Nunca sabes si tu vida cambiara de un día para otro, nunca sabes lo que el destino traerá para ti, y ni siquiera lo piensas, mucho menos cuando no le ves algún tipo de significado a tu existencia. Dejas ir los últimos rastros de felicidad con cada lagrima hasta quedar vacío y cuando crees que ya nada puede ser peor, sorpresivamente, todo empeora, aunque ese no será el caso esta vez.
-Mamá ¿Tengo que ir hoy al Instituto? -Preguntó Shannon.
-Iras, ahora ve a prepararte.
No podía dejar de pensar en aquel sueño de la noche anterior, del que solamente recuerda una silueta oscura y siniestra que no pudo distinguir, exceptuando esa voz áspera, que con solo pensarlo le ponía los pelos de punta. ¿Que fue? ¿Que significó? Solo El Inicio.
No estaba seguro de si debía hablar sobre eso con su madre, lo hubiese tomado como una típica "Etapa de la adolescencia" como el había pensado y, efectivamente, acertó. Pero no lo supo hasta tres meses después de que todo Inició.
Dejando de lado el desayuno, diez minutos después ya se encontraba caminando hacia el Instituto, sin ánimos y con la ansiedad al máximo por no saber la razón por la cual había tenido ese sueño, y rezando a todos los dioses que conocía para que eso no volviera a pasar. Pero ni todas las oraciones del mundo podían parar el progreso, no porque era imposible si no porque esto debía pasar, muchos lo llamarían maldición, pero el Orden, lo llama destino.
El no había tenido muchos amigos a lo largo de su vida, solo uno, y un perro. Ambos murieron de una manera inexplicable.
Desde pequeño supo lo que era el dolor, ese sentimiento horrible que te llena de agujeros el alma, y que quizás, nunca se cierren.
-¡Hola Shannon! -Saludo Agus.
-Hola.
-¿Siempre tienes cara larga?
-¿Siempre haces tantas preguntas?
Agus se rasco la nuca y sonrió.
-La verdad si.
Suspiro. En este momento no quería hablar, solo quería estar solo y pensar.
Pero otra duda apareció en su mente, ¿Porque Agus era el único que se acercaba a el? Casi nunca nadie le hablaba, y mucho menos le sonreían.
Entrando a la clase, la chica que antes le había hablado, el día anterior para ser exactos, justo antes de aquella pelea, estaba escribiendo algo en la pizarra.
-Hola. -Dijo ella dando una media vuelta.
-Hola.
-¿Porque siempre te sientas solo?
-No necesito a nadie.
-Todos necesitamos a alguien alguna vez, yo por ejemplo, ahora necesito tu ayuda.
-¿Mi ayuda? -Preguntó curioso, nadie había necesitado de el, ni siquiera su propia madre.
No estaba seguro de si debía aceptar, no tenia ganas de nada, la mayor parte del día estaba en su casa, durmiendo o leyendo y no había pensado en cambiar esa rutina, ni siquiera solo un día. Pero lo raro era, que ya eran dos personas las que le habían dirigido la palabra, y aun mas raro era que el había respondido.
-Si, tu ayuda. Quiero que me ayudes con las invitaciones para la fiesta de despedida. ¿Podrías entregarlas por mi? Tengo la lista aquí, son como trescientas personas nada mas. -Ella sonrió.
-Al menos podrías decirme tu nombre primero ¿No crees?
-Emma, mucho gusto. -Extendió la mano.
-Un gusto. ¿Para cuando debería entregarlas todas?
-La fiesta es en un mes, puedes entregarlas 15 días antes, o como quieras. Te entregare la lista y las tarjetas al salir de clases, oh y aquí esta tu invitación. -Extendió la mano con un pedazo cuadrado de papel con varios colores, lo tomo y fue a sentarse a su respectivo asiento.
La clase desde ahí fue normal, aburrida y muchas veces fuera de sentido alguno, o al menos para el.
Ese sentimiento de soledad había desaparecido, con la compañía de Agus y la de Emma ya no se sentía tan solo, quizá era eso lo que necesitaba, amistad. Pero hay cosas que no pueden cambiar, porque las cosas deben ser así, así esta escrito y así sera. Como el sentimiento de estar siendo observado por alguien o algo, se sentía temeroso, la ansiedad volvía a invadirlo, trato de ignorarlo, pero era inútil.
-Hey, ¿En que piensas? -Preguntó Emma.
-En nada. -Mintió. -¿Porque preguntas?
-Te quedas mirando a la nada y no parpadeas, pareces un zombie.
-Nada, es solo que... me es un poco raro hablar mucho tiempo con alguien.
-¿Acaso no tienes amigos con quien hablar? -Frunció el ceño.
-A decir verdad eres la primera persona con la que he hablado mas de una hora, no tengo amigos.
Emma levanto una ceja, parecía sorprendida, movía los labios pero no decía nada.
-Ya tienes una amiga. -Ella sonrió ampliamente, mostrando su perfecta dentadura.
Shannon no pudo evitar sonreír, aunque normalmente le daba igual tener o no amigos, pero con Emma era diferente.
La campana había marcado el fin de la ultima hora de clases y Shannon no había prestado atención en lo mas mínimo en toda la clase, lo cual no pasaba constantemente, excepto en los días en los que se sentía deprimido y no podía concentrar su mente en la clase. Una vez mas, Emma lo había sacado de su trance.
-Hey, aquí están las tarjetas y la lista, están ordenadas por orden alfabético. Oh y lamento la molestia.
-Esta bien.
Salio por la puerta, se encontró una vez mas con Agus, caminaron por el gran pasillo del colegio hasta llegar a la salida, el chico hablaba mucho y a decir verdad era bastante agradable, era raro no verlo con otros chicos. Encontraron varios cosas en común entre ellos y hasta unas risas se hicieron presentes en aquella conversación camino a casa.
-Te veo mañana amigo. -Dijo Agus.
-Vale, nos vemos.
Amigo...
Esta semana iba de lo mas raro para el, ya van dos personas que lo consideraban un amigo, quizá solo estaba exagerando y la amistad de Emma y Agus era solo coincidencia, pero el hecho de que ha pasado años sin ni siquiera un amigo, o al menos uno que durara mas de un mes, y que de repente consiga dos, y en el mismo día, le perturbaba.
El resto del día fue normal, hasta que llego la hora de ir a acostarse y dormir, no lograba conciliar el sueño, daba vueltas y vueltas en la cama pero de nada servia mas que para generarle frustración.
Un dolor de cabeza apareció en cuanto cerro los ojos en un intento por dormir, un dolor intenso, demasiado para ser un simple dolor de cabeza.
-Mierda. ¿Que es esto?
-El inicio... -Una voz áspera susurro, se escuchaba lejos, pero en realidad provenía de su cabeza cabeza, de lo mas recóndito de su mente.
-¿Quien esta ahí? ¡Muéstrate!
-Sufrimiento...
-No... no, no, no ¡No! ¡Aléjate!
-No puedes evitarlo...
-¡Cállate! -Salto de la cama, corrió escaleras abajo dirigiéndose a la habitación de su madre, estaba cerrada con llave, empezó a golpear la puerta con desesperación, lagrimas caían de su rostro esperando que la puerta se abriera, al momento que el sonido de la cerradura abriéndose se hizo presente, empujo la puerta abriéndola y poniendo a un lado a su madre, lanzándose bajo las sabanas, ignorando las preguntas de su madre desesperada por saber que le pasaba. El no sabia que decir, no sabia explicar, esto nunca le había pasado.
Debía decirle a su madre antes de que todo empeorara, pero si lo hacia, el sabia que su destino seria el psicólogo o peor aun, un psiquiatra.
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Terapia de Shock: Vivir o Morir.
Novela JuvenilShannon Birch, un chico cualquiera, a veces un poco rebelde y estúpido. Tendrá que enfrentar cambios inesperados y poco creíbles, cambios que serán imposibles de revertir. ¿Cuál será su objetivo? ¿Quién es el verdadero enemigo? Nada es casualidad, t...