"Encontrar a alguien que te guste y a quien le gustes de vuelta es un sentimiento maravilloso. Pero encontrar a alguien que te comprenda tal como eres, que haya pasado por lo que tú has pasado, es aún mejor. Es el tipo de sensación que solo se puede describir con una palabra, y esa palabra es felicidad."
-Maya Angelou
Cuando el sol entraba por la ventana en la mañana y el primer rayo alumbraba la puerta, Mairín, la criada, entraba por la puerta a despertarnos. Yo estaba disuelta entre almohadas y sábanas, soñando el sueño más olvidable y genérico que podría tener. La voz de la muchacha, al entrar por mis oídos, me sacó del mundo onírico y me despertó.
Lo primero que vi al despertar fue a mi hermana menor, Lasair, mirándome con una sonrisa gigante.
—¡Hoy es el día, Cadwyn! —me anunció en la cara.
Y es que lo había olvidado, era catorce de febrero, día en el que nuestra familia organizaba un baile para que todos los jóvenes solteros y muchachas sin la mano tomada conociesen a alguien. Sonreí y me enderecé. No era fan de esa celebración, en realidad, pero de todas formas de emocionaba. Ya era el tercer año en el que participaba y nunca encontraba a nadie que soportara mi personalidad, aún así guardaba la esperanza de encontrar a alguien.
Lasair y yo nos preparamos para bajar a la sala a desayunar. Nuestra casa era bastante grande, de esas casas que tienen demasiado espacio por llenar. Había pinturas de mi madre por todos lados, ella pintaba muy bien. Desde paisajes que podían dejarte boquiabierto hasta retratos idénticos que reflejaban el alma de las personas.
En el comedor, mi madre estaba sentada en la mesa desayunando. Lasair y yo nos sentamos y ambas agarramos un pan para ponerle mermelada. Mairín, además, nos sirvió té. Carwen, nuestra madre, se puso a hablar de como en la tarde debía ir a organizar el baile de esa noche. De pronto, llegó mi padre.
—¿En donde se ha visto que empiecen a desayunar sin el señor de la casa? —se quejó, sentándose al lado de mi madre.
—Perdona, querido, últimamente no venías a desayunar... —mi madre y él empezaron a hablar y yo me desconecté del mundo.
Mientras comía, en mi mente giraba la idea de conocer al chico ideal esa noche. Ya conocía a todos los hijos de los amigos de mis padres, pero aun había posibilidades de que hubiera un chico desconocido y especial, que me pusiera la piel de gallina y me llenara el estomago de mariposas. ¿Cómo sería? ¿Rubio, castaño, pelirrojo? Lo que sea me gustaría, deseaba con toda el alma encontrar a alguien con quien compartir mi vida.
La tarde pasó volando y llegó la noche. Mi hermana y yo nos arreglamos con ayuda de las criadas. Me puse un vestido rosa suave, con moños y perlas, combinaba bien con mi cabello rubio. Mi hermana decidió usar uno azul, el que yo había usado en mi primer baile, y tomando en cuenta que era el primero de ella, tenía sentido.
A las siete en punto llegó el carruaje para nuestra familia. Nos subimos nerviosas y emprendimos camino al baile. Se podía ver el atardecer dorado en las calles de Leafside. Mientras más nos acercábamos al sitio del evento, veíamos más carruajes. Lasair jugaba con sus manos ansiosa. Para calmarla, apoyé mi mano en su antebrazo y la acaricié.
—¿Encontraré a alguien? —preguntó.
—Seguro. Eres increíblemente bella y amorosa, cualquiera querría tu mano —Le dediqué una sonrisa cariñosa, a la cual ella respondió con un abrazo. Yo de verdad quería que ella encontrase el amor, era una joven muy atenta y dedicada, estaba segura que cualquier muchacho la querría a su lado.
Al llegar al sitio el cochero nos abrió la puerta y nos ayudó a bajar, primero a Lasair y después a mí. El lugar que había sido escogido ese año para el baile era el salón de Maygan Harley, una pianista del pueblo vecino que hacía presentaciones ahí. Una mujer que yo admiraba mucho. Entramos al salón con nuestras entradas y pasamos a la sala principal. Una banda en vivo tocaba música, y por un segundo me sentí demasiado afortunada, porque Maygan Harley estaba tocando en el grupo.
La mujer era espléndida. Muy blanca de piel, con un cabello negro profundo y ondulado, que me parecía lo más a la moda que se podía tener. Estaba sentada en medio de la banda, tocando el piano con su característica sonrisa juguetona, que me erizaba la piel. No era la primera vez que la veía en vivo, ya había ido a sus presentaciones, y verla siempre era un placer. Era una chica hermosa.
—Es muy talentosa, ¿no? —me dijo de repente una chica.
Giré mi cabeza para verla. Era muy parecida a Maygan, pero más joven. Igual de preciosa.
—Sí, es mi pianista preferida —le respondí con sinceridad.
—Y ella es mi hermana favorita —dijo para a continuación reír—. Soy Elena, un gusto.
Elena hizo una pequeña reverencia levantando con sus manos el vestido ligeramente. Vestía un vestido verde parecido al mío. La observé bien. Era demasiado parecida a Maygan, decía la verdad.
—El gusto es mío, yo soy Cadwyn, Cadwyn Samuel —También hice una reverencia y le sonreí.
Elena se sorprendió al oír mi nombre.
—¿Tu familia organizó este evento?
Asentí orgullosa.
—Nuestras familias son importantes al parecer, tal vez estemos destinadas a ser amigas —le dije bromeando dándole una mirada rápida a Maygan, que tocaba apasionadamente una canción.
La chica rio.
—No sé si importante, pero sí. Aunque lo de ser amigas me gusta —me respondió—. ¿vamos a beber algo?
Yo le dije que sí, y habiendo perdido de vista a mi hermana, me fui con Elena a buscar una copa de agua. Caminamos entre la gente y llegamos a una mesa donde dos mujeres servían copas con agua. Las dos tomamos una y nos perdimos entre la multitud.
Ella parecía algo reservada, un poco callada quizás. Le conté de mis experiencias pasadas en los bailes, como nunca podía encontrar a un chico que soportara mi intensidad. Elena escuchaba y cada tanto acotaba. Me miraba a los ojos, intercambiando mi azul por su café cada vez que se cruzaban. A decir verdad, cuando nuestras miradas se encontraban, miraba para otro lado. Ella parecía estar viendo más allá de mi cara, pero no en un mal sentido. Creo que ella sentía mi esencia.
Cuando terminé mis historias con los chicos, desde mi primer baile que fue un fracaso, hasta el último que había sido un aburrimiento, le pregunté a ella por si había tenido novio. Abrió bastante los ojos por un segundo y luego miró el piso.
—Nunca he intentado nada con un chico —me confesó algo apenada.
Comprendiendo que no siempre es fácil hablarle a los demás, le di una palmadita en el hombro.
—Ya encontrarás al hombre de tus sueños, tranquila —le respondí sonriente.
Ella río nerviosa y me volvió a mirar a los ojos.
—Gracias.
Le dije que no era nada, con dificultad, porque me estaba embelesando con sus ojos.
De pronto, escuché la voz de dos chicos a la vez, Elena y yo nos dimos vuelta y allí vino a dos chicos, un poco más mayores que nosotras.
—¿Podemos bailar? —preguntó uno de los chicos.
Estiré mi mano para que me sacasen a bailar, pero Elena no hizo lo mismo. Me giré un poco y la vi algo tiesa. Con la mano libre estiré su brazo hacia el otro chico, para que también bailase.
Y al ritmo de la banda y Maygan Harley, Elena y yo, empezamos a bailar con dos desconocidos en medio del salón junto con otras parejas. Esa tenía que ser mi noche.
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Cadwyn: mi dulce amor (LGBTQ+) PAUSADA
RomanceCadwyn desconoce que lo que le pasa tiene nombre y al enamorarse de Elena, a su vida llegaran términos, momentos y sensaciones que nunca pensó que viviría. Una novela LGBTIQ ambientada en el siglo diecinueve en un algún pintoresco pueblo escondido d...