Q U I N C E

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Felix sonrió y asintió mientras trataba de evitar revolver sus ojos cuando otro miembro de la manada le hizo una reverencia mientras caminaba por el pasillo hacia el despacho donde Minho estaba trabajando. Necesitaba ver a su compañero ahora. Eso era más importante que respirar.

Sacudió la cabeza cuando alguien le hizo otra reverencia. No creía que se acostumbrara nunca a todas las inclinaciones y reverencias que le rendían los miembros de la manada. Era tan solo un tipo corriente a pesar de la insistencia de todo el mundo de que era el rey. Ellos lo veían como una especie de milagro.

Imaginaba que su confusión venía de haber crecido fuera de la manada. Sabía lo que un rey de sangre real significaba para esta. Realmente nunca lo entendería. Felix no creía que nadie debiera estar por encima de la manada, o fuera adorado con fascinación.

En el mes que había transcurrido desde la muerte de su tío, Felix había visto cada vez más la adoración que le tenía su manada. Se manifestaba en el creciente número de cambiaformas felinos que llegaban y le pedían permiso para unírseles. Parecía que todo el mundo quería pertenecer a una que tuviera un gato de sangre real.

La única cosa por la que Felix estaba agradecido era por la multitud de gente que esperaba para satisfacer cada una de sus necesidades. No porque quisiera que los sirvientes atendieran todos sus caprichos, sino porque el lugar era demasiado grande para limpiarlo él solo.

Cuando quedó claro que Felix era un loco de la limpieza, la gran propiedad empezó a brillar cuando todo el mundo intentó con todas sus fuerzas mantenerla limpia y organizada para complacer a su rey. Él todavía hacía un poquito aquí y allá, pero eso era sencillamente porque era obsesivo y lo sabía. También lo ayudaba a calmar sus nervios cuando las cosas se ponían demasiado raras.

Preciosa, por el contrario, estaba en el cielo. La maldita gata estaba siendo tratada como una reina de su propia manada. Felix estaba seguro de que tendría que ponerle una dieta bastante pronto si la gente no dejaba de darle a escondidas sus golosinas. Ella incluso tenía una cama grande y casi siempre había alguien a su alrededor. Minho estaba en lo cierto. La estaban convirtiendo en una consentida.

Pero, tal vez él lo estaba también. Los regalos de flores y alimentos y otros artículos comenzaron a llegar de parte de los miembros de su manada de cambiaformas y de otras de todo el mundo, eso lo asombraba. Parecía que todo el mundo quería darle la bienvenida. Era extraño.

Sonrió y asintió de nuevo cuando otro miembro se inclinó ante él, entonces aceleró su paso por el pasillo. Los efectos del calor del apareamiento estaban empezando a golpearlo por primera vez, y sentía que su piel se iba a caer de su cuerpo. Únicamente quería llegar a Minho y que el hombre acariciara cada centímetro de su cuerpo.

Felix iba casi corriendo en el momento en el que abrió la puerta del despacho de Minho. Vio a éste, Beomgyu, y chan que levantaron la vista cuando tropezó y cerró la puerta tras él, recostándose contra la fresca madera.

—¿Felix, está todo bien? —Le preguntó Minho mientras se ponía de pie.

Felix se mordió los labios y miró a los otros dos hombres en la habitación. «¿Cómo puedo decirle que necesito saltar sobre sus huesos sin ofender a los otros dos hombres?» se preguntó así mismo. Se apartó de la puerta y dio un par de pasos más cerca de Minho, la necesidad de que su compañero rodara a través de su cuerpo le hacía imposible hablar civilizadamente.

—¿Podrías dedicarme algo de tu tiempo? —preguntó Felix con esperanza—. ¿En privado?

—Sí, por supuesto —dijo Minho haciendo un gesto a chan y Beomgyu—. ¿Podrían disculparnos un momento?

猫的喵¹ [ Minlix ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora