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Jungkook

¿Hacia dónde va él? Miro desde mi ventana delantera mientras sale de su camino de entrada, con su parachoques peligrosamente a donde solía estar mi buzón. Demonios, si no lo hubiera roto, él podría haberlo golpeado. Eso hubiera sido interesante. Tal vez si él hubiera hecho eso, podría haberlo convencido para que viniera y me ayudara a arreglarlo.

Esa oportunidad se ha ido, al igual que él. Me lanzo por el pasillo central, casi tiro a Sylvester de su árbol de gatos favorito y agarro mis llaves. El garaje está helado cuando enciendo el coche, pero no le doy al motor la oportunidad de calentarse.

Afuera hace mucho frío y pronto habrá más nieve. Él trabaja desde casa, entonces, ¿qué podría llevarlo a la ciudad? Frozen Falls suele ser una ciudad tranquila y aburrida, pero últimamente ha habido algunos problemas con extraños en la ciudad que causan disturbios. No puedo dejarlo ir solo, no cuando hay personajes desagradables acechando.

Lo sigo muy lejos, aunque siempre lo mantengo a la vista. Entra en la ferretería.

Aparcando unas filas más allá, lo veo entrar en la tienda. Su trasero todavía se ve increíble, y cuando un hombre sostiene la puerta para él y lo mira mientras entra, agarro mi volante con tanta fuerza que gime. Al salir, me pongo las gafas y me dirijo a la entrada. El imbécil sigue ahí de pie dejando salir el calor y mirando el trasero perfecto de mi astuto ángel.

—Largate. —Gruño.

Se vuelve hacia mí con una mirada amarga, luego tiene que retroceder para mirarme. Lo que sea que quisiera devolverme muere en su lengua mientras asiente y se aleja apresuradamente. Probablemente necesite revisar sus pantalones. Bien.

Al entrar en la tienda, dejó que la puerta se cierre y me muevo hacia el pasillo de alimentos. En el camino, vuelco una bolsa de alpiste, pero me las arreglo para atraparla antes de que caiga al suelo. Lo vuelvo a poner en el exhibidor, respiró profundamente, luego me muevo hacia el pasillo y me quedo allí. Es lo más seguro, de verdad. Yoongi no necesita ningún alimento, así que debería poder pasar el rato sin ser demasiado obvio. Este es un plan perfecto, así que yo...

—¡Jungkook!

Doy vueltas y vuelco un fardo de heno y varias bolsas de avena apiladas encima.

—Whoa. —Yoongi da un salto hacia atrás mientras tomo las bolsas y uso la pierna para mantener la paca de heno en su lugar.

Luego vuelvo a colocar la pila y los enderezo.

—Oh Dios mío. ¡Eso tiene que ser más de cien libras de avena! —Sus ojos están muy abiertos cuando me mira. El color se desliza por sus mejillas y sus labios se abren un poco.

Apuesto a que parezco el monstruo Frankenstein lanzando cosas pesadas. Debe estar aterrorizado.

—Lo siento. ¿Estás bien?

—Estoy bien. —Su voz es entrecortada.

Me doy cuenta de que todavía estoy usando mis estúpidas gafas de sol. Maldita sea. Las deslizó fuera de mi cara. —Hola, Yoongi, solo estuve aquí por un…

—¿Comida de gato? Me encanta cuando Sylvester me mira por la ventana delantera. Parece el pequeño más dulce.

Me aclaro la garganta. —Sí, comida para gatos. Cierto. —Me acerco, agarro una bolsa de 50 libras y la tiro por encima del hombro. —Sí.

Él hace eso con sus piernas, como si estuviera presionando sus muslos juntos, y se pasa una mano por el cabello y se muerde el labio. ¿Tiene que ir al baño?

Trato de no mirarle los pezones, pero están tan duros que puedo verlos a través de su suéter ajustado.

Maldita sea, quiero saber cómo se sienten. Cuanto más trato de no mirarlos directamente, más pienso en ellos. Mierda.

Me acerco y agarro otra bolsa de comida para gatos. —Se acerca la tormenta, ya sabes. Tengo que asegurarme de que Sylvester tenga suficiente.

