Sí, supongo...
- Vale, todo arreglado.
- No, enserio.
- Lo digo enserio.- Digo sonriéndole.- Ahora vete, quiero estudiar.
Noto en él como lo duda al principio, sin mirarle estiro el brazo y le empujo suavemente para que me deje estudiar. En cinco minutos llegará la profesora y tengo que sacar la mejor nota de la clase si quiero tener media de nueve cuando acabe el curso. En la única asignatura que me permito sacar sietes o ochos es Educación Física, que entre que no trago a la asignatura y la profesora no me traga a mi, llegar al nueve se me hace imposible.
Hoy es martes, lo que implica colegio por la tarde. Me dirijo al comedor junto a Leila y Nuria, una chica nueva de la clase de al lado que comparte optativa con mi mejor amiga.
- ¿Habéis hecho el examen? Joder, si llego al cinco me pongo a bailar sevillanas en medio de clase.- Comenta la de cuarto A.
Leila y yo reímos ante su comentario y cogemos las bandejas para que nos sirvan la comida.
Mi instituto queda lejos de ser el típico instituto americano donde hay platos a elegir. Lo que hay te lo comes te guste o no.
Durante la comida puedo observar como Dani viene hacia mi.
- ¿Qué daba la segunda?- Dice sentándose a mi lado.
- Ay Dani, no lo sé.
- Hoy quedamos, ¿vale?
- Claro, toca clase, es martes.
- No, ya no hay más exámenes hasta dentro de un mes por lo menos. Quedamos tu y yo, a dar una vuelta.
- ¿Y eso?
Dani resopla.
- ¿Sí o no?
- Vale, nos vemos esta tarde.
- A y treinta y cinco en mi casa.
- Como siempre.