15

1.1K 154 16
                                    

Santa
(Jungkook)

—Eso fue solo una suposición de suerte.

—¿Dos aciertos afortunados? —Yoongi me mira. —¿Conoces alguno de los otros nombres?

Miro la larga resma de papel, una de las muchas que hay en las cajas de su porche delantero. Sí, conozco todos los nombres que veo. De hecho, tengo la clara necesidad de tomar un bolígrafo y marcar a los niños traviesos, asegurándome de no incluirlos accidentalmente en la lista de los buenos.

—¿Jungkook? —Él se estira, sus manos van a mi cabello oscuro.

—¿Si? —Hojeo algunas páginas más, aún reconociendo cada nombre. —Esto no puede ser correcto. —Murmuro.

—Tu cabello. —Él acaricia las hebras.

—¿Hmm?

—Se está volviendo blanco.

—¿Qué?

Aparto los ojos de la lista y lo encuentro. —¿Blanco?

—Si. —Él asiente lentamente. —Ven. —Toma mi mano y me lleva a su casa, luego señala el espejo en su entrada. —¿Vez?

—Mierda. —Deslizo el sombrero de mi cabeza y miro cómo mi cabello se vuelve plateado, los mechones casi metálicos. Ambos miramos boquiabiertos ante mi reflejo.

—¡Finalmente! —Una voz chillona atraviesa nuestro asombro, y nos volvemos para encontrar a un hombre pequeño con una nariz afilada, chaleco verde aterciopelado, pantalones cortos, y zapatos rojos relucientes hacia arriba con cascabeles en las puntas. —Santa. —Me hace una profunda reverencia.

—¿Qué carajo?

Vuelve a ponerse de pie. —A tu predecesor también le gustaba el lenguaje salado. —Se pellizca la nariz con una sonrisa de complicidad.

—¿Predecesor? ¿Te refieres a Santa? —Tengo que arrodillarme para ver mejor al chico. Viene a mi rodilla.

—Eres Santa ahora. Necesito que se presente inmediatamente al Polo Norte. El taller necesita órdenes de marcha. Los renos están inquietos. El tiempo corre. ¡Ya casi llega la Navidad! —Su voz cantarina es como una aguja en mi oído.

—No soy Santa. —Niego con la cabeza.

—Lo es.

—No, soy un matón retirado con una larga lista de errores detrás de mí. Y ahora finalmente encontré la única cosa buena en mi vida.

—¡Si! —Exclama el elfo. —Ser Santa es una buena idea.

—¡No estoy hablando de ser Santa! —Yo ladro. —Estoy hablando de mi Pedacito. —Tomo su mano. —No soy Santa. Pertenezco aquí.

Él me sonríe, sus ojos llorosos. —¿De verdad?

—De Verdad. —Me levanto a mi altura completa. —Te amo, Pedacito. Nunca amaré a nadie más que a ti.

—¡Jungkook! —Él lanza sus brazos alrededor de mi cuello, y lo levanto mientras él entierra su cara en mi cuello. —Yo también te amo. —Él se ríe mientras lo hago girar, y cuando casi patea a Cinnamon en su afilada nariz, sonrío. Pero más que eso, mi corazón parece latir el doble de tiempo, porque este increíble chico en mis brazos dijo que me ama. No voy a dejar pasar eso. No puedo. Él es parte de mí ahora.

—No soy Santa. —Lo pongo de pie y lo beso. —Soy tu hombre.

Cinnamon se aclara la garganta y levanta un dedo. —Disculpas, Santa. Pero te pusiste el sombrero. Te eligió a ti. Eso no se puede deshacer. El sombrero siempre elige a el Santa.

santaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora