ᴍɪꜱᴍᴀ ᴘɪᴇʟ | ᴜꜱᴏᴘᴘ

v. Bron

Sanji había sido el primero y el único en conocerla, por qué, eso era un misterio; pero si debía hacer una suposición salvaje, diría que era porque Usopp y él eran confidentes el uno del otro. "Escucho voces", le había revelado Usopp, pero ni siquiera eso lo había preparado para lo que halló al entrar aquella noche en la cocina del Thousand Sunny esperando encontrar a Luffy tratando de robar comida.

Había hallado sangre y un cuchillo en mano de Uso- No, no era él, quien estaba haciendo daño al cuerpo, no era su amigo aún cuando lo percibía con ese rostro. No era Usopp porque estaba usando su derecha, porque sus ojos tenían una mirada distinta, porque su rostro tenía una expresión furiosa y porque le había gritado con un odio terrible que la dejara sola. La escena era grotesca: rojo, gritos, manos sucias, tierra, lágrimas y un rostro familiar pero no era la persona a la que conocía, el chico con el que reía en las noches.

Sanji había pedido que parase, se había acercado a pesar de las amenazas y de pronto estaban forcejeando con su mejor amigo. No es Usopp, debió recordarse y no sabía quién era porque no era nadie a quien hubiese visto antes; era alguien que lo había mordido, que había usado sus cuchillos para lo único que él jamás los utilizaría, que estaba lastimando el cuerpo y que estaba llorando mientras de su boca salían maldiciones en un idioma desconocido y palabras de odio contra ese cuerpo. Sanji tenía miedo, sí, porque la voz pedía que se alejara o los mataría a ambos en la cocina, y se retorcía llenando sus manos de más sangre aunque el cuchillo estaba lejos.

— Por favor —había dicho, y sonaba más a una súplica—. Le prometí a Usopp que haría lo que él no pudiera. —Y no sabía por qué sus mejillas también estaban empapadas—. Por favor, si no me dejas no podré protegerlos ni a ti ni a él...

Y de pronto estaba abrazando su cuerpo y acariciando su cabello mientras esa voz, más suave, tan suave que lo hacía pensar en una niña aterrada, repetía una y otra vez entre sollozos "Lo siento". Sanji no sabía cómo, pero habían terminado en el baño; había tomado el botiquín que Chopper guardaba bajo el lavabo y entonces, sin mirar sus ojos, pidió permiso para tocar, lavar y curar las heridas —lo haría él porque Usopp le había confiado su secreto—, y después comenzó a poner un vendaje.

— ¿Por qué eres amable conmigo? —preguntó de pronto.

Por primera vez en la noche, Sanji se atrevió a mirar sus ojos—. Porque Usopp es mi amigo.

— Pero no soy él... y nos lastimé.

Sanji asintió—. Lo sé —dijo volviendo a mirar el vendaje que estaba poniendo—. Pero prometí protegerlo, y eso se extiende a ti... aunque no sé tu nombre o si tienes uno.

— Bron.

Asintió tras repetir el nombre, y mientras terminaba de colocar la venda en su mano izquierda, y se limitó a continuar en silencio. Sanji había descubierto una gran ira en sus ojos, un odio que no sabía explicar, pero también un miedo que reconocía: Bron se parecía a él más de lo que deseaba reconocer, la prueba estaba en las cicatrices de sus pálidos muslos y las palabras de Zeff. Sanji había visto en Bron al niño que había sido y se había prometido al terminar de vendarla que la promesa se extendía hasta ella.