V. Jjamjjamyeon

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No fue mucho tiempo. Tan solo dos días después, Sana, se comunicó con Tzuyu nuevamente, así que esta última salió disparada del taller para ir a buscar el piano.

No vamos a dejar a la pequeña emoción de la monólida, a pesar de que tenía el número de la castaña, se rehusaba a insistir si quería sus servicios para seguir arreglando pianos, por más que la contraria se lo comentó. Tzuyu tenía dignidad, pero también ansiedad. Vivió estos días mirando su celular esperando esa especial llamada para arreglar aquel "viejo piano".

Y en cuanto escuchó la cálida voz de Sana en la otra línea, una sonrisa tonta se posó en sus labios y con un vago "Sí" (Sama ya creía que realmente era una chica de pocas palabras, cosa que era cierto, pero también es por lo anonada que está últimamente) le gritó a Jihyo que estaba a cargo del taller y que volvía más tarde.

Pobre Jihyo, tanto ha sufrido.

Ahora no iba a ser la excepción.

—¡Definitivamente estás loca!–gritó a Jihyo mientras rodeaba el piano que recientemente había descargado junto a la peli naranja de la camioneta– Déjame decirte, que ni tu padre se esmeraría en arreglar esta cosa... Porque ¡No se puede arreglar!

—Creo que solo tenemos que cambiarlo un poco y quedaría bonito.

—¿B-bonito? ¿Está cosa vieja que se desarma?–apuntó al piano con su dedo, mirándola atónita–¡¿Cómo va a quedar bonito esta cosa que a nadie le importó?!–Intentó patear la parte baja del piano, pero Tzuyu puso rápidamente un brazo en su abdomen, alejándola.

—Uhm...–apoyó su brazo izquierdo en la parte superior del pianoforte– Hay que cambiar las tapas y las cubiertas–siguió analizando el objeto–, el martillo y algunas teclas también deben ser reemplazadas... Y, claro, debemos afinarlo y quizá, sea necesario cambiar el pedal.

—¡Literalmente vas a construir una cosa nueva!-se quejó Jihyo–¿Qué hay aquí para salvar? ¡Nada!

Tzuyu miró a Jihyo y no pudo evitar soltar una pequeña carcajada por las quejas de la mayor. Claro, ese trabajo era tanto de Tzuyu y la contraria y lo que menos quería Jihyo, era seguir cargando con más trabajos.

—Exagerada.–le dio un suave golpe en el brazo y se dispuso a buscar los materiales para trabajar–deja de quejarte, como si no te pagara-le gritó mientras seguía caminando.

[...]

—Bueno, por lo menos ya cambié el martillo y las teclas-pasó el antebrazo por su frente, intentando quitar algunas pequeñas gotas de sudor que se asomaban.

Eran las cuatro de la tarde, Jihyo se había ido hace algunas horas y tan sólo habían pasado tres días desde que recibió el piano.

Intentaba no ser insistente o quizá obsesionada por Sana. Hoy por primera vez y con una iniciativa propia forzada por la gran vergüenza y timidez que sentía, le envió un mensaje de texto reportándole el estado de su piano. Luego se quiso tirar desde un edificio de treinta pisos cuando Sana le envió un ":)" y posteriormente un "Gracias".

¿Tan patética era? La verdad es que Tzuyu nunca tuvo alguna relación amorosa duradera o algo significativo. Su corazón si revoloteó por algunas personas, pero fue tan pasajero, que desistía en ese imposible amor.

Y luego estaba Jihyo, que decía que Tzuyu era torpe.

Una vez invitó a una chica a salir, cuando iba en sí último año de secundaria, pero fue rechazada. En realidad, intentó invitarla a salir, porque la monólida tartamudeó y le botó el juguito de naranja encima por los nervios. La contraria no se enojó, menos mal, pero sí que eso de igual manera hizo quedar a Tzuyu como un pequeño hazmerreír, ya saben, después la gente se olvida y solo faltaba unos meses para graduarse.

Pianist || SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora