𝐼𝐼

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Inicio de semana.
Ya era temprano por la mañana y el frío y neblina correspondientes a Enero adornaban las calles.

El aliento de cualquiera que se expusiera a salir en ese momento sería visible frente a su rostro congelado.

Y esa era la situación de Chuuya, quién se encontraba caminando rumbo a la escuela justo ahora.

El término de las vacaciones de invierno era lo peor para él, puesto que detestaba el frío y el como hacia que su nariz enrojeciera, haciendo contraste con los matices pálidos de su piel.

El camino era largo pero nada difícil de recordar.

Miro la hora. Eran apenas las 6:30 am, así que caminó con tranquilidad sabiendo que no le tomaría más de 10 minutos llegar ahí antes que la mayoría de los alumnos.

Mientras tanto, no le quedaba más que aguantarse el frío y disfrutar la música que se reproducía en sus auriculares.

Youngblood
5 Seconds of Summer

Remember the words you told
me, "Love me 'til the day i die"

Surrender my everything' cause you made belive you're mine

Yeah, you used to call me 'baby', now, you're calling me by name

Takes one to know one, yeah,
you beat me at my own damn game

You push and you push and
I'm pulling away

Pulling away from you

I give and I give and i give and
you take

Give and you take

¡Youngblood!

Say you want me, say you
want me out of you life

Then I'm just a dead men
walking tonight

But you need, yeah, you
need it all of the time yeah

. . .                    

Esa canción se repetía una y otra vez hasta que finalmente se encontró con la entrada a su escuela...

No le quedaba de otra más que entrar, y aunque es más de una ocasión se proponía a si mismo no hacerlo y simplemente volver a casa, siempre terminaba entrando de una forma u otra.

Se acomodó el cabello y saco su teléfono para revisar la hora: 6:42

–Mhh aún es temprano...– gruñó.

Sus pies comenzaron a moverse de nuevo, está vez dentro de las instalaciones hasta el 2do piso.

Antes de entrar a su salón y espero fervientemente que aún no hubiera nadie ahí. Pero para su desgracia, un chico peliplata y la chica de pelo rosado junto a él ya lo estaban esperando.

–¡Buenos días, Chuuya!– saludaron al unisóno.

El mencionado se despidió de la esperanza de sus momentos de paz e hizo un gesto para regresarles el saludo. Inmediatamente después camino a su asiento, dejó sus cosas y se quitó los auriculares.

𝐺𝑜𝑜𝑑𝑏𝑦𝑒, 𝑀𝑦 𝐷𝑎𝑛𝑖𝑠ℎ 𝑆𝑤𝑒𝑒𝑡ℎ𝑒𝑎𝑟𝑡 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora