IV. Chopin

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Era un colegio bastante... lujoso, la verdad. Se notaba con solo salir del estacionamiento para darse cuenta de que la camioneta que suele manejar Tzuyu no siquiera alcanza a ser tan reluciente como varios Audis, algunos BMW y un característico mini Cooper beige en una esquina. De hecho su camioneta data del 2017 (adquisición que obtuvo de su padre, quien ya no puede manejar) y a la vista de la monólida, jura por quien que la mire, que esos autos son último modelo.

También lo nota en los estudiantes, vestidos de trajes amarillo mostaza y corbatitas extravagantes que ella nunca usó. Claro, si se encontraba caminando por una escuela privada y ella vivió recorriendo pasillos de escuelas públicas con uniformes típicos entre azul marino y el café oscuro.

Gracia al guardia, llegó en poco tiempo a una inmensa sala, al entrar, se deleitó con la variedad de pianos a su disposición.

Tuvo una positiva envidia de aquellos estudiantes.

Se sentó en el taburete y levanta la madera que cubría las teclas. Presionó una, notando inmediatamente lo desafinado que estaba.

—¿Eres buena afinando pianos?–escuchó la bonita vos detrás suyo. Sana se posó en su vista.

Se veía etérea a los grandes ojos de Tzuyu.

—Hemos vuelto hace poco de las vacaciones de invierno. Estos pianos llevan más de un mes sin ser usados y varios profesores han dicho que no han logrado hacer sus clases por están muy desafinados–la mujer sacó una tarjeta del bolsilo–. Y llame al número de su tarjeta.

Tzuyu había mirado y escuchado atentamente a Sana, pero no tenía nada más que decir que dar un asentimiento con su cabeza para reflejar que entendió el problema.

—Pensé que por el hecho de que ya nos conocemos, podrías ocuparte de esto–dedicó una pasajera mirada a la amplia sala–, pues son varios pianos que afinar.

—C‐claro.–Tzuyu sonrió como una tonta al percatarse de que, la mujer había pensado en ella–. No tengo problema.

—Genial–la castaña apoyó sus brazos en el piano–, ¿Cuánto tardarías?

—Hasta mañana, los más probable.

Tzuyu comenzó con el mismo piano en el que tocó alguna teclas. Desmontó la parte superior y frontal del piano, teniendo especial cuidado con no estropear ni romper nada y decidió afinar de la manera más práctica, ajustando las cuerdas al registro medio del piano a una octava temperada, ya que es la más fácil de afinar. Una vez hizo eso, siguió ajustando los demás tonos.

Había alcanzado a afinar tan solo dos pianos cuando una alumna ingresó a la sala, que, dicho sea de paso, saludo conrtésmente a Tzuyu y luego se sentó en el primer piano que la monólida había afinado. Seguido, apareció Sana por la puerta con una carpeta de partituras.

Ensayaba el nivel 40 de Czerny, tan solo le bastó unos segundos a Tzuyu reconocerlo. Sonrió, le gustaba ensayaron en la fábrica cuando tenía tiempo y quería asegurarse de que el piano se entregaría afinado.

Pero levantó la cabeza y giró su dirección a la de la maestra y la chica. Tzuyu escuchó sin duda... se debe haber equivocado en más de cinco notas.

—Sullyoon–Sana golpeaba al compás de su batuta–. Une tus dedos y afloja la muñeca.

La estudiante dejó de tocar luego de la observación de Sana, un poco frustrada. Miró a su profesora con el ceño fruncido y pronunció:

—¿No se dio cuenta que me equivoque desde la mitad?–preguntó.

—Claro que lo noté.–en realidad, Sana sólo había notado sus errores en las últimas notas, cuando le pidió que aflojara sus muñecas y uniera sus dedos.

Pianist || SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora