Con calma en el futuro parte 2

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El grupo de samuráis, acompañado por los valientes hermanos Takeshi y Fumiyi, se preparaba para dejar la ciudad de Osaka en busca del dojo de Hiroshi sensei. La misión no sería fácil, ya que Mitsunari había intensificado los controles de seguridad para evitar la huida de los rebeldes.

Con la astucia de Musashi, los samuráis decidieron disfrazarse como mercaderes. Gracias a los niños, quienes conocían a un vendedor de verduras en la ciudad, lograron obtener un carruaje para esconderse entre cajas y cestas de hortalizas. La tapadera era perfecta, y así, con la esperanza de un nuevo comienzo, se pusieron en marcha hacia el dojo de Hiroshi.

Al acercarse a la puerta de salida, la tensión se apoderó del grupo. Los guardias del clan Azai examinaban minuciosamente a los ciudadanos que buscaban abandonar la ciudad. Musashi, disfrazado junto a los niños, intercambiaba nerviosas miradas con el resto del grupo, escondido en el interior del carruaje.

Takeshi, el hermano mayor, nervioso pero decidido, improvisó una distracción al tropezarse con una piedra cerca de los guardias. En el tumulto momentáneo, la sábana que cubría el carruaje cayó al suelo, revelando solo cajas de verduras al descubierto.

Los guardias, distraídos por la confusión momentánea, no prestaron atención al contenido del carruaje. Fumiyi, con astucia, aprovechó la oportunidad para volver a cubrir el escondite de los samuráis. El carruaje pudo pasar la puerta de la ciudad sin levantar sospechas, dejando atrás a los guardias y a la ciudad de Osaka.

Una vez fuera de la ciudad, Musashi, Hiroshi, la madre de Haruka y los niños pudieron respirar aliviados. El viaje continuó hacia el dojo, donde buscarían refugio y prepararían su estrategia para enfrentar a Mitsunari.

El grupo avanzaba en silencio a través del bosque, los rayos dorados del atardecer filtrándose entre las ramas de los árboles. El suelo estaba alfombrado por una variedad de flores rosadas que parecían bailar con la brisa suave. Aunque la belleza del entorno era innegable, el peso de la situación pesaba en cada paso que daban.

Haruka, con la mirada perdida entre los árboles, sentía el dolor agudo de su clavícula fisurada, pero eso era insignificante en comparación con la herida más profunda que llevaba en su corazón: la muerte de su padre a manos de su propio hermano.

Musashi caminaba a su lado, observando la expresión sombría de Haruka. Sin romper el silencio, decidió abordar la carga emocional que pesaba sobre el joven.

—A veces, Haruka, la vida nos enfrenta a pruebas difíciles. La derrota, aunque dolorosa, también puede ser un maestro valioso —dijo Musashi, con voz serena.

Haruka, en su silenciosa tormenta interior, respondió con un suspiro y una mirada distante.

—No entiendo por qué mi hermano hizo lo que hizo. ¿Cómo pudo traicionar a nuestra familia de esa manera?

Musashi eligió sus palabras con cuidado, reconociendo la delicadeza del momento.

—A veces, el camino de los demás se desvía en direcciones que no podemos prever. No podemos cambiar las acciones de otros, solo cómo respondemos ante ellas.

En ese momento, la madre de Haruka se acercó a su hijo, colocando con ternura una mano en su hombro.

—Haruka, el dolor que sientes es comprensible, pero no permitas que la sombra de la tristeza oculte la luz que aún brilla en tu interior. Tu padre estaría orgulloso de la fuerza que llevas contigo.

Haruka miró a su madre, los ojos llenos de un pesar profundo, pero también de amor.

—¿Cómo puedo seguir adelante, madre? Siento que he perdido todo.

Kage no Ronin-Ronin de las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora