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Jungkook

¿Es ese miedo en sus ojos? Mierda. No quiero asustarlo, y absolutamente no quiero lastimarlo.

—Wow. —Él se acerca al borde de la cama.

¿Wow? Un hombre podría acostumbrarse a eso.

Él se acerca y agarra mi polla.

Él extiende su mano y me agarra la polla.

Me muevo. —Pedacito.

—Es tan grande. —Se inclina más cerca, su aliento roza mi cabeza. Paso mis dedos por su cabello.

—¿Quieres probarla?

—Si. —Me lame antes de que yo sepa lo que está haciendo.

Mi cuerpo se tensa aún más cuando siento su cálida lengua burlándose de mi polla. —Pedacito, no deberías…. —Aprieto los dientes cuando él envuelve su boca alrededor de mi cabeza.

Mueve su pequeña mano hacia arriba y abajo por mi eje, sintiéndome lentamente mientras chupa mi punta. Mirándolo, parece que no puedo recuperar el aliento. Él es un hermoso provocador, sus ojos se encuentran con los míos mientras lame mi polla.

Retrocediendo, pregunta: —¿Así? —Luego me lleva más adentro de su boca.

Agarro su cabello y mis caderas se mueven hacia adelante.

Él tiene arcadas, sus ojos llorosos, pero no se detiene.

Me pongo aún más duro. —Eres tan jodidamente caliente, Pedacito. —Él gime alrededor de mi polla y se mete la mano entre las piernas.

—¿Acariciandote para mí? —Lo acerco más a mi polla. Él la toma, una mano en la base de mi eje, la otra entre sus gruesos muslos.

Su lengua se burla y provoca, rodando alrededor de la cabeza de mi polla mientras me lleva más profundo. Cuando golpeo el techo de su boca, gimo por su suave calor, la deliciosa presión de sus labios.

—Si sigues así, no duraré. —Le advierto.

Él no se detiene. Su cabeza se mueve más rápido mientras empujo con mis caderas. Todo lo que está haciendo se siente increíble, pero son sus ojos los que amenazan con enviarme por la borda. Esos ojos sexys mirándome mientras le follo la boca.

Eso es. —Estoy a punto de venirme. —Me aparto, pero él me sigue, manteniéndome en su boca. El placer ruge por mis venas y se centra en mi polla.

Mi cuerpo se contrae, y luego me corro con un gruñido áspero, mi polla brota en su boca caliente mientras lo miro. Él retrocede un poco, pero aún no me suelta, y siento la presión de su tragar, bebiéndome mientras termino en su lengua. El orgasmo me sacude hasta el fondo, mi liberación nunca golpeó tan fuerte en mi vida.

Y luego gime a mi alrededor, su cuerpo se estremece cuando se corre. Todavía chupando mi polla, todavía mirándome mientras el placer lo recorre. No quiero que esto termine nunca. Nuestra conexión es eléctrica, mi necesidad de estar dentro de él es como un martillo en mi cráneo. Lo quiero todo, hasta el último pedacito. Cuando saca mi polla de su boca, usa su lengua en mi cabeza.

—Mierda, Pedacito. Tu boca es…. —No puedo pensar en una palabra. No para el chico sexy que me mira con abierta adoración.

Me agacho, tomo su mano y la llevo a mis labios, saboreando su liberación en la punta de sus dedos. Mi polla está a media asta, pero ya se está recuperando. ¿Cómo podría no ser así cuando mi Yoongi está temblando y listo para mí, su coño mojado suplicando por cada centímetro que puedo darle?

—¿Estuvo bien? —Pregunta, sus mejillas de un hermoso color rosa.

—¿Bien? —Casi me río. En cambio, lo llevo al centro de la cama y subo entre sus muslos. Mi polla endurecida descansa contra su húmedo calor, y no quiero nada más que sumergirme dentro de él.

Él se muerde el labio. —¿Solamente bien?

—Eres fabuloso. —Lo beso suavemente, pero rápidamente se vuelve más urgente mientras me froto contra su coño.

Él gime y muerde mi labio inferior. —Jungkook. —Respira.

Me encanta la forma en que dice mi nombre. Tan jodidamente sexy.

—Te deseo. —Su voz es casi un quejido.

—¿Todo de mí? —Me muevo contra él, deslizándome en su humedad y haciendo que mis músculos se tensen de necesidad.

—Si. —Mueve las caderas, tratando de meterme dentro.

—Esto es todo, Pedacito. Me das todo de ti y eres mío. ¿Lo entiendes? —Presiono mi frente contra la de él. —No comparto, y nunca te dejaré ir. Esto es para siempre.

—¿Siempre? —Se le humedecen los ojos. —¿Lo prometes? —Sonrío, amando la esperanza en su tono.

—Si.

Él también sonríe, su rostro se ilumina. —Entonces sí.

Lo beso y me alineo con su entrada. No quiero lastimarlo nunca, así que lo tomaré con calma. Estoy a punto de empujar dentro de sus paredes resbaladizas cuando el fuerte sonido de las campanas atraviesa la habitación y nos asusta a los dos.

santaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora