El agente "K" se ve envuelto en investigar una red criminal en la ciudad, su misión es estar encubierto para desmantelarla y entregar a las autoridades, estando en el lugar conoce a la mano derecha del jefe. Él le será de mucha ayuda.
Maxwell es el...
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—El suicidio no es la solución, Maxwell.– su padre gritaba desesperado mientras trataba de tirar la puerta Y poder entrar a esa habitación a toda costa.
El joven muchacho estaba a oscuras en esa habitación tan solitaria, para su mala suerte (o fortuna), ya tenía experiencia en el uso de armas y ahora lo pondría en práctica consigo mismo.
—Ciro, has sido un buen padre, todo lo que soy y lo que tengo es gracias a ti, pero ya no puedo… La persona en la que más confiaba me mintió, si no puedo siquiera confiar en él, ¿Qué más me queda?.
—No puedes depender de las personas, Maxwell.
—Lo sé, lo peor es que lo sé, pero mi corazón se niega a aceptarlo, Víctor me traicionó, me vendió a la policía, cuando me juró y prometió cosas, él dijo que me amaba y me iba a cuidar.
—Pero Maxwell, puedo entender que te sientas adolorido, y que sientas que tu corazón duela, pero no dejes a tu familia atrás, yo y los chicos te necesitamos y no sabemos… No sabes si en un futuro llegará alguien que sane tu alma rota.
El castaño se encontraba recostado en el suelo, con su dedo índice sobre el gatillo, esperando a ser presionado. No era la primera vez.
—Ciro, mi cuerpo está lleno de cicatrices, soy molesto y soy un delincuente… Vivo en el rechazo constante, mi familia biológica me abandonó, y mi hermano ni siquiera me buscó–. Su voz se oía ronca e inexpresiva, sus ojos dolían al no poder llorar.
Maxwell era un chico rechazado por toda la sociedad, ya sea por una u otra cosa. Lo trataban como si fuera un pequeño monstruo lleno de cicatrices.
Siempre había estado buscando una respuesta al por qué del odio que le tenían, ¿A caso era muy ruido e hiperactivo?, ¿o quizás eran esas cicatrices que adoraban sus brazos y piernas?... ¿O sería esa apariencia desnutrida suya?, no lo sabía, pero cada vez que buscaba respuestas únicamente encontraba más defectos suyos.
Su padre adoptivo y Víctor, el chico que conoció hace unos días, trabajaba en otro bando de la ciudad, eran peligrosos y mucho más poderosos qué ellos en aquel entonces. Ambos chicos se conocieron en una pelea de ambos cuarteles y podría decirse que fue amor a primera vista, esos ojos cafés conectaron con esa mirada tan obscura como la misma noche, su mirada se convirtió en la noche estrellada de van Gogh al ver al castaño, era simplemente deslumbrante y no iba a mentir. El chico se escabullo entre la gente hasta aproximarse al castaño para tomar su muñeca y sacarlo de ahí, lo llevó a una pequeña colina de la ciudad y pronto entablaron una conversación, ambos chicos congeniaban a la perfección, como si Maxwell hubiera sido hecho para Víctor y viceversa.
Se enamoraron en invierno.
—Maxwell, cariño, tengo una sorpresa para ti… Te conocí hace algunos años, nos enamoramos en estas mismas fechas, ¿Lo recuerdas?–. El pelinegro cubría los ojos de su acompañante, lo llevaba al centro de un lugar, era una sorpresa y tenía que salir a la perfección, el castaño no decía nada, únicamente se concentraba en escuchar esa dulce voz que tanto amaba.