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Uno, dos, tres

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Uno, dos, tres. ¡Salto!

Uno, dos, tres. ¡Salto de nuevo!

—Linda, si no miras al frente vas a terminar besando un poste— la voz de Ochako apenas logró que Eri levantara la vista de sus muy muy nuevos y geniales zapatos rojos de la nueva colaboración de su papi, la edición limitada que saldría hasta la próxima semana y que su tío Tenya le había llevado la noche anterior (aun cuando siempre aseguraba de que nadie debería abusar de su posición y conexiones).

Eri obedeció y el resto del camino hizo un sobre esfuerzo para no devolver su vista a sus -supermegaincreibles- zapatos.

Una vez en la escuela, se despidió de Ochako con un besito en la mejilla y entró emocionada a su salón.

Tomó su lugar en la mesa y no pasó mucho para que una de sus amiguitas, Kirin-chan, se acercara a saludarla; y aunque Eri prestaba atención a su conversación, notó el momento en que Kota entraba al salón y no dudó en levantar su mano y saludarlo con efusividad. El chico se limitó a inclinar su cabeza en su dirección y siguió hasta su lugar.

—O-oye, Eri-chan— habló Kirin a su lado sin dejar de observar a Kota. —¿Kota-kun no te asusta? S-siempre parece molesto...

Eri inclinó su cabecita a un lado, con duda y extrañeza. Kota-kun podía tener un rostro serio, y quizá una forma algo agresiva de hablar, ciertamente algo en él le recordaba a su tío Kacchan, pero...

Negó con la cabeza a la pregunta de Kirin.

—Creo que Kota-kun es muy amable ¡Somos amigos!

Eri decidió ignorar la voz de Mei al otro extremo de la mesa, especialmente cuando pareció reírse al final, y Kirin no tuvo más tiempo de cuestionarla porque Hanako-sensei entró al salón y todos tuvieron que regresar a sus lugares y cantar la canción de los buenos días.

Cuando el timbre del recreo sonó, Eri tomó de nuevo su lonchera y se dirigió hacia Kota para almorzar juntos. Al propio Kota pareció sorprenderse, pero Eri no titubeó en ningún momento, y pronto se encontraron de nuevo en el mismo lugar que el día anterior.

A Eri le empezaba a gustarle mucho ese lugar.

Un sonido ahogado salió de la garganta de Kota cuando se sentaron, y al levantar la vista Eri se topó con la sorpresa claramente reflejada en su mirada puesta directamente sobre sus nuevos zapatos.

Con un dedo casi tembloroso, los señaló.

—¿Esos son los nuevos zapatos de Deku? ¡¡¿Los basados en el traje Gamma?!!

Eri alzó su nariz con orgullo y casi presumida.

—¡Siiii!— asintió, imitando la emoción de Kota, quien era incapaz de apartar sus ojos de tal magnificencia. —¡Sé que puedo correr mucho más rápido! ¡Los probé esta mañana y estoy segura de que podía dar saltos de la altura de un edificio!— Alzó sus brazos hasta el cielo para demostrarle a Kota la altura que había alcanzado. Y el niño le creyó, demostrando su asombro. —Son aedo- aemo.... Mm— intentó recordar la palabra que su tío Tenya había utilizado para describirlos mientras la ayudaba a ponérselos.

Una madre para Eri-chanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora