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– Bien, espero que respondan pronto y quieran ayudar – dijo Naseem con un tono de esperanza en su voz – les afectaría a ellos si dejan que esto evolucione a los niveles que creemos.

– Eso espero – dijo mi padre tomando una pluma oscura de un cajón de su escritorio y volviendo a tomar asiento frente a él – les avisaré si hay alguna respuesta – se acomodó en su silla y levantó la vista hacia nosotros esperando alguna respuesta – por ahora quisiera hablar con Akila a solas. – mis hermanos salieron de forma tranquila sin voltear a ver a mi padre, Magnus al pasar a mi lado me dio una palmada suave en la cabeza. – siéntate Akila –  terminó de escribir la carta dirigida a me imagino el Olimpo – primero la dirigiré a mi padre, si él da el aviso tendrá una mayor importancia y tal vez hagan algo más que ignorarlo.

– Lamento que no te haya apoyado cuando lo necesitabas.

Conectó su mirada con la mía y me dio una sonrisa de boca cerrada que no llegó a sus ojos – Son decisiones con las que sabía que me tendría que enfrentar algún día, los dioses vivimos por eones hasta que decidimos volver a nacer mientras que tu madre viviría miles de años, sabía que sería el último en morir solo que esperaba tener más tiempo junto a ella y ustedes. – bajo la mirada hasta la carta – pero no es de eso de lo que quiero hablar, nunca esperé que mi única hija fuera bendecida por el Inframundo para ser una futura gobernante de las almas.

– ¿De qué hablas? – sentí como mi pulso se aceleró y mi rostro palideció.

– Mi seraphinita  – mi padre se levantó y movió mi silla para tener espacio para arrodillarse frente a mí, tomó mi rostro entre sus manos y su mano derecha acarició mi mejilla – se que estás asustada, yo también lo estuve en su momento al igual que tus tías, cuando esta conexión sucede es demasiado abrasiva.

– Son demasiadas voces en la noche – su mano derecha siguió acariciando mi mejilla y parte de mi cabello apartandolo de mi cara – esos días miraba sombras donde no había nada, como el día de la primera reunión.

– Lo sé, a mi también me pasó aunque siendo un poco más joven – sus manos se apartaron de mi rostro para posarse sobre sus piernas – al menos ya eres un poco más madura así que tal vez se te haga más sencillo todo esto – se paró de forma ágil y se dirigió hacia los estantes que tenía llenos de libros – mi padre nos dio a cada uno un libro que nos ayudaría a manejar de una mejor manera nuestro poder.

– ¿Todo esto? ¿a qué te refieres con todo esto? – dije con voz trémula.

– El ser una elegida para ser una gobernante del Inframundo. – siguió buscando entre los libros que no levantaban ni una pizca de polvo.

– No soy una diosa, ni una semidiosa – dije con voz más firme – y ni siquiera puedo controlar perfectamente mi don sin mis joyas, y mis resultados no han señalado cambio en cuanto a una transformación, sigo siendo una simple humana con alas.

– El exámen aún no ha sido entregado y tal vez con la conmoción de todo lo que ha pasado la sangre divina que corre por tus venas se ha activado dando paso a esos dones. – con un poco de fuerza empezó a mover los libros de un lado a otro, ya exasperado de no encontrar el libro y la conversación que ahora manteníamos.

– Empezó desde mi cumpleaños y no hubo ningún cambio en el exámen – puso sus manos sobre la madera del mueble y dio un suspiro.

– Bien, entonces está equivocado ese papel – giro levemente la cabeza en mi dirección – pero lo sentí, ese día sentí esa energía fluyendo en el aire, y no quiero que esa energía te absorba las voces, las apariciones de esas almas lo único que harán será volverte débil, absorben tu energía.

AkilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora