XVII. Flower bridge.

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—Lo siento Minjeong. Pero no podíamos hacer nada.

La voz de la partera era suave, llena de simpatía, pero no hubo nada que suavizara el golpe. Las palabras flotaban en el aire, con el peso suficiente para hacer que Minjeong se arrodillara de dolor.

Sin embargo, ella no cedió.

Se mantuvo erguida, aunque todo su cuerpo estaba invadido por la pura incredulidad y el shock, incapaz de procesar lo que estaba pasando.

Lo siento, Minjeong.

Lo siento, Minjeong.

Lo siento, Minjeong.

Las palabras sonaban en sus oídos en un bucle sin fin, haciéndola sentir desorientada y mareada.

—¿Se ha ido? —preguntó, con la voz apenas por encima de un susurro, como si decir las palabras en voz alta las hiciera más reales.

—Hizo todo lo posible por aguantar, pero al final no fue suficiente. Lo siento.

Se quedó allí de pie, incapaz de llorar, incapaz de moverse, mirando fijamente el vacío dejado por las palabras que habían cambiado su vida para siempre.

Ya había sentido esto antes. La pérdida. Un dolor tan profundo que todo se volvía confuso, pero esta vez no tenía a nadie que la abrazara y le dijera que todo iba a salir bien.

No tenía a nadie que le dijera que lo dejara salir.

No tenía...

Ni siquiera podía pensar en ella o le dolería demasiado.

Al final del día, cuando finalmente regresó a su habitación, se encontró incapaz de cuidarse a sí misma. La herida le molestaba, el brazo le temblaba, le dolía y le escocía al mismo tiempo. Estaba cansada y desesperada por dormir, pero los sonidos de la noche la distraían demasiado.

Pero lo peor de todo es que en su habitación hacía demasiado frío.

Estaba sola.

Minjeong odia estar sola.




༺ ༻




Seis años han pasado desde que Minjeong había tomado la vida de Eun Seok.

Algunas cosas nunca cambian. Independientemente de la época del año, el aire que rodeaba el ascenso de Minjeong por el terreno rocoso siempre era gélido y solemne, pero ahora especialmente, porque iba sola a diferencia de otros años en los que tenía compañía.

Recordó cómo le había dicho a Jimin que algunas tradiciones le parecían sobrevaloradas, pero no ésta. Siempre era importante presentar respetos a los que amas, incluso si habían fallecido, para hacerles saber que los recuerdas y que están en tu corazón.

Unos pasos cada vez más pesados la condujeron a la tumba, que le resultaba demasiado familiar. Llevaba años visitándola, pero nunca le resultaba fácil. A medida que se acercaba, aparecieron dos lápidas gemelas. Y con eso Minjeong finalmente hizo una parada.

—Sé que ha pasado mucho tiempo. Lo siento. Han pasado muchas cosas últimamente y no he tenido tiempo de visitarlos. —Minjeong dejó escapar un suspiro, agarrando su bolso con fuerza—. Te extraño. Todos los días.

Sus ojos recorrieron una vez más los nombres grabados en la piedra.

En ese momento, recordó las peores cuarenta y ocho horas de su vida.

if there is another life (如果有來生) | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora