Mi Amado

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Despiertas con un día más en tu cuenta.


Te he negado un orgasmo por muchos días ya. Ahora te tengo desnudo en tu cama. Y me deleito en mirar tu cuerpo desnudo, totalmente erecto e inflamado por el deseo. La curva de tu culo duro y masculino, la tensión en tu vientre plano, la pesada erección rozando las sabanas suaves de seda es un espectáculo a mis ojos. Muerdo mis labios, mi piel está sensibilizada y empapada de lujuria.


Antes de que despiertes y me veas, cubro tus ojos con una mascada, se cuanto odias que haga eso. Te preocupa no saber que haré y a donde te llevara mi antojo hoy, pero no dices palabra, amas someterte a mi lujuria, quieres colmar mis más oscuros deseos.Todo tu cuerpo se tensa cuando sin palabras te saco de la cama, arrastrándote de tu miembro, usándolo como una manija, te llevo a una esquina donde ato tus manos a una argolla, de pie, desnudo y visiblemente excitado.


Acaricio la línea de tu quijada, un ligero temblor recorre tu piel cuando mi lengua se desliza por tu labio inferior, mordisqueándote, tu boca febril y húmeda solo quiere más, tus nervios tensos como cables de acero, electrizados. Gimes en mi boca, un gemido ronco que suena a suplica a queja y a provocación. Mis labios recorren tu cuello, buscando ese suave espacio entre el cuello y tu hombro, para hundir mis dientes allí, justo allí. Un gemido más intenso sale de tu garganta. 

Mi mano agarrando firmemente tu pene, casi furiosamente, estas tan duro que se que duele.

Adoro escuchar tus gemidos cuando susurro en tu oído lo que haré contigo, mientras humedezco mis dedos, lamiéndolos y acaricio tu pene un poco. Mis dedos resbalan fácilmente en tu erección, unas cuantas veces, demasiado lento para tu desesperación. Tu necesidad te hace empujar tus caderas contra la palma de mi mano, mis labios aun recorriendo la piel de tu cuello, tu hombro, no me ves sonreír ante tu audacia, pero paro abruptamente, abofeteo tu rostro con fuerza y estallo contra ti.


―¿Acaso te dije que podías hacer eso? ― Gruño en tu oído, casi puedo escuchar la risa en mi voz. ―¡Zorra! ―Agrego, y sé que sabes exactamente que decir.―No Ama...lo siento ― murmuras quedamente, tu rostro arde por el golpe. Inmóvil una vez más.


Entonces suelto tu cuerpo desnudo y atado a una argolla por tus muñecas y salgo de la habitación, azotando la puerta, puedo ver la sorpresa en tu rostro antes de salir. Tus labios entre abiertos casi suplicando. No puedes verme, no puedes moverte. Solo te preguntas cuando, o si volveré o si tu atrevimiento te ha costado un día más sin poder correrte.Los minutos pasan lentos para ti, se hacen eternos y cuando regreso a tu lado, tu rostro se ilumina con el sonido de mis tacones acercándose a ti, resuenan en el piso, te dicen que tengo planes para ti hoy. Muerdes tu labio inferior anticipando lo que viene, y eso me parece un jugueteo, intentas tentarme. Luces hermoso, mirarte indefenso y expuesto de esa manera hace que mi vientre se sienta tenso del deseo, la humedad moja mis delicadas bragas de encaje, quiero devorarte, lastimarte mientras te follo a mi propio ritmo.Abrazo tu cuerpo desnudo con el mío, retorciendo uno de tus pezones entre mis dedos, tus rodillas flaquean y gruñes quedamente. Demasiada tortura, demasiada espera, solo quieres ser tomado y llevado hasta el límite. Sé que quieres suplicarme, pero no te arriesgaras a retrasar un día más tu liberación. Podrías gatear a mis pies, besarme, rogarme que te deje follarme, pero sabes que es mejor esperar y disfrutar tu dulce y dolorosa prisión.


―Ahora ven conmigo ― desato tus muñecas y te guío al banco de castigo, te siento y ato tus manos con esposas en tu espalda.


Un desalentador gemido sale de tus labios, la última vez que estuviste en aquí, esperaste por mí, hasta que estuve lista para darte mi atención. Odias el banco y lo que significa para ti.


―¿Pero, Ama...? ―Te atreves a protestar. Sin decir ni una palabra, abofeteo tu rostro una vez más, con saña, con fuerza, tu cuerpo se cimbra y ladea, tu cabeza agachada, suplicas sonrojado, gimiendo. Creíste que este sería el día que podrías correrte, venirte con mi permiso, correrte para mí


―Por favor...por favor, Ama, por favor...te lo suplico.

La Ansiedad en tu voz, es desgarradoramente deliciosa, estás listo para ser mío, pero quiero joder con tu cabeza un poco más, mi propio deseo me apremia, pero puedo controlarme un poco más. 

Acaricio la piel enrojecida de tu mejilla, mi querido esclavo " si supieras lo que me provocas"-, la lujuria, el hambre me devora, solo quiero sentirte dentro de mí, duro e inflamado. Suaves besos, feroces mordidas, dedos crispándose en tu piel, deshago la mascada, liberando tus ojos cubiertos, quiero verlos cuando te muestre lo que me haces sentir, de pie frente a ti, levanto tu rostro para mirar en tus ojos. Mis dedos deslizándose hasta mi húmedo coño, deslizándose hasta el centro lentamente, mojando mis dedos, empapándolos. Tus caderas se mueven involuntariamente, tus ojos hambrientos me miran sin decir palabra, no puedes despegar tu mirada del rítmico vaivén de mis dedos acariciando mi sexo, me poso en tu muslo, la pierna levantada, casi puedes tocarme con tus labios, mis dedos brillan cuando los saco de mis bragas. Sujeto tu cabeza con fuerza, tirando de ella hacia atrás , abres tus labios instintivamente, suplicante, quieres probarme, quieres lamer esa humedad, pero solo empujo mi sexo en tu cara, solo puedes lamer mis bragas y no a mí, no aun.

―¿Quieres probarme?- le pregunto, sabiendo de antemano su respuesta, me divierte escuchar la lujuria en su voz temblorosa, en este momento haría cualquier cosa por tenerme. Se convertiría es lo que se me antojara. Pero hoy le quiero a él ―Estoy sorprendida de lo mojada que estoy.


Sonrío y deslizo mis dedos entre sus labios abiertos, y lame con avidez, y me mira intensamente, suplicando que le de alivio, su lengua y sus labios succionan cada dedo húmedo, mi mano sujetando su cabeza.


―¿Quieres sentir que tan mojada me pones, Mío? ― Le provoco, y asiente vigorosamente.


Le libero una de sus manos y le dirijo hacia mí, que haciendo a un lado mis bragas le indico que quiero que me toque. Y lo hace, y sus dedos se hunden en mi, se deslizan delicadamente en todo mi coño, y le beso en la boca mientras sus dedos entran en mi cuerpo, y sin poder soportar más, gateo en su regazo para follarlo, y lo hago, se hunde en mi fácilmente y se convierte en mi amado, y lentamente a mi propio ritmo, me lleva a mi primer orgasmo, y me ruega que le deje correrse en mi, y asiento mientras libero su cuerpo del banco de castigo, para que pueda levantarme en sus brazos y llevarme a la cama donde le dejare follarme toda la noche.


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⏰ Última actualización: Jun 22, 2015 ⏰

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La Vida Secreta De Una Joven Domina (cuentos cortos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora