Alejandra
-Que no me pienso levantar de la cama.- dije contra la almohada.
-Que sí, levántate ya, que vamos a salir hoy por la noche.- dijo Martina, mi compañera de piso, agitándome por los hombros.
Conocí a Martina en el primer año de universidad y nos hicimos muy amigas, ella es de aquí pero vive muy lejos y en nuestro segundo año de carrera decidimos mudarnos juntas a un piso pequeño más en el centro.
-No quiero.- dije dándome la vuelta en la cama. -Estoy depresiva, dame comida.-
-No puedes estar depresiva por un hombre más pequeño que tú.- dijo. -Eso no es tener dignidad.-
-Ni que tuviese mucha antes de salir con Carlos.- le dije.
Exactamente, un niño de diecisiete años me puso los cuernos más de una vez, y yo como tonta estoy llorando por él.
Payasa.
-Boh, vístete ya que nos vamos en veinte minutos.- me informó.
-¿SÓLO VEINTE? No me da tiempo.- dije.
-Que si hombre.- dijo levantándose de mi cama para ir a arreglarse. -No te pongas eyeliner y ya.-
Me vestí y me maquillé en tiempo record.
-¿Estas lista?- me preguntó.
-Si, cojo el bolso y ya.- le contesté.
-Están ya Mencía y Carmen en el coche abajo esperándonos.- me avisó.
-Pues bajamos ya.- le contesté.
-Holaa.- saludó Mencía al entrar al coche. -¿Qué tal tus penas amorosas?-
-Ay calla, no me deprimas más.- le respondí.
-Hoy te vamos a llevar a un sitio con muchos buenorros.- dijo Carmen.
-Eso suena bien ehh.- dijo Martina mirándome subiendo y bajando las cejas.
-Bff.- bufé.
-Anda quita esa cara.- dijo Carmen.
-¿A dónde pretendéis ir?- les pregunté intrigada.
-A Masher.- respondió Mencía.
-Bah venga, ahora en serio ¿A dónde vamos?- volví a preguntar.
-Que sí, que vamos a Masher.- me dijo Carmen.
-Sorpresa.- celebró Martina.
Para poneros en contexto Masher es la típica discoteca en la que solo entras si eres un futbolista de primera división, una modelo o actriz famosa o si tus padres tienen una fortuna en la cuenta bancaria. En fin, cosas que no nos pasan a ninguna de las cuatro.
-¿Como? No pillo, ¿Cómo vamos a entrar?- pregunté sin entender nada.
-Digamos que al dueño le gustan las chicas más pequeñas que él, mucho más pequeñas.- me explicó Mencía orgullosa.
-Anda como a ti Ale.- me señaló Carmen.
-No ayudas eh.- le dije.
-Uy, perdón.- dijo Carmen con cara de angelito. -Se me salen solos estos comentarios.-
Después de quince minutos en coche llegamos a un parking privado donde Mencía aparco su coche. No me podía creer que estábamos a punto de entrar a esa discoteca.
Al entrar mis expectativas se subieron por los cielos. Era enorme, lo juro. Estaba llena de gente, y a diferencia de las discotecas a las que solemos ir esta huele bastante bien.
-¿Pedimos algunas copas?- preguntó Carmen.
-Si.- respondí. -Necesito alcohol.-
-Esa es la actitud.- dijo Martina dirigiéndose hasta la barra dando saltos.
Después de unos cuantos cubatas fuimos a la pista a bailar.
-Ale.- Me llamó Mencía. -Ese tío de ahí no te quita la mirada de encima.- dijo guiñándome un ojo. Me giré hacia donde me decía ella y si que era cierto que había un chico mirando hacia aquí, pero podría estar mirando a cualquiera así que no le di mucha importancia.
-Voy a por algo de beber que me va a dar un sofoco.- dijo Martina.
-Te acompaño.- le dije mientras me hacía una coleta.
Fuimos a la barra juntas a pedir unos cubatas y para poder hablar un rato hasta que note una mirada clavada en mi. Me giré e intenté ver quien era pero entre tanta gente no supe de quién venía.
-¿Qué pasa?- me pregunto Martina viendo como buscaba con la mirada a alguien.
-Te juro que hay alguien mirándome, pero no sé quien.- le dije.
-Yo si que se quien es.- respondió riendo.
-¿Eh?¿Qué dices zumbada?- pregunté. Ella me hizo un movimiento con los ojos dándome a entender que me girase, cosa que hice. Justo detrás de mí estaba el chico que me había dicho antes Mencía.
-Bueno, yo me voy.- dijo Martina sonriendo dejándome sola con aquel chico.
-Tardas mucho en darte cuenta de las cosas, ¿no?- dijo el chico apoyado en la barra, yo solo me reí. -Me gusta tu falda.- dijo repasándome con la mirada.
-Gracias.- le dije tímida. No sé en qué momento me volví tan vergonzosa, bueno si, nunca se me había acercado ninguno que estuviera tan bueno.
-¿Cómo te llamas?- preguntó.
-Alejandra.- contesté. -¿Tú?-
-Digamos que eso no importa.- respondió haciendo que yo frunciera el ceño.
-¿Eres de aquí?- pregunté.
-Tampoco creo que importe mucho para lo que vamos a hacer.- respondió sonriendo.
-¿Para lo que vamos a hacer?- repetí su frase.
-Si.- dijo seguro. -¿Tienes otros planes?-
La verdad que no, Alejandra lánzate.
Probablemente sea un niño mimado de mamá y papá pero qué más da, un clavo saca otro clavo, ¿no?
No tardé ni un minuto en cogerle de la nuca y acercar su boca hasta la mía besándole.
-¿Y si vamos a un lugar más privado?- pregunto separándose de mí después de un rato ya que las cosas se estaban subiendo de tono.
-¿Los baños?- propuse, no se me ocurría nada mejor.
El no dijo nada, solo me agarró de la mano sonriente y me dirigió hasta ellos.
Y pues que voy a decir, paso lo que pasó...
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Juntos en Barcelona || Pablo Gavi
Fiksi PenggemarAlejandra es obligada a salir de fiesta por sus amigas después de romper con su novio, allí conoce a un chico egocéntrico y egoísta que cambia su vida por completo.