Ojos de oscuridad. #1

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Frustración, pereza, furia. Fue lo que sentía el joven de diecisiete  años. Problemático y poco amigable que se miraba en el espejo, pero sin expresión alguna en su rostro, acomodando un flequillo rebelde de su oscuro cabello y tratando de limpiar las lágrimas que el trataba de evitar salir cada noche antes de dormir y cada mañana al despertar, pero era inútil. Él no sabía explicar el vació que sentía, no sabía porque, ni tampoco trato de saberlo, solo lo ignoraba con una frase flotando en su mente, la que se repetía cada mañana, "Uno aprende a vivir con el vacío, hasta que el vacío se vuelve parte de ti"

Y fue esa idea equivocada lo que lo llevaba por tan mal camino, o al menos todos pensaban eso.

Salió de su cuarto despreocupado por su apariencia dirigiéndose al baño para cepillar sus dientes.

—¡Shannon, el desayuno está listo!

—Mierda. -Maldijo en voz baja al escuchar la voz de su madre como alarma de que ya se estaba haciendo tarde y él ni siquiera había terminado de cepillarse los dientes. Apurando el paso tomo una ducha rápida, velozmente vistiéndose con su uniforme, camisa, corbata negra y jeans negros.

Tomo su mochila, para bajar rápidamente las escaleras, encontrándose en la planta de abajo a su madre frustrada golpeando el piso con el pie.

—Ya era hora.

—No me andes jodiendo. -Respondió bruscamente ante el leve regaño de su madre, pasando a su lado, ignorando la cara de disgusto que puso ante su respuesta. Soltando un suspiro, bebió el jugo de naranja que su madre había preparado, dejando a un lado las tostadas.

Acomodando su mochila, abrió la puerta principal y de dirigió a paso rápido a la escuela, teniendo en mente las palabras del director la última vez que llego tarde, "Una más y estarás suspendido por tres días"

—Pensándolo bien, tres días de descanso no estarían nada mal. -Sugirió su subconsciente, alentándolo a llegar tarde y conseguir esos, inconscientemente deseados, días de suspensión para librarse de la mierda del colegio.

Llegando a la gran puerta del colegio, entrando a paso esta vez más calmado al ver que tenía dos minutos de adelanto, mirando casi instintivamente a los demás estudiantes reunirse con sus amigos, escuchando esas desgarrantes carcajadas que soltaban al escuchar al que hablaba, suponiendo que había sido algo gracioso, se preguntó porque él no podía formar parte de uno de esos grupos. Siempre había algún "tipo solitario" en cada colegio, y en este, ese título le pertenecía a él.

Las clases pasaban lentamente, torturándolo con la necesidad de salir de esa sala llena de gente hablando y gritando cosas sin sentido los unos a los otros. Apoyo sus brazos sobre la mesa frente a él, y su cabeza sobre estos, cerrando los ojos fuertemente tratando de ignorar todo el desastre a su alrededor.

—Hey, despierta.

Ignoró la voz que provenía de alguna parte, con los ojos y la mente casi dormidos, apenas pudo distinguir que la voz que le hablaba era de una chica cuya mano estaba apoyada en su hombro.

—Déjame.

—Bueno, si te gusta quedarte aquí solo, lo haré.

Levanto la cabeza, viendo como la chica se alejaba y salía por la puerta. Miro a su alrededor sin ver a nadie, dándose cuenta de que la clase ya había terminado.

Se levantó y rápidamente salió de la clase dirigiéndose a la puerta de salida del colegio. Pero algo pasaba, la muchedumbre no lo dejaba pasar.

—Mierda, ¡Esta sangrando! -Escucho decir a un chico del frente.

—¿Que mierda estaba pasando? -Se preguntó el mismo.

—¡Pelea! -Otro chico unió su voz con la de los demás.

Se abrió paso entre la gente llegando al frente, dos chicos de aproximadamente 17 años, tratando de ahorcarse el uno al otro, sangre en el piso, y la gente gritando como si esto fuera algo fuera de lo normal. ¿O lo era?

