✩𝐆𝐄𝐓𝐀𝐖𝐀𝐘 𝐂𝐀𝐑✩ ┊ ❛No, nothin' good starts in a getaway car❜
⸻ EN DONDE Asher decide acompañar a su hermano Lewis en el resto de la temporada, buscando sanar su corazón roto.
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EN DONDE los pilotos de Redbull y Ferrari conocen al hermano men...
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Reencuentro en Spa-Francorchamps
El amanecer belga se desplegaba gris y majestuoso, con una neblina que se arrastraba sobre los pinos de las Ardenas.
El aire olía a tierra mojada, gasolina y emoción. El rugido de los motores en el circuito de Spa-Francorchamps parecía resonar hasta en los huesos, un canto mecánico que Asher conocía mejor que cualquier melodía.
Tenía la cámara colgando del cuello y una sonrisa tranquila en los labios, había algo casi poético en observar a los monoplazas cruzar la pista bajo el cielo encapotado, cada gota de lluvia que golpeaba los alerones parecía parte de una coreografía invisible que él, con su lente, traducía en emoción pura.
No era el ruido lo que lo fascinaba, era la vida que vibraba dentro de todo aquello: los mecánicos corriendo, los gestos de concentración, la pasión que se respiraba como un perfume familiar.
En su pase colgaba el logo plateado de Mercedes con una línea discreta debajo:
Guest of Toto Wolff. Y eso, para quien conocía la historia, decía más de lo que parecía.
Flashback — Melbourne, 2013
Tenía trece años y los auriculares colgando del cuello, las zapatillas cubiertas de polvo y el corazón pesado, era su primer Gran Premio sin su madre, y aunque Lewis acababa de subir al podio, el niño no podía sentirse más lejos de aquella euforia.
Los flashes, los gritos de los periodistas, las cámaras persiguiendo a su hermano... Era como si todos tuvieran un lugar en el mundo, menos él.
Se apartó del barullo y se sentó en el borde del muro del paddock, observando cómo los mecánicos desmontaban piezas y limpiaban el suelo, sacó su vieja cámara —una Canon que apenas funcionaba— y empezó a tomar fotos sin pensar: manos engrasadas, rostros cansados, una botella olvidada sobre una mesa.
Hasta que una voz grave interrumpió su concentración:
—No está mal, tienes buen ojo, Asher.
Levantó la vista y lo vio: Toto Wolff, alto, impecablemente vestido, pero con una sonrisa genuina, cálida.
A su lado, Susie —elegante, con esa mezcla de dulzura y autoridad que lo hacía sentir seguro solo con mirarla.
—Hola —murmuró Asher, nervioso—. No sabía que estaba tomando fotos de... tu gente.
Toto se inclinó un poco, apoyando las manos en las rodillas para quedar a su altura —No te preocupes, lo que haces tiene valor, no todo el mundo ve la belleza en el trabajo duro.