En media hora, Jeongyeon sería libre hasta el próximo año.
La capitana Park puso al mando al sargento Collins antes de abandonar la comisaría una temporada. Esa misma mañana, Sana quiso tener el detalle de recogerla antes de ir a casa de su madre. Se había presentado en su puerta para sacar a Jihyo casi a rastras de la oficina. La capitana no tuvo más opción que lanzar despedidas apresuradas a sus dos detectives antes de desaparecer. Jeongyeon esperaba que ese dichoso viaje navideño valiera la pena. No quería tener de regreso a una capitana malhumorada.
La última vez que Jihyo acudió a trabajar tras una discusión con Sana, sembró tanto pánico entre sus colegas que la comisaría se convirtió en algo peor que el infierno. Por suerte, el reinado del terror duró más bien poco. Bastó que Sana viajara de regreso a Nueva York, obligara a Jihyo a encerrarse con ella en su oficina para tener una charla de confrontación y, una hora más tarde, la capitana volvía a ser una criatura mansa e inofensiva. Jeongyeon nunca se atrevió a preguntar el por qué de su pelea.
El reloj digital en la pantalla de su ordenador parecía ir más despacio con cada segundo. No es que tuviera algo interesante planeado como Jihyo y Sana para Navidad, pero Jeongyeon echaba en falta unas vacaciones. El último año había sido una locura.
Por otra parte, pensó que, si bien no viajaría por el Estado descubriendo las maravillas ocultas de Navidad, aún podría hacer algo especial por su cuenta. No tenía pensado pasar la Navidad sola.
A sus espaldas, Nayeon atendía una llamada desde el teléfono fijo de su mesa. Parecía aburrida. Su puesto de trabajo estaba a menos de 3 metros de distancia. Jeongyeon sólo tenía que girar sobre su silla de oficina y hacerla rodar un poco para entrar en el espacio personal de su compañera. Así que hizo exactamente eso cuando quedaban menos de quince minutos para su libertad.
Con el teléfono pegado a la oreja y una expresión aburrida, Nayeon se sorprendió de su repentina aparición. Le dedicó una sonrisa como si dijera "dame cinco minutos" y siguió atendiendo la llamada. Para distraerse, Jeongyeon cogió un bolígrafo de la mesa y se lo colocó sobre el labio superior como si fuera un bigote.
Después de un par de minutos, Nayeon finalmente colgó la llamada y soltó un largo suspiro.
—Casi me salen arrugas —gimió, desplomándose en su silla—. ¿Qué haces? ¿Es que no tienes trabajo que hacer?
Le arrebató el bolígrafo y Jeongyeon frunció el ceño como si a una niña le hubieran quitado su juguete favorito.
—La verdad es que no —respondió Jeongyeon—. Jihyo me concedió mis días libres para Navidad. De hecho… —miró la hora en el ordenador de Nayeon—, seré libre dentro de siete minutos y veinticuatro segundos.
—Pareces una cría esperando la hora de abrir los regalos —se burló Nayeon.
—Hey, dame algo de razón por una vez. ¿Es que tú no estás emocionada por las vacaciones?
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Cicatrices ➳ 2yeon
Fanfic𝐀𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚: esta es la secuela de otra historia: "Amar y proteger". No es necesario haber leído el primer libro para entender este, pero se advierte que contiene spoilers. Lee bajo tu responsabilidad. Después de ver a la muerte de cerca...