Kage no Ronin-Ronin de las Sombras

Las pruebas del guardian

La ciudad de Fukui, cubierta por el misterio nocturno, acogió a nuestros héroes con una mezcla de inquietud y calma. Mientras caminaban por las callejuelas iluminadas por faroles, notaron a hombres extraños que se deslizaban entre las sombras, y observaron a la gente comportándose de manera inusual. Sin embargo, decidieron pasar por alto estas señales, centrándose en su destino: la montaña donde el guardián de la Espada Celestial les aguardaba. Subieron durante varias horas, hasta que la montaña se empezó a poner fría y el aire espeso, En la base de la punta de la montaña, estaba un anciano sabio dentro de una cabaña, él era el guardián, este se alzó ante ellos cuando entraron y con ojos que parecían contener la sabiduría de siglos les dijo. "¿Quiénes sois y cuál es vuestra intención con la espada?" con una voz serena.

Con determinación, Haruka respondió primero. "Soy Haruka, y estoy aquí para ayudar a mi maestro Musashi a lograr su sueño de encontrar la verdadera esencia del arte de la espada."

Hiroshi Sensei continuó, "Soy Hiroshi, maestro de Musashi. Mi intención es apoyar a Musashi en su búsqueda y aprender más sobre las enseñanzas ancestrales de las artes marciales."

Musashi, con una mirada firme, declaró, "Soy Musashi, y mi intención es convertirme en un verdadero maestro de la espada. Busco la perfección en cada movimiento y la unión entre el cuerpo y la mente."

El guardián, satisfecho con sus respuestas, los condujo a través de pruebas que trascendían lo físico y lo espiritual. La primera prueba consistió en resolver una adivinanza antigua que desafió su lógica y conocimiento. La segunda prueba los llevó a un jardín donde debieron armonizar la naturaleza, organizando piedras y flores en patrones específicos.

La tercera prueba involucró la meditación en un estanque sereno, donde debían alcanzar la calma interior y encontrar respuestas a preguntas fundamentales de sus propias almas.

Inicio la primera prueba y El anciano guardián, con sus ojos centenarios brillando con la sabiduría de los siglos, extendió con reverencia el pergamino antiguo hacia Musashi, Hiroshi Sensei y Haruka. El pergamino, amarillento por el tiempo y cuidadosamente atado con un lazo gastado, emanaba una presencia casi palpable de secretos ocultos.

"Este pergamino", susurró el anciano con voz profunda, "es una puerta hacia el conocimiento ancestral. Contiene el enigma que desafiará sus mentes y revelará la senda que buscan". Con manos temblorosas pero resueltas, entregó el tesoro a las manos de los tres aspirantes.

El pergamino desplegado con cuidado, revelando caracteres intrincados que parecían bailar en la tenue luz de las antorchas. La adivinanza, una obra maestra de la antigüedad, se desplegó ante ellos como un mapa hacia la esencia de la prueba. Las palabras, antiguas y sabias, flotaban en el aire como guardianes del conocimiento ancestral. Con una mezcla de reverencia y determinación, Musashi, Hiroshi Sensei y Haruka se sumergieron en el enigma, dispuestos a desentrañar los secretos que les aguardaban.

El silencio llenó la sala cuando Musashi, Hiroshi Sensei y Haruka se sumieron en la adivinanza ancestral. Sus mentes trabajaban en concierto, explorando cada rincón de la sabiduría codificada en aquel pergamino antiguo. Las llamas de las antorchas, como testigos silenciosos, parpadeaban en anticipación.

Las horas transcurrieron como destellos fugaces mientras los tres buscadores debatían, cuestionaban y reflexionaban. Las palabras del anciano resonaban en sus oídos, recordándoles la importancia de no solo descifrar el enigma, sino también comprender la historia que se tejía entre líneas.

Finalmente, como un rayo de luz que atraviesa las nubes, la comprensión iluminó sus mentes. Musashi, con sus conocimientos de estrategia y lucha, aportó una perspicacia única. Hiroshi Sensei, con su visión poética del arte, ofreció una interpretación que desentrañó capas ocultas. Haruka, conectado con la tierra y el flujo de la naturaleza, aportó la perspectiva que completó el rompecabezas.