Tamaki Amajiki x Bunny (Lectora) [+18]

Capítulo II: El Celo

La noche anterior a todo lo ocurrido fue de lo más normal; me reuní con Tamaki para cenar, charlamos sobre el trabajo, caminamos hasta nuestra casa, tomé un baño y después de un beso de buenas noches en la frente nos quedamos profundamente dormidos. En eso se convirtieron nuestras vidas, una rutina interminable de actividades monótonas e interminables que nos consumían; estaba cansada de lo mismo, su calor tampoco era el mismo, apenas intentaba tocarme, no es que no quisiera seguir con mi vida a su lado, simplemente me sentía agotada de conformarme con lo mínimo. No más anhelos, ni esperanzas, mucho menos algún otro tipo de superación, estaba completamente estancada.

El olor a pino tan penetrante me hizo despertar desconcertada, ya no me encontraba en nuestro departamento, ni siquiera estábamos en la ciudad, Amajiki tampoco estaba; me encontraba en una habitación cálida a pesar de tener grandes ventanas que daban vista a un sinfín de árboles de un verde oscuro cubiertos de luz solar reflejada en gotas de lluvia. Me cubría un delgado camisón con la falda bastante corta, me preocupé porque yo nunca usaba ese estilo de pijama, algo andaba mal.

Me levanté a inspeccionar el lugar, busqué algo más para cubrirme, sin embargo, no había nada a la mano salvo la gruesa cobija que me cubría antes. Giré la perilla de la puerta con cuidado, salí de la recámara encontrando una agradable sala, cocina, patio y baño completamente vacíos; intenté salir a ver si me encontraba realmente sola, pero vaya sorpresa que me llevé al notar que todas las puertas o ventanas se encontraban cerradas, no tenían cerradura ni se deslizaban. Definitivamente algo estaba mal.

Escuché el ruido de un coche acercándose a la vivienda; me escondí detrás de la puerta de la habitación donde estaba dormida, armada con la lámpara de noche que estaba a un lado, lista para defenderme. Curioso, la puerta que revisé meticulosamente en busca de una chapa se escuchó, el sonido metálico de los engranes moviéndose; la puerta se cerró y escuché una inesperada voz.

—Bunny, ya regresé ¿Estás en casa? ¿Sigues dormida? —La voz familiar de mi pareja resonó por todo el lugar, salí a ver si realmente se trataba de él aún con el arma blanca, preparada para cualquier situación

—¿Tamaki? —Me aproximé para comprobarlo

—Bunny, estás... muy cerca— Todo en su persona era igual, su estatura, lo suave de su cabello, el color de su piel además de ese leve tono azul alrededor de su iris que me volvía loca— ¿Tienes ánimo de sa...?

—Eres tú— Lo abracé casi llorando, tremendo susto que me había dado... —Indudablemente

—S-sí... Lo soy... —Me sujetó de vuelta con mucha suavidad, estaba tan agradecida de que me hiciera caso de nuevo... De cualquier modo, eso no explicaba qué estábamos haciendo en ese extraño lugar

—¿Dónde estamos?

—¿Sigues dormida? Estamos en casa

Le pedí una explicación, parecía confundido, pero al ver mi rostro preocupado, me contó absolutamente todo; cómo nos conocimos, el nombre de mi mejor amigo, cómo nos hicimos novios, también acerca de su trabajo. El problema era que nada era como en mis recuerdos, todo era diferente, como si estuviera en otro universo, justo como eso que describía mi abuela. Mi desesperación aumentó cada vez más, estaba teniendo un ataque de ansiedad, comencé a hiperventilar y me desmayé.

¿Qué había sido ese sueño? Durante años, mi abuela tuvo sueños raros sobre sí misma en otros lugares, como diferentes mundos, los llamaba "Janpu"; jamás quise preguntar si eran parte de su don. Al despertar, me encontraba en el mismo lugar boscoso, otra vez Tamaki no estaba, era casi de noche, mi cuerpo estaba empapado en sudor por lo que traté de entrar a la bañera que vi por la mañana; la puerta estaba cerrada con llave, la luz estaba encendida, se escuchaba agua caer, pensé que Amajiki estaría tomando un baño así que esperé. Cuando el tiempo se tornó excesivo, me preocupé. Era él después de todo, debía entrar, algo podría haberle pasado.