𝑬𝒚𝒆𝒔 𝒔𝒆𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒓𝒆𝒂𝒍𝒊𝒕𝒚, 𝒉𝒆𝒂𝒓𝒕 𝒌𝒏𝒐𝒘𝒔 𝒕𝒉𝒆 𝒕𝒓𝒖𝒕𝒉.
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Los criminales menos Teresa Díaz estaban escondidos en una de las casas que había comprado Casey Anders, cerca del centro de Chicago, un escondite que pasaba desapercibido y a la vez no tanto. El lugar perfecto para esconderse los cinco.
-¿Cuál es la razón de todos vuestros crímenes? -Preguntó el capricorniano apoyado en una de las paredes del salón de la casa.
-Venganza, hacer justicia... -Empezó a enumerar Sebastian sentado en el sofá.
-Poder y satisfacción. -Interrumpió Lilya que estaba de pie en una esquina del salón.
-Dinero. -Siguió el inglés sentado al lado de Seb con una taza de té.
-Diversión. -Contestó Alessandra tumbada en el suelo, mirando hacia arriba con un cojín y una manta, porque según ella el sofá era muy incómodo para ella.
-¿Solamente diversión? Vamos Alessandra, seguro que hay más motivos. -Lance miró incrédulo a la monegasca.
-Me gusta ver el mundo arder, es la verdad. -La ariana se encogió de hombros.
-¿Qué hay de ti Casey? -Preguntó el alemán con curiosidad.
-Solo busco respuestas, venganza, conseguir dinero y lo más importante hacer justicia. Una mezcla de todas vuestras razones.
-Voy a buscar algo de comida para cenar. -Se ofreció la ariana levantándose del suelo.
-Te acompaño. -Seb se levantó del sofá.
-Os recuerdo que la poli ya sabe vuestras identidades. Dejadme que vaya yo.
-Lilya Novikova ofreciéndose para hacer algo sin que nadie le diga nada. ¡Wow! -Lance recibió un codazo de Casey y una mirada asesina por parte de la rusa.
-¿Qué queréis que traiga?
-¡Comida china! -Dijeron todos menos Lance.
-¿No se suponía que queríamos todos hamburguesas? ‐Preguntó el inglés indignado.
-No. -Respondieron Casey, Alessandra y Sebastian.
-Te jodes por perbertido. -Le dijo Lilya a Lance, antes de salir a comprar la comida.
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–¿Qué te parece si cenamos esta noche? -George se acercó a la agente Hills que estaba organizando las fotos que había tomado durante el día.
–Tengo trabajo George, ya te lo he dicho. -Respondió cortante la pelirroja intentando organizar su trabajo tranquila.
–Vamos Charlotte, solo será una noche. -George volvió a insistir apartando las fotografías que la chica tenía delante para que su atención solo se centrase en él.
–En una sola noche pueden pasar muchas cosas. Tengo que estar alerta. -Charlotte cogió las fotos y se alejó del agente Harlow.
George iba a abrir otra vez su boca para volver a insistirle a la pelirroja, pero Aiko y Valerie entraron a la sala.
–Tengo que irme...-Harlow se fue desilusionado.
–Gracias. –Dijo Charlotte asegurándose de que George saliese de la sala.
–No hay de qué Char, sé cuando necesitas un respiro de George. –Aiko consoló a su compañera.
–Perdonad que interrumpe, pero ¿qué es lo que ha pasado? –Preguntó Valerie, que al ser nueva todavía no entendía muchas cosas de lo que pasaba en el equipo.
–George Harlow, bueno, creo que quiere invitarme a salir, yo quiero...
–¿Evitar ese momento a toda costa? -Completó Valerie, que poco a poco entendía la situación de la pelirroja.
–Exacto. -Le afirmó Charlotte.
–¿Por qué lo evitas? A ver no creo que el agente Harlow sea uno de esos como el Playboy, uno de los criminales que buscamos.
–No es que George sea mal tipo o algo por el estilo, Charlotte piensa que si sale con Harlow, él verá una parte de Char que no quiere que vea... -Explicó Aiko.
–Y además tener una relación amorosa con alguien del trabajo no está bien visto.
–Charlotte, tú lo que buscas es una excusa, deja que tu corazón busque el moy que te importe una mierda lo que digan los demás. –Moore le dio ánimos a su ahora nueva amiga y compañera de trabajo.
–Supongo... que lo intentaré. Ahora tenemos que irnos, hay trabajo que hacer. -La agente Hills cogió su cámara de fotos, Aiko y Valerie también cogieron sus cosas y se fueron a hacer sus turnos de vigilancia.
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–¿Me puedes explicar qué hacemos en una joyería? ‐Le preguntó Peter a Edgar.
–Voy a comprarle un anillo a Teresa. ‐Contestó Edgar pensativo.
–¡¿Qué?! Espera ¿le vas a pedir que se case contigo? -El entusiasmo de Peter al preguntar en voz alta hizo que todos en la tienda se girasen hacia ellos. –Perdón... -Se disculpó el piscis.
–No sé qué hacer todavía, quiero pedírselo pero no sé si será un buen momento. -Edgar miró a los anillos que la dependienta le había sacado para que eligiera.
–Oye, no te presiones, cuando sea el momento lo sabrás. ‐Peter le puso una mano en el hombro a su amigo para tranquilizarlo.
–Quiero este. -Edgar señaló un anillo de oro simulando unas enredaderas con diamantes en cada hoja y una pequeña esmeralda circular en el centro.
–¿Está seguro, Señor?
–Sí.
Edgar y Peter salieron de la tienda.
–¿Por qué has elegido ese?
–A Teresa le encantan las plantas y el color verde, es por eso que he elegido el anillo de la esmeralda y las enredaderas, es perfecto para ella.
–La quieres mucho ¿No es así?
–Tanto que daría mi vida por ella. ‐ El escorpiano miró hacia el cielo estrellado con una sonrisa.
–Creo que esperaré a dárselo... ‐Pensó Edgar.
–¿Por qué dices eso?
–Con todo este tema de los criminales, no creo que sea buen momento.
–No debes encerrarte en el trabajo, tienes una vida, tienes que vivirla...
–Pero ¿y si esos psicópatas ya saben quienes son los que los estamos buscando?¿Y si por mi culpa le pasa algo...? No me lo perdonaría.
–Edgar, eso no pasará, encontraremos a esos cabronazos y no verán la luz en mucho tiempo, así, cada uno vivirá su vida sin preocupaciones.