« No tienes que ser hermoso para excitarme... No necesitaras experiencia »
« Sólo déjalo en mi manos, te voy a mostrar de qué se trata todo esto »
« Se suponía que seríamos rivales ¿Qué sucedió? »
« Solo fue un beso »
Historia meramente fantasiosa...
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La mañana del 31 de Diciembre, para el amante púrpura, no había sido tan diferente a todas las demás, es más, tenía hasta planeado pasarla solo en su nuevo hogar el "Paisley Park", aunque este aún se encontrara vacío, eso no quitaba su luctuoso deseo de pasarla ahí, quizás pedir algo de comer y sentarse en el suelo de alguna de las muchas salas del lugar. Había sido invitado a incontables fiestas para pasar el festejo, pero no dudo en rechazar cada una de ellas, al parecer, solo sería Prince, su soledad y algo de comida china.
Se suponía que hoy debía hacer una llamada, pero de nuevo el embrollo llegó a él ¿era realmente necesario? Quizás el único que se encontraba desesperado por el tema era ni más ni menos que él mismo, no quería quedar como todo un payaso si las cosas no sucedían como quisiera, quizás solo debería esperar y despejar su mente, así que no lo pensó más y fue a ponerse algo de ropa, no quería ir llamativo, después de todo, es alguien reconocido y no planeaba ir autografiando o empujando paparazzis por doquier.
Ya con ropa negra de calle, un par de gafas obscuras y un gorro del mismo color, a lo que según él no era llamativo, saldría de casa, quizás solo caminando a su suerte esperando que él destino le dejara al frente algún lugar al cual ir y olvidar todos sus problemas, mínimo hasta la media noche.
– Volveré más tarde, Kirk, cuida de mi palacio mientras tanto. – ordenó el artista a uno de sus trabajadores, por no llamar guardaespaldas, el cual le sonrió y asintió guiñando una de sus ojos.
– no se preocupe su majestad, diviértase. –
Fue lo último que se escucho antes de que finalmente el rizado saliera del lugar, cerrando la puerta lo suficientemente fuerte como para dejar resonar el eco. . . .
Mientras tanto, justamente al otro lado de donde su majestad se encontraba, en el bello California, se encontraba Michael, sentado frente a una larga y bien adornada mesa de su comedor, con teléfono en mano y una expresión de tormento en su rostro. Pues acababa de hacer la llamada quizá más importante de su vida y no sabría lo que sucedería.
– ¿Prince? –
No pasó mucho para que una respuesta le fuera de vuelta, la cual le hizo sonreír y volver a bajar esa sonrisa de su rostro casi de inmediato.
– Prince no se encuentra ahora mismo ¿Quién le busca? – Le respondería una voz igual de grave que la de su adverso, por poco casi caía, pero sabía perfectamente como hablaba Rogers.
– oh . . . Comprendo, ¿sabe cuándo llegara? –
– no tengo ni idea, salio a comprar algo de comer para su cena, o a comprar algunos regalos, mierda, yo que sé. Pero ya en serio ¿Quién es? ¿Quiere que le deje un mensaje? –
El contrario sin duda hablaba mucho, y las palabras no eran alentadoras, por un momento hasta pensaría que Prince simplemente daría por alto el contestar, mandando a alguien para hacer el clásico "diles que no estoy". Así que solo se contuvo a suspirar suavemente y bajar la vista.