Me inclino a besarte en los labios fieramente.
Siento la lujuria crecer desde el centro mismo de mi ser, esparciéndose, incapaz de controlarla.
Temo por ti. Sé en la bestia posesiva y avariciosa en que me convierto cuando te tengo atado e indefenso en mi cama. Sé que querré absolutamente todo de ti. Y sólo temo lastimarte más de lo que seas capaz de resistir. Y secretamente quiero pasar ese límite donde me supliques parar…y no hacerlo.
Tus labios se abren para recibirme anticipándote a mis deseos, me besas y te poseo con un beso desesperado, hambriento y lleno de oscuras promesas.
Este beso es solo el preludio, y lo sabes. Por eso te siento temblar y gemir ahogadamente, vulnerable e indefenso ante mi lujuria. Sabes que te llevaré hasta el límite una vez más, lo necesito y sabes que no puedes ni quieres negarte a satisfacer mis necesidades.
Sí, te quiero, te quiero ahora.
Me alimento de ti, de tu aliento, libando de tus labios, mordiendo tu lengua, mis manos recorriendo tu carne tibia y estremecida.
Me separo de ti enfebrecida y húmeda, para prepararte y atarte a la cama, tus ojos buscan los míos, intentando adivinar qué me mueve hoy. Y solo sonríes tímidamente, has aprendido a confiar en mí.
Pero cubro tus ojos, solo porque sé que no te gusta, porque te atemoriza no ver qué te haré.
Ato tu cuerpo a la cama, piernas abiertas y tu rostro enterrado en la cama, tus manos están atadas y extendidas, estás totalmente indefenso y expuesto para mí.
Sin palabras, sin preludio, y sin idea de lo que vendrá después, o de lo que tengo en mente este día.
—Quiero comerte —susurro en tu oído y río del placer que la idea me causa.
Montada en tu espalda te abrazo con mi cuerpo desnudo, puedes sentir mi humedad impregnando tu piel, acariciándote.
Te tomo por el pelo moviendo tu cabeza hacia un lado y hundo mis dientes en la tibia suavidad de tu cuello.
Reaccionas casi violentamente y tiro más fuerte de ti. Duele, arde y gimes sacudiendo tu cabeza como un animal herido. Tu carne tierna, tu piel tibia me llena la boca, un temblor violento te recorre cuando te das cuenta que marcaré con mis dientes todo tu cuerpo.
Vuelvo a tirar de tu pelo para volver a cerrar mis dientes sobre la piel de tu nuca, cabeceas involuntariamente ante el punzante dolor, lloriqueas suavemente cuando muerdo el suave lóbulo y tu hombro, restriego mis caderas contra ti mientras desciendo por cada músculo de tu espalda, mordiendo cada trozo de carne cada vez más fuerte y lánguidamente, tomándome mi tiempo entre mordida y mordida para que no te acostumbres al dolor. Te revuelves cada vez que desciendo sobre ti, mientras tu piel se empapa de sudor, me recreo en el mapa de marcas de tu espalda y continúo con los carnosos glúteos, te sacudes con fuerza, tanto como tus ataduras te dejan.
Tus gemidos han subido de intensidad y tus ojos derraman un par de lágrimas que lamo de tu rostro, solo para morder tus labios y regreso a donde había parado. Tomas aire desesperadamente cuando muerdo el hueso de tu cadera.
Te sostienes ahí para mí, y puedo ver que estás duro, atormentado y temeroso de que quiera comer de todo tu cuerpo.
Lo sé, y tú lo sabes también.
Sí, quiero morder cada centímetro de ti, marcarte de esa manera mientras mi cuerpo arde de hambre por ti.
Sé que no podrás negarte, aun cuando sangres por mí. Justo como hoy.
ESTÁS LEYENDO
La Vida Secreta De Una Joven Domina (cuentos cortos)
ChickLitHistorias breves de Dominación femenina. No apta para menores de 18. Un vistazo al mundo del bdsm desde el punto de vista de una mujer.