✩𝐆𝐄𝐓𝐀𝐖𝐀𝐘 𝐂𝐀𝐑✩ ┊ ❛No, nothin' good starts in a getaway car❜
⸻ EN DONDE Asher decide acompañar a su hermano Lewis en el resto de la temporada, buscando sanar su corazón roto.
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EN DONDE los pilotos de Redbull y Ferrari conocen al hermano men...
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Capítulo 3: La fotografía
El sonido del teléfono rompió el silencio del amanecer. Asher abrió un ojo, confundido, y lo cerró enseguida, arrepentido de haberlo hecho. La luz que se filtraba por las cortinas era demasiado agresiva para alguien que no se consideraba precisamente madrugador. Últimamente, entre los eventos de su hermano y el ajetreo constante del paddock, su sueño se había convertido en una maraña de horas sueltas, sueños inconclusos y despertares tempranos que no pedía.
El celular vibró de nuevo. Con un gruñido somnoliento, extendió el brazo para alcanzarlo y vio el nombre de su hermano en la pantalla:
Lewis Hamilton.
Un mensaje breve, casi una orden disfrazada de invitación.
"Desayuno a las 9. Trae buen humor. Paddock café."
Asher soltó una risa cansada, tecleó un rápido "ok" y dejó el teléfono sobre la cama. El buen humor no era algo que se pudiera forzar, pero por Lewis lo intentaría.
Se levantó despacio, desperezándose, dejando que el aire frío del hotel lo terminara de despertar. Eligió unos jeans ajustados, una camiseta negra y unas gafas de sol que, más que accesorio, eran una extensión de su personalidad. Se miró en el espejo antes de salir: el reflejo le devolvió la mirada con una sonrisa ladeada, una que escondía un cansancio que solo él sabía interpretar.
El hotel estaba casi vacío a esa hora. Algunos ingenieros pasaban con carpetas bajo el brazo, y el murmullo de motores a medio montar se filtraba desde el paddock cercano. El fin de semana del Gran Premio de Hungría había comenzado, y el aire olía a ansiedad, a goma quemada y a café.
Mientras caminaba, Asher saludaba a conocidos, mecánicos e ingenieros que lo habían adoptado como una especie de talismán de buena suerte. Su simpatía era magnética, y su sonrisa genuina, de esas que desarmaban la formalidad del paddock.
A unos metros del café, una voz inconfundible lo detuvo.
—¡Asher! —Toto, con su usual entusiasmo, le hizo una seña para acercarse. —¿Cómo estás hijo?
—Buenos días Toto, he estado mejor —respondió él, tratando de sonar más despierto de lo que estaba.
—Estaba justo hablando con el equipo sobre las nuevas modificaciones del monoplaza. Lewis está en buena forma, pero Red Bull sigue siendo un rival durísimo. Checo y Max están imparables. Será un fin de semana interesante.