𝐼𝐼𝐼

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–Tsk, más le vale recompensarme...–

Dijo cuando finalmente tuvo la alta estructura blanca del hospital frente a si y exhaló con exasperación.

Abrió la puerta transparente con suavidad, sintiendo que ese material se rompería si aplicaba la fuerza incorrecta. Examinó el lugar con la vista y atravesó la sala de espera en cuanto localizó a su hermana.

–Buh.– dijo en un tono plano cuando se acercó a ella por la espalda.

A pesar de saber al instante que se trataba de su hermano, Koyo giró lentamente la cabeza, y en cuánto lo vio, pegó un brincó y exclamó:

–¡Ay, Dios mio!– posó una de sus delgadas y elegantes manos sobre su corazón de manera dramática.

Chuuya le sonrió sarcásticamente.

–¿Has considerado ser actriz? Lo lograrías con naturalidad. –

–Y tú deberías ser comediante.– le respondió en el mismo tono sarcástico.

El muchacho iba a agregar algunas burlas más. Ya fuera por su cabello, su carácter o su suerte en su última cita, pero Koyo, nuevamente lo obligó a tragarse sus palabras posando su dedo índice en sus labios antes de que él siquiera abriera la boca.

–Mejor ya no hables.– comenzó– recuerda que tienes un favor pendiente~. –

Rodó los ojos y comenzó a hablar de nuevo.

–Y tú recuerda que no soy adivino. ¿Pretendes que llegue por arte de magia?– se separó de la mano de su hermana

–Bueno, tienes razón.– se encogió de hombros– bueno ya mismo te explico.

Él levantó una ceja, esperándola.

–Primero subes 4 pisos, usa el elevador, luego en cuantos salgas vas dos pasillos a la izquierda y uno a la derecha hasta el fondo.–

–Lo tengo.– se dió la vuelta y se despidió con la mano sin mirar atrás.

Entró al elevador -que afortunadamente estaba vacío- y presionó el botón para el 4rto piso.

Subió. Se detuvo, y se cómodo la mochila sobre los hombros antes de salir.
Al hacerlo parpadeo varias veces por el golpe de la luz blanca que rebotaba entre las paredes hasta que se acostumbrara.

Camino siguiendo las indicaciones por aquellos altos pasillos al mismo tiempo que un olor mayor a medicina inundaba sus fosas nasales.

Dos a la izquierda.

Uno a la derecha.

Hasta el fondo.

Llegó hasta la puerta de una habitación con un número y una letra grabados juntos...

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2 5 8 - A

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Chuuya soltó un suspiro tratando de que el fastidio se fuera con el mismo.

Se acomodó el cabello y dio un pasó hacia la puerta; toco 3 veces continuas.

Silencio.

Esperó.

Tocó de nuevo.

Entonces escuchó un débil murmullo al otro lado de la puerta junto a suaves pasos que se acercaban con pereza. Para cuando estos llegaron hasta la puerta, Chuuya retrocedió su paso inicial y, como de costumbre, rodó los ojos. Quién quiera que estuviese del otro lado de verdad se estaba tomado su tiempo.

𝐺𝑜𝑜𝑑𝑏𝑦𝑒, 𝑀𝑦 𝐷𝑎𝑛𝑖𝑠ℎ 𝑆𝑤𝑒𝑒𝑡ℎ𝑒𝑎𝑟𝑡 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora