Cuando empiezas a darte cuenta que tu vida no sera la misma nunca mas, cuando los recuerdos de tu niñez aparecen en tu mente, en ese momento, es cuando te das cuenta que aquellos días jamas volverán, y los recuerdos solo quedan para torturarte, para desgarrarte el alma y día a día recordarte que el tiempo pasa volando, que ya no eres un niño, que deberías abrir los ojos y aceptar la realidad, tu realidad. Esa era una de las razones por las que Shannon estaba triste casi siempre. El paso del tiempo le hacia mal, sentía que el paso de los años se multiplicaban, que estaba creciendo, que en menos de un año seria un adulto y que nada volvería a ser igual, jamás.
-Deberías empezar a repartir las invitaciones para la fiesta. -Dijo Agus.
-¿Y tu como sabes que las repartiré yo?
-Emma es mi prima y vive conmigo, a veces nos contamos algunas cosas ¿Sabes?
-¿¡Emma es tu prima!? -Eso lo había tomado desprevenido.
-Si, ¿Porque esa reacción? ¿Acaso te gusta? -Hizo una típica cara picarona de niño pequeño.
-No.
Siguió hablando, Shannon lo ignoraba, tenia la mente ocupada por esa sensación de estar siendo observado.
Llego la hora de volver a casa, pero no para el, se pasaría una larga tarde entregando tarjetas a personas con las que ni siquiera hablaba.
-Si quieres puedo acompañarte a entregar las tarjetas. -Dijo Agus.
-¿Lo harías? ¿De verdad? -Se veía ilusionado, así no tendría que buscar uno a uno a esas personas, solo.
-Claro, vamos.
Se pasaron la tarde buscando direcciones en el GPS, era un martirio encontrar 300 personas en un día, y no tener siquiera una idea de donde vivían, consiguieron entregar 70 tarjetas, el resto lo harían en otro momento.
Caminaron a casa, era incomodo el hecho de ser "amigos" según Agus y no tener ni siquiera un tema de conversación, Shannon no era bueno con eso, en realidad, ni siquiera sabia como entablar una conversación. Al llegar a su casa se dirigió rápidamente a las escaleras, pero se detuvo al pisar, algo, un pedazo de papel. Lo levanto curioso, el silencio en la casa era bastante raro, no parecía que hubiera alguien en ella. Subió las escaleras con el papel en las manos y se encerró en su habitación.
No lo abras, aun no. -La voz apareció.
Pensó un segundo, no sabia si debía abrirlo, pero la curiosidad lo invadía, miro hacia todos lados asegurando que nadie lo estaba mirando, desdoblo el papel y cuando iba a empezar a leerlo, hubo un apagón. En el medio de la oscuridad doblo el papel y se lo metió al bolsillo, maldijo el momento en el que dejo su teléfono en su mochila y se dispuso a llamar a su madre a gritos.
-¡Mamá! ¿¡En donde estas!?
Nadie respondió.
El miedo lo invadió, La Voz le había dicho que no abra el papel y haberlo ignorado, y que justo después se haya producido el apago lo atemorizó. Sintió como la sangre se le congelaba, y en su mente rondaba la frase "No debo desobedecer".
-¿Hola? ¿Mamá? -Preguntó. Las manos le temblaban y sentía que en cualquier momento sus piernas se desplomarían.
Nadie respondió. Camino tres pasos hacia adelante chocando con la puerta, esta se abrió lentamente. A Shannon le pareció curioso que solo la luz de su habitación se había apagado, sintió miedo y ganas de salir corriendo. Fue a paso rápido hacia las escaleras y encontró otra nota pegada a la barandilla.
-Mierda. -Susurró.
Bajo las escaleras con la nota en la mano, buscó a su madre, grito por toda la casa, hasta llegar a la cocina donde su madre estaba sentada, con la frente sobre la mesa, en algo que parecía ser un profundo sueño, pero no. La saliva que estaba derramada sobre el mantel indicaba otra cosa, que estaba inconsciente.
-¿Mamá? ¿¡Que te ha pasado!? ¡Despierta mamá! -Shannon enloqueció, su madre no despertaba, la sacudía, le gritaba y hasta llego a mojarla, nada funciono.
Tenia la nota aun en sus manos, la desesperación lo obligo a abrirla, con todo lo que ha pasado llego a pensar que la respuesta a esto estaba en las notas y no en La Voz que le hablaba.
Desdoblo el papel, lo que decía no era la respuesta, pero lo acercaba a ella.
"Lleva a tu madre a una casa de la ciudad de al lado, calle Bradford, 2900."
Tomo las llaves del auto, cargó a su madre en la parte trasera y encendió el motor. Maldijo el momento en el que su madre decidió vivir justo en el medio de la ciudad, tardarían en hacer todo el recorrido. Inevitablemente las lagrimas cayeron por sus mejillas y un nudo se apodero de su garganta. Aceleró infringiendo las leyes de transito, supero la velocidad permitida e ignoro varios semáforos en rojo. Grave error.
Una hora después se encontraba en frente de aquella casa. La puerta era de un color oscuro, las paredes estaban destruyéndose poco a poco y había un enorme hueco que parecía haberse hecho con una enorme piedra. En los escalones había otra nota.
"Deja a tu madre aquí, no abras la puerta, vete y no vuelvas"
-¿Que? -No podía hacerlo, no iba a hacerlo.
Una vez más, desobedeció. Abrió la puerta lentamente, la curiosidad lo estaba comiendo vivo, las ganas de gritar y romper todo a su paso estaban apunto de hacerlo estallar, quería matar.
-Grave error niño ingenuo. -Unas manos le taparon la boca con un algodón humedecido en alguna sustancia con olor extraño, de repente sintió ganas de dormir, sus ojos se cerraban sin que el así lo quisiera y justo antes de perder la conciencia, escuchó a alguien decir: Llevasela a Numero 2.
Después de eso no se supo nada de el durante 3 días, la escuela había llamado a su madre, obviamente no había contestado, a ambos los dieron por desaparecidos o secuestrados, la policía intervino en su casa buscando pruebas o alguna razón por la cual alguien hubiera tenido la intención de secuestrarlos, pero no encontraron absolutamente nada, hasta que el apareció, con un vago recuerdo de como paso todo, pero sin explicar nada a la policía porque La Voz, así lo ordeno.
Los días pasaron rápido y el fue obligado por las autoridades a volver al Instituto, dijeron que harían todo lo que estuviera en sus manos para dar con el paradero de su madre, aunque a el en ese momento no le despertaba ningún tipo de interés. Quería saber quien estaba detrás de todo esto y asesinarlo con sus propias manos.
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Terapia de Shock: Vivir o Morir.
Novela JuvenilShannon Birch, un chico cualquiera, a veces un poco rebelde y estúpido. Tendrá que enfrentar cambios inesperados y poco creíbles, cambios que serán imposibles de revertir. ¿Cuál será su objetivo? ¿Quién es el verdadero enemigo? Nada es casualidad, t...