ᴍɪꜱᴍᴀ ᴘɪᴇʟ | ᴜꜱᴏᴘᴘ

i. Usopp

Como con todo lo relacionado con la tripulación, Zoro había sido el primero en notarlo. Claro que no había sido inmediatamente evidente, especialmente con los primeros dos —los primeros según él—, ya que los límites entre uno y otro parecían borrarse por momentos; sin embargo, los había descubierto. Así que sí, Zoro lo había descubierto, quizás tras observarlo atentamente y en silencio como lo hacía con el resto de la tripulación; aún así había preferido no decir nada, al menos no de la forma tan directa que lo caracterizaba.

— ¿Eres tú, Usopp? —le había preguntado una mañana que lo había visto sentado pescando en la cubierta del Going Merry. Estaban solos, lo que era poco común, pero Zoro necesitaba saber.

Cuando había volteado a verlo, su expresión era nerviosa, parecía haber sido atrapado in fraganti en el momento, pero genuinamente estaba confundido. Había hecho esa mueca, boca ligeramente abierta dejando ver apenas los dientes, cejas fruncidas por poco, nariz arrugada, ojo derecho ligeramente achicado, cabeza apenas perceptiblemente inclinada hacia la izquierda y el sonido "¿Eh?", saliendo de sus labios; y esa expresión sólo podía ser de Usopp, lo sabía porque aunque era complicado diferenciarlos, esa forma de ladear la cabeza y esa voz apenas medio tono más agudo, sólo podían ser de él.

Como si eso no hubiese sido suficiente prueba, se había volteado casi gritando porque algo había picado el anzuelo y había tomado la caña con la mano izquierda. Entonces lo había visto pelear con el pescado, lo había escuchado gritar por Sanji porque estaba seguro de que tendrían un delicioso almuerzo con esa pesca y por Luffy para que lo ayudase a subir al animal; había visto cómo apretaba los dientes y cerraba los ojos, y había escuchado una sarta de idioteces para que lo ayudara, porque estaba ahí sin hacer nada, mejor ayúdame a subir esto, Zoro estúpido... Y así había hecho, había tomado la caña, había tirado con fuerza y sobre la cubierta había saltado un gran pez marrón de extraña apariencia y bigotes.

— Ah, sí eres tú —había dicho de pronto poniendo una mano sobre su espalda, estando completamente seguro de que se trataba de Usopp. Sentía un alivio porque no deseaba tratar con personas que no eran amigos suyos.

— ¿De qué hablas? —había preguntado, más nervioso ahora que antes. Parecía que lo habían descubierto en una mentira, pero la verdad era que ni Zoro ni nadie más lo pensaba así. Usopp era un mal mentiroso.

Zoro lo había mirado, quizás por más tiempo del necesario, antes de hablar—. Nami quiere tu ayuda con algo de los cañones. Sólo me estaba asegurando de que fueras tú y no alguien más a quien se lo pidiera.

Y entonces había tomado el pescado muerto para comenzar a caminar hacia la cocina gritando por el cocinero; Usopp se había quedado ahí, confundido, pero eso no importaba. Lo importante era que esa tarde tendrían un grandioso almuerzo, lo sabía, Usopp siempre pescaba lo mejor.