Sam Kanaphan es un rico alfa y dueño de una de las empresa más famosas del país, el cual tras perder a May, su amada esposa debido a una terrible enfermedad, se pasa los siguientes años cambiando de amante en amante para mitigar su ira y dolor.
Una...
Mientras First esperaba en el vestíbulo, a que mayor de los omegas se arreglara, no pudo dejar de pensar en el extraño momento vivido en la cocina, con el mediano de los hermanos.
Con ese agarre del omega, había sentido algo en su interior, sobre todo cuando le había dicho esas últimas palabras, tan inquietantes con la voz ronca y sin dejar de mirarle.
-«Vosotros sois más hermosos así, al natural»-repitió susurrando mientras se le escapaba una sonrisa.
Lo cierto es que intentaba buscar una explicación, al nerviosismo que sentía debido a lo vivido.
-Esto es ridículo, no puedo poner mis ojos en él-se dijo a sí mismo-...ese omega ya tiene alfa y tan solo es un omega más prostituto.... es uno más de tantos- rió intentando autoconvencerse -si eso es....es uno de tant...
-Ya estoy listo, podemos irnos ya- escuchó entonces hablar a Book en lo alto de la escalera.
El joven alfa se giró y miró a este, quedándose un vez más en shock pues el mayor también era arrebatadoramente hermoso.
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-Maldita sea- susurró entre dientes
-¿Estás bien?, ¿ocurre algo?-preguntó el omega descencidendo-...¿Qué tal estoy?, ¿Me veo mal?-volvió a hablar este al ver que el alfa lo miraba fijamente pero no se movía, ni decía nada.
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Luego de unos segundos frente a frente, el alfa reaccionó.
-Por favor, no olvidéis llamar por si hay algún cambio- dijo Khaotung saliendo de la cocina- estaremos esperando noticias
First asintió conforme y tras echarle un último vistazo al lindo omega, quién tenía una graciosa mancha de harina en su mejilla, se fueron.
Tras subir al coche, el omega se pasó todo el tiempo del recorrido mirando por la ventanilla, mientras que el alfa sujetaba con fuerza el volante, intentando mantener la cabeza fría .
El aroma del omega mayor le era demasiado dulce pero era tan hermoso como él mediano, nada hacía sospechar a lo que en realidad se dedicaban.
Fitst se encontró maldiciendo a su padre por poseer tan extraordinarios omegas y también a sí mismo por sentir lo que estaba sintiendo.
