El veintiuno de septiembre del año en curso los estados unido a sufrido un fuerte golpe.
Cientos de personas han perdido la vida en los últimos días debido a los numerosos atentados que se han llevado a cabo de manera simultánea en ciudades estratég...
Jueves 29 de septiembre Washington D. C 1000 :mil horas tiempo militar (GMT-4) 10:00 AM: tiempo regular, hora del este.
A solo 8 días del atentado.
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—¿Qué diablos tienes en la cabeza?
—¡Mierda! —La palabra sale de mis labios sin poder evitar el tono renuente y los presentes voltean a mirarme con el ceño fruncido, el menor de ellos estrechando sus ojos y el mayor apretando sus dientes ante el creciente disgusto.
Entorno los ojos con notable desinterés decidida a ignorar por completo la situación que se presenta con el chico esposado a la mesa de metal, e igual que una niña antisocial volteó hacia otro lado como si no hubiese irrumpido en su conversación manteniendo mi distancia.
—Esto no es un maldito juego Gavbriel, te digo que debes intentar pasar desapercibido y lo primero que haces es causar un revuelo ¿Cómo rayos te saco de aquí si no haces lo que se te dice?
—¡Solo has tu maldito trabajo! —Responde en direccion al hombre de traje, quien segundos después cierra su maletín con fuerza causando un sonido estridente y con frustración se levanta de su asiento dando respiraciones aceleradas.
—¡Volveré cuando tenga una razón para no dejarte aquí encerrado! —Típica respuesta de un abogado frustrado.
Dorian se dirige a la puerta y hace una señal a través de la ventanilla para que alguno de los guardias la abra desde afuera.
Después de tenderle la mano al oficial, se gira, me regala un asentimiento de cabeza, da media vuelta y a grandes zancadas se aleja desapareciendo del lugar, por mi parte, yo despegó mi espalda de la pared y camino a pasos lentos con una expresión seria hacia la silla en la que el abogado estaba sentado frente a mi compañero o... ¿ex compañero?, ciertamente no reconozco en que situación estamos pero no importa mucho, así que tomo asiento y lo miro con una ceja alzada.
—No me mires así yo solo me defendí —Espeta con indiferencia y yo ladeó la cabeza pensando con detenimiento si lo que estoy a punto de hacer es una buena idea.
—No hagas que me arrepienta de esto — Me mira con extrañeza y se acerca a mi apoyando sus antebrazos en la mesa que nos separa, deslizó mis manos bajo está y saco el sobre amarillo de donde el custodio aseguró que lo había dejado adherido con cinta adhesiva.
Gavbriel observa mis acciones con paciencia y suelta un silbido antes de mirar debajo por si hay algo más provocando que yo ruede los ojos antes su burlesca actitud.
Le extiendo el sobre y él lo abre expandiendo sus ojos con excitación ante lo que hay dentro.
Sus ojos viajan a mí, yo alzó mis cejas en un gesto que derrocha suficiencia con seguridad y lo veo sonreír achinando sus verdes ojos repletos de satisfacción mientras se dedica a sacar los objetos del sobre y ponerlos sobre la mesa uno al lado del otro..
