Y preocupada por la felicidad de su noble caballero, la princesa guerrera del reino de los gatounicornios se enmarcó con decisión y valentía en una misión sin precedentes.
¡Encontrar una mamá!
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¿Qué es lo que hace a alguien una mamá?
¿Dónde podría encontrar una?
¿Cómo podría saber si es la correcta?
Preguntas y más preguntas se alborotaban en la mente de Eri. Tanto que no importaba la discusión que sus tías tenían acerca de 'qué tono de violeta combinaría mejor con su cabello'.
Su tía Mina sostenía un bonito overol de tono lavanda y lunares verdes mientras su tía Toru meneaba un vestido playero lila en su cara. Ninguna dispuesta a ceder.
—Simplemente hay que llevar los dos— culminó tan pacífica y sabiamente su tía Momo, tomando ambas prendas en sus manos y dirigiéndose a la caja sin que nadie pudiera objetar.
Su tía Ochako suspiró resignada a su lado, tomando la mano de Eri, lo que finalmente logró llamar la atención de la pequeña, listas para salir de la tienda y seguramente entrar a otra.
Eri disfrutaba mucho de pasar tiempo con sus tías. Le gustaba que peinaran su cabello en muchos estilos, y era divertido cuando cocinaban juntas. En esta ocasión insistieron en llevarla de compras después de la escuela, y aunque la pequeña no era consciente, las chicas amaban mimarla y comprarle obsequios.
Sin embargo, Eri estaba demasiado distraída pensando en su misión como para poder disfrutarlo como se debe.
Sus ojitos rojos se desviaron discretamente hasta otra niña, quizá más pequeña que ella, que caminaba dando saltitos al otro lado del pasillo, tomada de la mano de una mujer que sonreía abiertamente y la elevaba en el aire cada cuantos pasos.
Una mami...
Eri apretó la falda de su vestido con su manita.
¿Cómo debe ser una mamá?
Kota-kun había dicho que su mamá cuidaba de él, que era amable y divertida; fuerte, valiente e inteligente.
Alguien amable y divertida...
~Ghrr~
Un gruñido lo suficientemente fuerte para ser escuchado en medio del bullicio del centro comercial salió vergonzosamente de su pancita sacándola de su trance y llamando la atención de su tía Ochako.
El rostro de la pequeña se sonrojó y Ochako soltó una risita.
—¡Vaya, vaya! Parece que tenemos un pequeño monstruo hambriento por aquí— su tía se acuclilló a su lado y sin que Eri pudiera defenderse, sus dedos se movieron hasta hacerle cosquillas. —¡No dejaré que se coma a Eri-chan!
Eri empezó a reír, y trató de huir juguetonamente, solo para ser atrapada con el quirk de su tía, siendo elevada en el aire directamente hasta sus brazos.
—¿Adonde crees que vas pequeño monstruo?— dijo Ochako repartiendo ahora besitos por sus mejillas regordetas sin que la niña dejara de reír. —¿Qué crees que podría detener está tragedia, hm?