El chico cayo justo frente a él, se le quedo mirándolo a los ojos, ojos oscuros, llenos de furia y adrenalina.

Un grito de "¡Policía!" Lo saco del trance en el que estaba. ¿Quién era ese chico? ¿Porque lo miro así? Las preguntas no paraban de dispararse en su cabeza, cuando ambos chicos fueron esposados y metidos en el coche de policía.

—¡Eso fue intenso! ¿No crees? -Le dijo un chico a su lado.

Ignoro su pregunta por unos segundos pero se convenció de que debía responder con algo.

—¿Quién eres? -Realmente no lo había visto nunca.

—Me dicen Agus ¿Y tú?

—Shannon.

Se despidió con la mano y se alejó sin decir nada.

Parpadeo dos veces, como tratando de procesar lo que había pasado. ¿Que tenía ese chico contra él? Esa mirada llena de furia y sed de venganza le resultaba familiar de algún modo ¿Pero cómo? Eso seguramente no lo dejaría dormir hoy.

Al llegar a su casa, ya arrastrando la mochila por el suelo, subió las escaleras rápidamente, topándose con su mamá a mitad de camino.

—Oh llegaste ¿Cómo te ha ido?

Un silencio incomodo se apodero del momento, hasta que se obligó a sí mismo a responder.

—Bien. -Respondió cortante. —Uhm debo ir a... hacer unas cosas.

Acelero el paso ignorando la respuesta de su madre y entro a su habitación cerrando la puerta con fuerza.

La noche se asomaba, no había luz traspasando las cortinas y el no pudo evitar dormir.

Uno, dos, tres. -La voz ronca de alguien se escuchaba muy cerca.

Uno, dos, tres. -Otra vez.

Uno dos... -Esta vez no escucho el tres.

Uno, dos, tres. -Esta vez con una melodía escondida en su voz.

Uno, dos, tres, ya viene por ti.

Uno, dos, tres, no puedes escapar.

Uno, dos, tres. ¡Vas a morir!

—¡NO! -Grito desgarrándose la voz. El alivio que sintió en ese momento al darse cuenta de que todo había sido un sueño fue, seguramente, la mejor sensación que había sentido en mucho tiempo.

—Fue solo un maldito sueño... -Susurro.

Recostó su cabeza en la almohada, la posibilidad de que esto tuviera algo que ver con aquel chico le hacía revolver el estómago. Pero, ¿Porque? ¿Cómo podría ser?

Esa noche el no pudo pegar un ojo, la preocupación de que podría volver a ver a aquel chico y esto empeorara lo torturaba, robándole el sueño.

—Es casi imposible. -Se susurro a si mismo al levantarse.

Aun faltaba una hora para el amanecer, las ojeras pronunciadas en sus ojos se tornaban a un color mas fuerte y el sueño amenazaba con molestarlo en horas equivocadas. Minutos después de no poder conciliar al menos unos instantes de sueño, se vio obligado a levantarse e ir a la cocina. Estaba sentado, hundido en sus pensamientos, creyendo que una taza de café le quitaría las ganas de dormir. Con la cabeza entre las manos, escuchó los pasos de su madre acercándose.

—¿Que haces despierto tan temprano? -Preguntó.

—Solo no pude dormir.

—¿Te preocupa algo?

Dudo por un momento el contarle a su madre sobre ese chico, pero decidió no hacerlo.

—¿Que parte de solo no pude dormir no entiendes? -Respondió de mala gana.

Su madre suspiro.

—Deberías dejar de comportarte como un niño inmaduro.

Pensó un segundo si debía responder, pero si lo hacia, seguramente estaría castigado por hablarle a su madre de la forma en la que el pensaba hacerlo.

Y fue en ese momento, al ver los primeros rayos de sol en las ventanas, cuando el vacío, una vez mas, lo invadió.

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Terapia de Shock: Vivir o Morir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora