El sonido de la alarma de mi teléfono irrumpió en mi sueño, rompiendo el silencio que reinaba en mi pequeño y oscuro departamento. No necesitaba levantarme temprano; de hecho, la idea de salir de la cama era tan atractiva como sumergirse en un pozo oscuro y sin fondo. Mi rutina consistía en videojuegos, libros, mangas y una cantidad considerable de comida a domicilio. El sonido de la lluvia golpeando contra la ventana me recordó que el mundo existía más allá de mis cuatro paredes. Navidad. Una fecha que pasó desapercibida para mí.
Mi mirada cayó sobre mi celular, marcaba las 4 de la tarde. Pizzería favorita cerrada, servicios a domicilio inactivos. Las tiendas de comida a domicilio cerradas por ser Navidad, y la única opción era retirar la pizza en tienda. Me sentí ridícula, con mi aspecto descuidado y mi cabello grasiento. No recordaba cuándo fue la última vez que me preocupé por mi apariencia.
Arrastré mis pies hacia la pizzería, rodeada de familias alegres y personas disfrazadas de Santa Claus. Las miradas juzgadoras me hicieron desear ser invisible. Agarré la pizza, consciente del silencio incómodo que me rodeaba, y me apresuré de regreso a casa.
La primera vez fue suficiente. Decidí que no volvería a pasar por lo mismo ¡Año Nuevo seria diferente!. En el primer día del año, me obligué a tomar una ducha, a arreglarme e incluso a ponerme algo más que mi sudadera de siempre. Aunque seguía siendo una ermitaña, al menos ya no me sentiría juzgada.
El aroma a frutas y vainilla se convirtió en mi firma personal cuando salí de casa. Con shorts y la misma sudadera de siempre, pero esta vez tratando de aparentar un mínimo de normalidad, crucé la calle con una mochila a cuestas. No obstante, mi mente estaba más preocupada por regresar rápidamente a mi aislamiento que por cualquier otra cosa.
Y entonces sucedió. Una visión fugaz de luces, el sonido de un claxon y después, nada. La oscuridad me rodeó, acompañada de un silencio absoluto. Pensé que era el fin, pero algo cambió.
El olor a pino fresco y humedad llenó el aire. Mis ojos se abrieron lentamente, sin reconocer el techo blanco y pulcro de mi habitación. Me incorporé confundida, tumbada boca abajo en un prado verde y mullido. Mi mente era un torbellino de preguntas sin respuesta. "¿Qué había pasado? ¿Cómo había llegado aquí?"
Mi confusión se vio interrumpida por algo que sostenía en mis manos: La caja de pizza. Parpadeé, inspeccionándola como si de repente fuera a darme todas las respuestas. No lo hizo. Pero antes de poder procesar mucho más, escuché un ruido cercano. Pasos.
Entonces lo vi: un hombre con una presencia imponente se acercaba con curiosidad. Su cabello oscuro estaba atado en una coleta, y su mirada expresaba una mezcla de sorpresa y algo más. Algo que no pude descifrar de inmediato.
- ¿Eres tú la fuente de ese aroma? -preguntó, señalando la caja de pizza que sostenía en mis manos. Asentí, incapaz de articular palabra alguna.- Me llamo Ace -dijo, extendiendo una mano para ayudarme a levantarme del suelo.- Parece que llegaste justo a tiempo. Estaba muriéndome de hambre.
No pude evitar sonreír ligeramente, sintiéndome aliviada por la actitud relajada de Ace. A pesar de estar en medio de la confusión más absoluta, su presencia relajada me tranquilizó.
ESTÁS LEYENDO
Lost in Another World | Portgas D. Ace X Lectora
FanfictionTN, una apasionada fanática del anime, se encuentra en un bosque desconocido y se topa con Ace, un personaje enigmático que cambiará su vida para siempre. Con el objetivo de derrotar a Kaido, TN se une a los piratas de Barbablanca y se embarca en un...