¡Vamp, Junnie! ↬ Yeonbin

XXX

La voz de Yeonjun retumbó en las paredes de la habitación.

—Así que te irás.

Con la mente nublada por la preocupación, Soobin fue incapaz de percibir el leve tono inusual que teñía la palabras del híbrido. Soobin estaba demasiado agitado, demasiado urgido, por la noticia que Kaiser había traído consigo al cuarto, para detenerse en aquellos detalles.

—Claro que iré— Guardando en un pequeño bolso lo que consideraba necesario, se colgó el tirante al hombro. Soobin se giró sobre sus talones, su mirada hallando la del híbrido en poco tiempo—. Me necesitan.

—Los tuyos— susurró Yeonjun. Soobin se encogió ligeramente de hombros.

—Un asesinato no es algo menor. Sobre todo considerando que Yongsun ha llamado a Kaiser... No lo sé. Esto me da mala espina ¿sabes?

—Lo sé, amor— El rubio acarició el rostro del menor con sus nudillos, intentando borrar de su rostro la expresión abatida. El semblante de Soobin se suavizó bajo el cálido toque.

Se inclinó hacia el contacto, queriendo poder quedarse para besar a Yeonjun todo lo que se le diera la gana. Pero habían responsabilidades y un problema que requería ser resuelto. Soobin debía marcharse, y mientras más pronto, mejor.

No obstante, nada impedía que Yeonjun fuese a la ciudad con él ¿verdad? Sólo por un par de días. Nada muy arriesgado. Si le daba hambre, siempre podía ofrecerle su cuello y que bebiera de su sangre.

Tentado por la idea, estuvo a pocos segundos de que las palabras brotaran de su boca, mas se ahogaron en su garganta, cuando Yeonjun presionó un pulgar muy suavemente detrás del oído de Soobin.

—No vayas.

Soobin parpadeó, descolocado por la cruda honestidad en la voz de Yeonjun, por la mirada intensa que sostenía la suya y que le empezaba a revolver el estómago.

—¿No quieres que...?

—Tú mismo dijiste que te daba mala espina— continuó Yeonjun, sonando razonable, con la mandíbula apretada y los músculos tensos—. No quiero que corras peligro. Quédate.

—Yo... No puedo... quedarme— susurró lentamente, deshaciéndose de la mano de Yeonjun que acunaba su mejilla—. No puedo quedarme de brazos cruzados cuando...

—¿Por qué te importa tanto?— bramó—. No debería importar. Ellos están allá y nosotros acá. Estaremos bien mientras no nos acerquemos al resto.

—Hubo un asesinato— Soobin ni siquiera se sentía enfadado. Solamente confundido, sobre todo por la hostilidad que emanaba del híbrido—. Y es probablemente interespecie. Esto podría generar una guerra en la ciudad. Donde vive Kaiser, mis amigos, yo-

—¿Tú?— le interrumpió Yeonjun. Frío. Casi vacío. Observó cómo el rubio daba un paso hacia atrás. Si no fuese tan bueno escondiendo sus emociones tras una cortina hermética, Soobin hubiera jurado ver un atisbo de dolor en sus ojos.

—Tengo un departamento— Estaba siendo objetivo—. He vivido allá por los últimos dos años.

—Pero regresaste— reprochó Yeonjun, odiando lo inestable que sonaba su voz—. Estás aquí ahora. Estás a mi lado... Estás...

Conmigo.

¿Pero realmente lo estaba?

Se sintió como un balde de agua fría, darse cuenta de la realidad que todo este tiempo estuvo frente a sus ojos, mas que no se detuvo a racionalizar, por algo que se parecía mucho al temor.

Soobin no había regresado porque desease abandonar la ciudad. Había regresado por los descubrimientos sobre su verdadera identidad y naturaleza. Había regresado para decirle al híbrido la verdad que se había mantenido oculta por aquellos largos años y que finalmente había salido a la luz.