Se apoya en los estantes, sus mejillas se vuelven aún más rosadas mientras se lame los labios.

¿Qué le pasa a él? Si lo lastime, no sé qué voy a hacer. No puedo soportar la idea de eso. —No estás herido, ¿verdad? ¿No te lastimé, verdad, cuando tiré todas esas cosas?

—Estoy bien. —Dice alegremente. —Es solo, eh, solo hace calor aquí, ya sabes. —Se abanica con la mano. —Bueno, será mejor que me vaya. Necesito algunas cosas para construir algo... um… . —Su mirada recorre mi cuerpo.

Dios, él debe estar aterrorizado de mí.

—Necesito algo grande y grueso.

—¿Grueso?

Él parpadea. —¿Qué? No me refiero. —Se ríe de una manera muy aguda. —No, me refiero a grandes trozos de madera. —Él traga saliva. —Pino. Si. Necesito un poco de pino para hacer algunas cosas. Para pedidos. Muchos pedidos. Ya casi llega la Navidad. Así que, ya sabes, tengo una lista larga, larga, gruesa, ya sabes, gruesa. —Él vuelve a hacer la cosa con sus muslos.

—¿Seguro que estás bien? —Doy un paso hacia él.

—Debe irme. ¡Nos vemos de regreso en casa! —Con eso, se da vuelta y se apresura, su perfecto culo haciéndome la boca agua.

Mierda. Yo lo asusté. Yo y mi gran cuerpo tonto y mis grandes y estúpidas manos y mi maldito todo. Por supuesto que está aterrorizado. Casi le tiro una tonelada de avena encima. Él es inteligente por huir de mí.

Camino penosamente hasta la caja registradora y compro la comida para gatos que le durará a Sylvester hasta el próximo año. Eso es bueno. Esta es su marca favorita. No se quejara.

Miro alrededor de la tienda, tratando de ver de nuevo a Yoongi, pero no lo encuentro. Probablemente se esté escondiendo de mí, esperando a que me vaya para sentirse seguro.

—¿Recibo, Jungkook? —Heejin me entrega el pequeño rectángulo de papel.

—Gracias. —Lo tomo y noto que tiene algo escrito en la parte superior. —¿Este es un número del producto o algo así? No creo que tenga que volver a hacer un pedido pronto. —Doy una palmada en el hombro a la gran pila de comida para gatos.

Ella pone su mano en su cadera y mueve su cabello. —No es un número del producto. Es mi número.

—¿Como tu número de empleado? No deberías revelar eso, Heejin. Eso es peligroso. ¿Qué pasa si alguien, no sé, lo usa para intentar hacerse pasar por ti o algo así?

Ella me da la misma mirada que he tenido muchas veces en mi vida. La mirada de gran tonto. Nunca me ha gustado, pero me he acostumbrado. Después de todo, soy bastante enorme y no siempre pienso de la misma manera que otras personas. Siempre he sido así, como si lo mirara todo de manera diferente, a través de un par de lentes diferentes. La gente no lo entiende. La única persona que he conocido que nunca me ha mirado de esa manera es Yoongi, y ahora probablemente lo he asustado para siempre. Mi corazón se hunde ante el pensamiento.

—Sólo tómalo. —Heejin me lanza una larga mirada de arriba abajo.

—Bueno. —Guardo el recibo en el bolsillo y me apresuro a alejarme de las extrañas miradas de Heejin. Una vez que cargo la comida para gatos en mi auto, entro y espero.

Son solo unos minutos antes de que Yoongi aparezca, con algunos suministros en sus brazos. Solo verlo me hace sentir mejor por el extraño momento con Heejin. Quizás Yoongi me tiene miedo, pero no cree que sea un idiota. Al menos, no creo que lo haga. Eso es una victoria.

Y con Yoongi, tomaré las victorias como vengan. Con suerte, algún día conseguiré la mayor victoria de todas: su amor. Pero no me atrevo a tener una esperanza tan grande.

Después de todo, algo así requeriría un milagro navideño.

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