Sabes...

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     Estoy realmente agotada. Mi mente y mi cuerpo me piden a gritos parar, me piden terminar con este martirio.
     No creo poder soportarlo más, no me quedan fuerzas ni ganas de continuar. ¡Me quiero ir!, realmente me quiero ir pero no tengo la valentía para dejar todo atrás.
     Sé que a nadie le importará si me voy porque lo que todos ellos aprecian de mi son mis habilidades no yo, yo solo soy un medio, un cuerpo vacío.
     No puedo ni siquiera decir lo que siento, lo que pienso, me aterra enfrentarme a aquellos que dicen quererme, me aterra decirles todo lo que nunca dije, pero aún más que aterrarme, me da rabia no poder hacerlo, no poder intervenir, no poderle soltar, no poder evitar que le hagan a otros lo que me hicieron a mi.
     ¡No quiero que nadie pase por lo que yo pasé!, no quiero que nadie tenga está clase de pensamientos ni de sentimientos.
     Es muy triste saber que todos creen que soy un monstruo frío y sin sentimientos, hasta a veces yo misma lo creo. Lo cierto es que, sí, soy un monstruo por fuera, pero soy la cosa más frágil por dentro, pero no frágil como una rosa, no, soy frágil como una bomba.
     Sé que he lastimado a muchos con mi actitud, pero lastimosamente fue el único mecanismo de defensa que encontró mi cerebro. Odio eso, hago lo que se suponía había jurado no hacer, me estoy transformando en aquello que juré odiar hasta el día en que me muera. Sin embargo, me odio aún más por no poder cumplir mi juramento, por alguna extraña y molesta razón no soy capaz de odiar nada que no venga de mi.

Lo que nunca dije y nunca diréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora